
Eder. Óleo de Irene Gracia
Basilio Baltasar
Lo que viene a decir Simón Peres cuando ofrece asilo a Roberto Saviano es que en Israel encontrará refugio y protección. Es posible que veas estallar los cohetes de Hezbolá o las tracas de Hamás, pero no debes temer a los sicarios napolitanos: no aquí.
Espero que el Presidente de Israel haga el mismo ofrecimiento a Emilio G., el joven vasco que destrozó a martillazos la herriko taberna de Lazkao y cuyo apellido hoy no podemos conocer. Lo comprendió Emilio mientras la policía lo esposaba: "lo siento por mis padres".
Efectivamente, los patriotas vascos de la localidad ya pasean las antorchas por la calle y después de concelebrar la bomba con la que ETA reventó la casa de Emilio se apresuran a escenificar el progromo reservado a los que dan la cara.
Emilio es socialista e hijo del concejal socialista fundador de la Casa del Pueblo destrozada por la bomba de ETA, pero el Partido Socialista de Euskadi se siente obligado a recalcar ante la prensa que el impulsivo e impaciente joven "no mantiene ningún vínculo con el partido".
Ojalá Simón Peres comprenda la dimensión de la vendetta reservada contra Emilio G. y le ofrezca refugio en la tierra de Sión: sólo aquí estarás libre de los sicarios de ETA.