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Versiones de Mark Zuckerberg

Por 26 de octubre de 2010 Sin comentarios

Edmundo Paz Soldán

Mark Zuckerberg es un ícono. A los veintiséis años, el fundador de Facebook ha sido seleccionado por Vanity Fair como el hombre más influyente de la era de la información, "nuestro nuevo César". No sólo eso: también hay una gran película sobre él, La red social, que ni siquiera se molesta en cambiarle el nombre. Irónicamente, pese a todos sus esfuerzos por mantener su privacidad, este ex-alumno de Harvard no ha podido controlar su "perfil". La versión de Zuckerberg que aparece en la película de David Fincher y Aaron Sorkin será la más conocida por el gran público.
 
Sorkin, uno de los más respetados guionistas en Hollywood gracias a su trabajo en El ala oeste, ha dicho que su fidelidad era a la historia, no a la verdad. Se nota: la película se basa tanto en la vida de Zuckerberg como en algunos estereotipos culturales de larga persistencia. El principal estereotipo es el del nerd/hacker. Para los medios, todos aquellos que trabajan obsesivamente con computadoras son gente de escasa habilidad social, solitarios, incapaces de una sonrisa y algo marginales al sistema. Algunos críticos incluso han sugerido que sólo alguien incapaz de relaciones normales con otras personas podía crear una red virtual de amistades. Sorkin -y de paso Fincher- entienden a Zuckerberg como la versión exitosa del chico retraído al que las mujeres rechazan; alguien que ha hecho todo con tal de conseguir chicas y ser aceptado por los grupos más elitistas de Harvard. Es un marginal de temperamento, pero lo que quiere es ser aceptado. No rechaza el sistema; se cree superior a él y piensa que puede mejorarlo.

Hay partes de otro estereotipo que funcionan para entender a Zuckerberg en La red social: las del genio incomprendido, el visionario dispuesto a sacrificar todo con tal de perseguir su obsesión. El programador de computadoras es el nuevo héroe de nuestro tiempo, narcisista y arrogante y algo asceta (ajeno a las tentaciones del alcohol y las drogas). Zuckerberg representa las máximas aspiraciones del capitalismo: su individualismo salvaje lo lleva a sacrificar a sus amigos cuando se oponen a su ambición sin límites. Es un triunfador que además tiene un proyecto ideológico -un mundo más abierto- que conecta perfectamente con el zeitgeist.

Para tener un retrato más complejo y contradictorio de Zuckerberg, uno debe asomarse a The Facebook Effect, de David Kirkpatrick, y a "The Face of Facebook", un perfil de Zuckerberg publicado por José Antonio Vargas en The New Yorker (20 de septiembre, 2010). El libro de Kirkpatrick es una suerte de "versión oficial" de los hechos, pero aun así, al compararlo y contrastarlo con el artículo de Vargas y con la película, ayuda a rellenar ciertos huecos. El principal es que Zuckerberg puede ser un nerd y un geek –sabe cuatro idiomas, entre ellos griego y latín, y es considerado un "genio de la programación" desde la adolescencia–, alguien "intensamente introvertido", pero no es un inadaptado. Tanto Kirkpatrick como Vargas insisten en que Zuckerberg es simpático en persona, y con suficiente talento y carisma como para manejar una empresa de mil quinientos empleados. Se lleva muy bien con su familia (una de sus hermanas trabaja para él). Tampoco ha tenido problemas para conseguir amigos o parejas. Es un inveterado bromista.  

El Zuckerberg de Sorkin es una gran creación, pero quizás sea hora de crear nuevos estereotipos. ¿Qué tal, para comenzar, un nerd con amigos, un geek exitoso con las mujeres, un solitario capaz de relacionarse con la gente, un tímido que de pronto se desmarca con una broma? ¿Qué tal, para comenzar, alguien como el verdadero Mark Zuckerberg?

(La Tercera, 26 de octubre 2010)

                                 

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Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

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