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Enrique Morente

Por 14 de diciembre de 2010 Sin comentarios

Clara Sánchez

En este día tan triste porque debemos despedirnos de un gran Maestro, os dejo una de las últimas entrevistas con él, publicada en la revista Mercurio en septiembre de 2010.

ENTREVISTA CON ENRIQUE MORENTE

"Me interesa insistir en la fuerza del silencio…el silencio de los intervalos; pan… pan… pan…"

FRANCISCO GUTIÉRREZ CARBAJO

Enrique Morente es un artista completo, un representante ejemplar de la cultura contemporánea. Nacido en la cuesta granadina de la Calderería, por donde se asciende a lo más alto del barrio del Albaicín, Morente es la voz más alta y profunda del flamenco, la voz que ha sabido combinar lo más genuino de esta tierra con los ritmos y los sones más universales. 
Le comento al comienzo de esta charla la afirmación de Nietzsche en El caminante y su sombra sobre los grandes creadores, que se imponen los modelos de los creadores anteriores e intentan vencerlos con gracia, de modo que se note al mismo tiempo la sujeción y la victoria.

Me dice que está de acuerdo con la afirmación de ese filósofo y que lo que usted intenta es interpretar bien todos los cantes, los que se consideran básicos y todos los demás:
Claro, a mí lo que me interesa es cantar bien la caña, por ejemplo, lo que no puedo dejar de hacer es introducir cosas mías, elementos personales, y para algunos “ahí está lo malo”. Antes de llegar tú al ensayo, estábamos haciendo la caña con cuatro guitarras, interpretándola a nuestro modo, sin olvidar a los grandes maestros. Uno de los que cuadraba la caña muy bien era El Gallina pero no podemos limitarnos a reproducir lo que él hacía. Tenemos que intentar incorporar creaciones nuevas.

Estamos por tanto en la polémica sobre lo clásico y lo innovador, que ya comentábamos hace unos treinta años.
Estamos exactamente en ese lugar, y se puede entender muy bien esa polémica recordando una frase que se decía en Granada y que repetía mi madre: “Al revés de la gente es mi marío”. En esa diferencia está muchas veces la raíz del cante. En mi caso concreto algunas veces sigo los estilos clásicos y en otras ocasiones marco más esa diferencia. Todo depende del momento y de las circunstancias.

En este año en el que celebramos, entre otros homenajes, el de Miguel Hernández, usted logró ser el primero en incorporar su lírica al repertorio del flamenco.
Vosotros fuisteis un poco los responsables de eso: Andrés Raya, Ortiz Nuevo y tú precisamente. Me acuerdo que en la cervecería Alemana de Madrid me enseñasteis un libro de poesía de Miguel Hernández y en seguida me di cuenta de que esos textos podían cantarse por flamenco.

En aquellos momentos constituía un acto de compromiso político cantar textos como los de las Nanas de la cebolla.
Ahora he retomado las Nanas de la cebolla. Hace ya tres o cuatro meses que las grabé. Todavía no ha salido el disco, pero me parece que de todo aquello que entonces elegí de Miguel Hernández era lo que más me apetecía volver a grabar. Con algunas variaciones, son las mismas que grabé entonces. En aquella ocasión me acompañaba a la guitarra Perico del Lunar y ahora Rafael Riqueni. Con éste y con otros grandes guitarristas, cantaores, bailaores, magníficos artistas todos, estamos realizando varios conciertos, como los de Madrid, los de Buitrago de Lozoya…

Yo creo que no existe una separación tajante entre la copla flamenca y la lírica popular. Por ejemplo, entre las muchas coplas que tú interpretas aparecen ya algunas populares recogidas por Demófilo o por Rodríguez Marín, como ésta: “Deseada una cosa / parece un mundo / luego que se consigue / tan sólo es humo”.
Entre la lírica popular y la copla flamenca suele haber pequeñas diferencias y matices. Existen letras populares que han interpretado siempre todos los cantaores, los de antes y los de ahora. A mí siempre me emocionan las letras populares. No las distingo yo mucho de las flamencas. Tienen el mismo sabor y la misma construcción. Pero bueno, cada una tiene sus matices aunque están muy mezcladas. 
En cuanto a la letrilla de “Deseando una cosa / parece un mundo…” es tan preciosa, tan pequeña, y dice una verdad tan inmediata que es curioso que a alguien se le ocurriera escribir una cosa así, ¿no? Una letra que no está en la SGAE. ¡Es algo tan sencillo, tan poco pretencioso y que dice tanta verdad! Es lo que sucede cuando te cansas de ser lo que ya eres.

