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Para (re)descubrir a Ann Beattie

Por 22 de noviembre de 2010 Sin comentarios

Edmundo Paz Soldán

Una de las grandes pruebas para un escritor es su capacidad de influir en la obra de otros escritores. A Ann Beattie le ha ido muy bien: Lorrie Moore se cuenta entre sus descendientes, y también Amy Hempel y, de las generaciones más recientes, Miranda July. Son estos escritores los que han mantenido el fuego, los que no han dejado de leerla y citarla durante ese largo invierno en que su generación fue reducida a Carver y un poco más.

Nan Graham, su editora, dice medio en broma medio en serio que el problema de Beattie es no haberse muerto. Otra razón: Gracias a su novela Postales de invierno, Beattie fue simplificada como la escritora del zeitgeist de los setenta, con lo que muchos nuevos lectores decidieron que ella no tenía nada nuevo que decir hoy. Como le dijo Beattie a Antonio Diaz Oliva en una reciente entrevista, "lo frustrante es que cuando me preguntan por Postales de invierno en Estados Unidos, es más por su reputación que por haber leído la novela". No ayudaba que tampoco hubiera sido muy traducida. El mundo hispanoamericano recién la comenzó a leer hace un par de años, cuando Libros del Asteroide publicó esta novela con un prólogo magnífico de Rodrigo Fresán.

La editorial Scribner ha decidido cambiar las cosas y redescubrir a Beattie. The New Yorker Stories, el libro que acaba de publicar, incluye los cuarenta y ocho cuentos publicados por Beattie en la prestigiosa revista; veinticuatro de ellos no habían sido publicados antes en alguno de sus libros. Hay que decirlo de una vez: los cuentos de Beattie son perfectos, y es fácil entender por qué el New Yorker no se cansaba de publicarla: ella está entre los cuatro o cinco más grandes cuentistas norteamericanos de la segunda mitad del siglo veinte.

Lo que impresiona de The New Yorker Stories es que Beattie aparece con una voz muy madura desde "A Platonic Relationship", su primer cuento publicado en la revista, en 1974, cuando ella tenía sólo veintiseis años. Este libro no es el lento descubrimiento de un mundo, la forma en que una escritora va descubriendo sin prisas su talento narrativo. En "A Platonic Relationship" ya está la voz de Beattie: alguien que sabe de ilusiones perdidas y que está de vuelta de todo, que mira todo en torno suyo con cierta ironía y un toque de humor. El tono de los cuentos es perfecto, hay lucidez para entender la fragilidad de cada momento y la estructura narrativa indirecta suele resolverse en una imagen epifánica cargada de poesía (en "Afloat", una niña suspendida sobre su padre se convierte, para la nueva pareja del padre, en una imagen del "deseo, por un breve minuto, de simplemente irse de la tierra"). La historia parece deambular, pero en realidad Beattie nunca pierde de vista el devastador corazón del relato.

El mundo de los cuentos de Beattie es el mismo de sus novelas: personajes de clase media alta, en su segundo o tercer matrimonio, pero capaces de mantener relaciones civilizadas con sus ex-parejas: "Raquel pasa los veranos con su ex-esposo y con la hija del segundo matrimonio de su ex-esposo, con el novio de la hija y con el mejor amigo del novio". Estos yuppies de familias disfuncionales andan perdidos por el mundo y se enfrentan a sus pequeños grandes problemas sin melodrama, con esa quieta tensión que le ha valido a esta escritora ser considerada minimalista (no lo es). Leídos uno tras otro, los cuentos de Beattie pueden cansar: los personajes son muy similares entre sí, al igual que sus problemas, y se entiende la razón del estereotipo de "ficción doméstica". Hubo ratos en que extrañé un mundo más tabloide y sensacionalista, más sucio (digamos, el de Joyce Carol Oates), pero tampoco me cansé de encontrar joyas como "In the White Night", "Snake’s Shoes", "Like Glass", "Gravity", "Skeletons"…     

Ann Beattie capta su época a la vez que la trasciende. Sus cuentos están hoy muy vivos y demuestran de manera contundente que su obra no sólo se reduce a una novela zeitgeist.

(la Tercera, 22 de noviembre 2010)

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Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

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