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Los curas de Vallecas

Por 20 de abril de 2007 Sin comentarios

Basilio Baltasar

No sé hasta qué punto es lícito entrometerse en los conflictos internos de una iglesia, ahora que los laicos les invitan cordialmente a recluirse en los asuntos de su exclusiva incumbencia.

Pero en este período de tránsito, dominado todavía por la reticencia eclesiástica a abandonar los fastos de la política, nos vemos obligados a considerar la alarma social que provocan algunas de sus decisiones.

Lo hemos visto estos días en la televisión: una aglomeración de vecinos inquietos en las puertas de su parroquia, en el distrito madrileño de Vallecas, apoyan a los sacerdotes amenazados de desahucio y expulsión por su obispo.

Por lo visto, y esto lo hemos podido averiguar escuchando el enfado de los parroquianos, los curas repudiados por el obispado madrileño han llevado su vocación evangélica hasta un extremo que la jerarquía considera impertinente.

La parroquia, las cuatro paredes de un modesto edificio de barriada, se ha convertido en el refugio permanente de una corte de miserables: drogados, emigrantes, mujeres apaleadas, desarraigados y borrachos; probablemente, algunos de ellos delincuentes habituales.

La protesta ha sido enérgica y los vecinos han prometido levantar, si fuera preciso, barricadas y, desde luego, la voz, que la tienen la gruesa. Les parece intolerable el trato destemplado que la Iglesia de Madrid da a los más sacrificados y heroicos intérpretes de su Evangelio.

Los portavoces del cardenal Rouco Varela han publicado sus razones, aunque muy molestos con la injerencia mediática en asuntos que, efectivamente, consideran privados. Estos inconvenientes, afirman, no deben ser aireados pues el tumulto no contribuye a resolver conflictos tan delicados.

Aún así, al final ha salido a la luz la acusación. Por lo visto, las normas litúrgicas vigentes en la Iglesia española deben cumplirse a rajatabla y la jerarquía exige a sus miembros el estricto cumplimiento de la ordenanza.

El conflicto parece inevitable: los curas de Vallecas no tienen tiempo para lindezas. Con las manos sucias de cuidar a desgraciados, no pueden contribuir a la majestuosa escenografía episcopal. Además, para más INRI, resulta que, por su cuenta y riesgo, han llegado a conclusiones que a los obispos les parecen escalofriantes. El confesionario, por ejemplo.

Rodeados de seres sufrientes y después de contemplar durante casi cuatro décadas a los que parecen nacidos para llevar en sus espaldas el particular martirio de su cruz, no saben cómo podrían sentarse a escuchar la confesión de sus pecados. Consideran que bastante penitencia llevan a cuestas y les parece ridículo administrar un perdón que no se consideran autorizados a conceder. ¿Cómo perdonar a la esposa de un borracho cuyo hijo con Sida le roba para comprar heroína adulterada a los traficantes de las chabolas?

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Basilio Baltasar

Basilio Baltasar (Palma de Mallorca, 1955) es escritor y editor. Autor de Todos los días del mundo (Bitzoc, 1994), Críticas ejemplares (BB ed; Bitzoc), Pastoral iraquí (Alfaguara), El intelectual rampante (KRK), El Apocalipsis según San Goliat (KRK) y Crítica de la razón maquinal (KRK). Ha sido director editorial de Bitzoc y de Seix Barral. Fue director del periódico El día del Mundo, de la Fundación Bartolomé March y de la Fundación Santillana. Dirigió el programa de exposiciones de arte y antropología Culturas del mundo (1989-1996). Colabora con La Vanguardia y con Jot Down. Preside el jurado del Prix Formentor y es director de la Fundación Formentor.

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