Me parece muy acertado lo que dice. Es lo que comentaba Platón del amor como “la expresión del deseo de aquello que nos falta”. En cuanto a la intensidad de esas letras breves, en la célebre conferencia de García Lorca en el Concurso de Granada de 1922 afirmaba que “hay coplas en que el temblor lírico llega a un punto donde no pueden llegar sino contadísimos poetas” y pone como ejemplo la de “Cerco tiene la luna / mi amor ha muerto…”, que había recogido ya Rodríguez Marin.
Es una letra de una gran belleza. Es una imagen que presenta unos sentimientos extraordinarios. Esa letra ya la cantaba Pepe Marchena. Seguramente en esa época sería un crío. Pero esas letras que cantaban Marchena y otros artistas alguien las ha escrito, no han venido del cielo. Ese es el enigma, el milagro… y la estima que hay que tenerles a los recolectores de letras… a Rodríguez Marín y a los demás.

Esta es una cuestión en la que parecía no estar muy acertado Demófilo, que creía que la anonimia era el fundamento de lo popular cuando existen otros factores, como la difusión oral, la propagación colectiva, la introducción de variantes…
Claro, la cuestión de que sean conocidos o nos los autores de esas letras no quiere decir que no sean populares. A mí me habría encantado que cantaran letras que yo hubiera compuesto.

Es lo que opinaban también Manuel Machado y otros autores.
A mí el matiz ese de hacer diferenciación, de intentar averiguar si estas letras son o no de ciertos autores, de si estas son anónimas, de si estas son populares, de si estas son flamencas… es una discusión que no me parece importante. Yo pienso más bien que cuando se habla del cante de Curro Dulce o de cualquier otro cantaor, que cuando se hace ese cante de Curro Dulce o de quien se sea, cada cantaor lo canta con su estilo peculiar. Siempre se cambian los cantes; incluso a veces se cambian por una necesidad fisiológica: por estar en ese momento ronco o estar acatarrado. Por ejemplo, después de una noche de fiesta, probablemente le dices al guitarrista que ya no lo puedes cantar como el día anterior, que lo vas a cantar en un tono más bajo, de otra forma, con otra entonación…

Si hay un diálogo entre la copla flamenca y la popular, también lo hay entre ésta y la literatura culta. Ambas utilizan a veces las mismas estrofas. 
Yo en este tema cada vez hago menos distinción. Y por otra parte, tanto si el verso tiene ocho sílabas como si tiene dieciséis, si se puede cantar, se canta. Las letras no tienen por qué tener una métrica fija para poderlas interpretar. Ahora bien, hay que ser aficionado y conocer la métrica antigua y la moderna; eso es lo primero.

Siguiendo con la interpretación de autores cultos, usted les ha prestado especial atención a los poetas del 27, que cultivaban también poesía popular, como Alberti, García Lorca…
Toda la generación del 27, Lorca, Alberti, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Luis Cernuda constituyeron un grupo que es especial en la literatura y en el arte…tuvo que existir algo singular que llevase a juntar a toda esa gente en esa época, porque entre ellos hubo sus más y sus menos, digo yo. Pero es una especie de milagro el que se reuniera en la Residencia de Estudiantes ese grupo con esa idea del arte. A mí me ha gustado mucho interpretar sus textos.

En la Residencia de Estudiantes se produce un diálogo no sólo entre distintas voces poéticas sino también entre diversas manifestaciones artísticas, porque los escritores citados coinciden con otros artistas como Buñuel, Dalí, Falla… se relacionan con Picasso.
A mí me interesan los del 27, escriben con gracia; yo no soy un experto en estos escritores… y siempre estoy guiado por la intuición, por la emoción, por el instinto. Yo voy a las letras y ellas vienen a mí. Hay muchos modos de establecer ese contacto. En los últimos tiempos me ha sucedido algo muy curioso. Leí un trabajo sobre Picasso. En él había textos de ciertos escritores, que eran glosas sobre el pintor y algunos folios amarillos escritos por el propio Picasso y alguien me dijo: “Eso no, eso no se puede cantar”. Y yo le dije: “No, yo quiero cantar lo que dice el propio Picasso. Porque si él escribe unos textos y dice que son poesía, se pueden cantar”. La verdad es que era más fácil cantar las letras del propio Picasso que las glosas.

