Clara Sánchez
El viernes por la noche falleció Ángel González, un poeta que leo desde 1976. No recuerdo el día y la hora pero sí el año por motivos que me guardo para mí. Sin él saberlo, en aquellos días estaba formando parte de mi particular revolución de vida, que ha desembocado en lo que hoy soy. Después, sin saberlo yo, tuvo parte en un acontecimiento que marcó mi vida literaria. Cuando se me concedió el premio de novela Alfaguara 2000 y se desveló el jurado, el corazón me dio un vuelco al ver que uno de los miembros era Ángel González. Me emocionaba tanto la idea de que hubiese leído mi novela este poeta extraordinario que no usaba las palabras para brillar sino para iluminar el mundo, que era como si me hubiesen premiado dos veces, y además me lo tomé como un presagio. Después hemos coincidido en sitios, hemos cruzado algunas impresiones y…bueno todo eso no importa, lo que de verdad importa es que existió para todos los que tuvimos y tenemos la suerte de conocer sus libros. Y el que sigue es el poema suyo que primero leí y el que me abrió la puerta a su poesía. Se llama Elegido por aclamación:
"Sí, fue un malentendido.
Gritaron: ¡a las urnas!
Y él entendió: ¡a las armas! -dijo luego.
Era pundonoroso y mató mucho.
Con pistolas, con rifles, con decretos.
Cuando envainó la espada dijo, dice:
La democracia es lo perfecto.
El público aplaudió. Sólo callaron,
Impasibles, los muertos.
El deseo popular será cumplido.
A partir de esta hora soy -silencio-
El jefe, si queréis. Los disconformes
Que levanten el dedo.
Inmóvil mayoría de cadáveres
Le dio el mando total del cementerio."