Clara Sánchez
Además, sus aparatosos motores funcionaban con gasolina, que era el combustible de la época antes de pasar al hidrógeno y al aceite de girasol, y por eso algunos ardían al colisionar. Por no hablar de las ruedas, un invento que arrancaba de unos cinco mil años atrás y que aún no habían superado.
En los manuales leerán que cuando había que comparar algo malo (infartos, epidemias o catástrofes) con algo peor siempre se comparaba con las bajas por accidentes de tráfico y se preguntarán por qué, si se retiraron los anuncios del tabaco y del alcohol de la televisión, no se retiraron los de coches, o por lo menos no se dejó de enaltecer la sensación de libertad y alegría producidas por la velocidad. Y les resultará bastante contradictorio que junto a uno de estos anuncios engrandeciendo los caballos y potencia de un modelo aparezca otro de Tráfico pidiendo prudencia y sentido común para rebajar las negras estadísticas de cada fin de semana. También les llamará la atención que llegásemos a considerar el coche, no sólo un medio de transporte a falta de algo mejor, sino un complemento más como los zapatos o el reloj, cuando no una armadura, desde cuyo interior ser dueños del mundo.