Lo que contiene el disco sobre Picasso entonces no son glosas sino obras originales del propio pintor.
Sí, pero no todas las composiciones son de Picasso. Se incluyen también las de algún poeta preferido por él, que se lo leía el barbero del pintor malagueño, que era de Buitrago de Lozoya.

¿Cómo se llama ese poeta?
Era Luis de Góngora. Canto un poema al que el propio Picasso le hizo un dibujo, el soneto X, que dice: “Mientras por competir por tu cabello / oro bruñido el sol relumbra en vano…”
Ese soneto no lo he interpretado en los últimos conciertos pero está grabado en el disco.

Hablando de sonetos, hay uno clásico que también ha grabado: “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras…?” y otros muchos poemas muy hermosos.
Estamos en lo que hemos dicho antes, en que esos poemas se pueden cantar perfectamente por flamenco, que diferenciar demasiado no es bueno…el flamenco bebe de muchos sitios… ahora algunos están empeñados en que el flamenco viene de Rusia… pero no, de Rusia no viene el flamenco.

Volviendo a los del 27, el texto que interpretas de Pedro Garfias: “él iba solo tambaleándose…”
Es un poema precioso, que cuenta cosas que parece que están viéndose y que están viviéndose. El poeta refleja además que bebía un poco menos que algunos que yo conozco.

¿Es la propia lectura de los poemas la que le inspira el tipo de cante?
Cuando me pongo a hacer un disco basándome en un texto literario lo primero que hago es leerlo, luego cojo la guitarra y me pongo a cantarlo. Si es una letra complicada no pienso en principio si la voy a cantar por siguiriya o por otro palo… Por ejemplo en las letras que he cantado de Picasso puede haber algún palo clásico intercalado pero el resto tiene una construcción y una musicalidad más libre. Hay alguna malagueña, que cuadra bien con lo que escribe Picasso.

Usted ha alternado a lo largo de tu trayectoria literaria la interpretación de cantes canónicos con otros que ha creado. Viene practicando desde hace mucho tiempo lo que hoy se llama mestizaje, hibridación. Quizá por eso su arte es tan abierto, tan comunicativo.
Hoy, con la comunicación tan grande que existe, que con un aparato de radio puedes escuchar una canción de la India, que con internet puedes hablar con uno de China… no tiene sentido encerrarse. Por eso los encuentros con otras músicas, con otras artes siempre son buenos. Depende de lo que quieras hacer, claro. El flamenco clásico porsiguiriyas, por soleás, por tientos… no se debe perder pero eso es otra cosa.

Usted ha interpretado y sigue interpretando todos los estilos clásicos con una maestría indudable y luego ha ido incorporando las nuevas tecnologías, nuevos instrumentos, nuevas voces…
El flamenco está abierto, como la pintura y otras artes. El flamenco no debe estar encorsetado ni empeñarse en que hay que mantener el cante con una forma rígida porque así lo hacía fulanito o menganito, con dos tercios más…
Para hacer innovaciones hay que conocer bien los cantes. Hacer una taranta nueva es muy difícil porque hay que conocer la taranta antigua, la taranta de siempre. Y eso sirve para el guitarrista y para el cantaor.

No debemos incurrir, por tanto, en aquello que criticaba Pepe de la Matrona, de los que querían empezar a correr antes de saber andar.
Sí, y también decía Pepe que “quieren hacer la trampa antes de aprender a jugar”.

Ha cantado con Pepe de la Matrona, con Bernardo de los Lobitos, Pericón, El Gallina, Antonio Mairena. Combina el clasicismo con las formas más libres y oye a todos.
A mí me gusta todo el mundo que tiene arte. A todo el que canta lo escucho, no tengo problemas en ese aspecto. Todo el mundo que canta me interesa y pongo toda la atención. Hay sin embargo gente que se levanta cuando está tocando un guitarrista o está cantando un cantaor, y haciendo eso está perdiendo la posibilidad de aprender una lección.

