
Eder. Óleo de Irene Gracia
Basilio Baltasar
Los Consejos políticos de Plutarco pueden leerse como un mensaje a los dirigentes de nuestro siglo. Como si carecieran de su propio manual de instrucciones, el viejo Plutarco les recuerda el criterio que haría más eficiente su labor. En su breve y conocido tratado el polígrafo griego menciona la vocación, el carácter, la elocuencia, el estilo y la fuerza vocal necesaria para cumplir la llamada función pública. Y es admirable comprobar que, mientras exhorta a sus jóvenes discípulos a practicar la vía de la virtud, el autor perfecciona una deliciosa arenga contra los sinvergüenzas que envilecían a la ciudad con su avaricia. Entre otros ejemplos, cita la frase de Temístocles: "¡Jamás ocupé yo un puesto en que mis amigos no obtengan de mí más privilegios que quienes no lo son!
Quienes lamentan con agobiante pesadumbre el mísero espectáculo de estos días de oprobio, deberían sacudirse de encima la soporífera ofensa y leer con más provecho a los clásicos. De este modo sería más improbable que dieran su brazo a torcer y cayeran en la tentación de desistir.