Y la pregunta esa de ¿hacia dónde va el flamenco, hacia dónde vamos? 
Son cuestiones muy difíciles de contestar, pero una letra nos da la clave: “Lo de ayer ya se pasó / lo de hoy ya va pasando / mañana nadie lo ha visto / mundillo, vamos andando”.

Los grandes temas del flamenco, como los de la literatura, son los que llamaba Antonio Machado, “los universales del sentimiento”, es decir, la vida, la muerte, el amor…
Claro, son temas eternos, la muerte, la vida, el amor… pero también está lo que hoy pasa en el mundo, las injusticias, las guerras, el hambre en África…

Y junto a los temas trágicos, está también “la cara amable del cante”
Sí, pero esa chispa, esa cara amable y graciosa están muchas veces cimentadas en una tragedia, en una desgracia. En el mismo cante por alegrías la encontramos: “Nadie se arrime a mi cama / que estoy ético de pena, / que el que padece mi mal / hasta las ropas le queman”. Parece a veces que estamos muy contentos y por dentro hay una hecatombe. Yo creo que la poesía y la literatura del flamenco, la que llaman culta y la popular, siempre tienen esa parte trágica.

Todas estas letras han de someterse, como dice Caballero Bonald, a las insoslayables leyes del ritmo.
Del ritmo hay muchos conceptos. Hoy por ejemplo, cuando hemos empezado el ensayo del concierto quería que el percusionista encontrase un tempo lento, como que algo que fluye…pan, pan, pan…, en el aire… estábamos haciendo la soleá, y quería que también se marcasen los compases del silencio.

¿También en los conciertos sobre Picasso?
En los conciertos sobre Picasso canto letras del propio pintor, como alguna malagueña pero interpreto también otros palos, a los que contribuyen todos los músicos que me acompañan y los bailaores. Me interesa insistir en la fuerza del silencio… el silencio que se marca en los intervalos… pan, pan, pan… Mediante esa fuerza del silencio, vemos por ejemplo, que no estamos haciendo una soleá normal, que manejamos otro ritmo, sin olvidarnos de la soleá clásica… pan, pan, pan… y aquí estás llevando el ritmo interiormente, y cuando cantas, lo sientes luego especialmente. Yo llevo luchando mucho tiempo con este tema porque profesionalmente soy cantaor. Realizo un trabajo que recorre todos los palos, sustentado siempre en el compás. Mi trabajo es cantar pero este asunto es un reto que llevo persiguiendo desde hace mucho tiempo: el lograr que en el cante también se escuche el silencio.

Enrique Morente, como los grandes filósofos y poetas, quiere que junto a las palabras y las voces, suene la fuerza del silencio. El silencio no es un eco, es una forma más de voz. Pero para oír el silencio y las voces hay que estar bien despiertos, como decía Antonio Machado: “Despertad, cantores: / acaben los ecos / empiecen las voces”. 

(Link original de la entrevista:http://www.revistamercurio.es/index.php/revistas-mercurio-2010/mercurio-123/525-08entrevista-con-enrique-morente9

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Clara Sánchez

Clara Sánchez es escritora española. En la actualidad reside en Madrid, donde estudió la carrera de Filología Hispánica y donde durante varios años enseñó en la universidad. Hasta la fecha ha publicado ocho novelas: Piedras preciosas (Debate, 1989), No es distinta la noche (Debate, 1990), El palacio varado (1993, Punto de Lectura 2006), Desde el mirador (Alfaguara, 1996), El misterio de todos los días (Alfaguara, 1999), Últimas noticias del Paraíso (Alfaguara, 2000), Desde el mirador (Alfaguara, 2004) y Presentimientos (2008).  Su obra ha sido traducida al francés, alemán, ruso, portugués, griego...Ha recibido el premio Alfaguara de novela en 2000 por Últimas noticias del paraíso. Y el premio Germán Sánchez Ruipérez al mejor artículo sobre Lectura publicado en 2006 por la columna titulada "Pasión Lectora" (El País, 6 de agosto). Colabora habitualmente en El País. Y durante unos cinco años lo hizo en el programa de cine de TVE "Qué grande es el cine".

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