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Escrito por

Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

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Sontag y Leibovitz, a cuatro manos

Cuando Susan Sontag agonizaba, víctima de un cáncer contra el que luchó desde muy joven, tenía a su lado a la mujer que había sido su pareja durante quince años, Annie Leibovitz. Y en esa cerrada intimidad en la que el tiempo se rompe en mil pedazos y la ausencia de la luz cobra sentido, Leibovitz la fotografió. ?Las imágenes de Susan me ayudaron a superar su muerte?, afirmó al inaugurar una exposición con las fotos en un blanco y negro mate, la más cruda expresión del dolor, austero, naturalista, que desagradaron a su hijo David Reiff. Su relación era bien conocida por la alta sociedad neyorquina y en los círculos creativos, pero se mantuvo en secreto hasta que los rumores cristalizaron en una realidad muy discreta. Vivían en dos pisos separados en el mismo edificio de Chelsea, y cuando Leibovitz tuvo, con 51 años, una niña por inseminación artificial ?se llegó a rumorear con maledicencia que el esperma era del hijo de Sontag? organizó junto a la escritora un encuentro con la aristocracia intelectual de Manhattan. Carismática y genial, la pareja contaba con el respeto de los medios, aunque mucho se revolvió acerca de aquel exacerbado secretismo tratándose de dos mujeres libres y poderosas. Los activistas homosexuales las criticaron por no aprovechar su ascendencia para normalizar la causa. Leibovitz ha afirmado en muchas ocasiones que Susan había sido una de las personas más influyentes en su vida. Sontag, que se autodefinía como moralista obsesiva, confesó haber amado a hombres y a mujeres, y acostumbraba a hablar en neutro acerca del amor. ?Cuando digo que estuve enamorada, quiero decir que tuve toda una vida con otra persona, que vivimos juntos, que fuimos amantes, viajamos, que hicimos cosas. Nunca estuve enamorada de alguien con quien no me haya acostado?, declaraba en la célebre entrevista de Jonathan Cott en Rolling Stone. Mujeres: nuevos retratos, que se acaba de inaugurar en Londres y viajará por diez ciudades del mundo, parte de un proyecto que arrancó en 1999, sobre una idea de Sontag que Leibovitz asegura haber vivido como algo parecido a querer ?fotografiar el océano?. A medida que la poderosa fotógrafa avanzaba, alejada del plató en el que dispara a las glamurosas portadas de Vanity Fair con las estrellas de Hollywood, crecía el interés en plasmar una realidad que transcendiera los focos. Son retratos donde se mezclan esperanza y drama, epidermis y ensueño. Y ahí florece la herencia de una de las intelectuales más brillantes del siglo XX: novelista, directora de cine, activista política, ensayista capaz de escribir sobre estética o psicoanálisis, una mujer inconformista y valiente que ejerció de conciencia de una Norteamérica turbulenta y ombliguista. No calló nada, ya fuera la guerra de Vietnam, la tradición antiintelectual yanki la supremacía blanca, el deterioro de la democracia norteamericana, las censuras a la prensa? No es frecuente que en el país donde se idolatra fieramente bandera e himno y que no permite renunciar a su nacionalidad, alguien declarare: ?Siento un poco de vergüenza de ser estadounidense. Siempre me ha molestado la vanidad de querer ser los primeros (?). Quizá por eso me gusta tanto sentirme extranjera. Me interesan más los derrotados que los vencedores?. Hoy descansa en el cementerio de Montparnasse, mientras la exposición de retratos de mujeres de piel dura y brillante, célebres o antiheroínas, nos devuelve el eco de esa intelectual que se declaraba estética apasionada, la que llamaba a su biblioteca ?de ocho mil libros? ?mi archivo de anhelos?, la que sostenía que hablar era ?una versión pálida y provisional de escribir?, con su su mechón tozudo y blanco. Responsabilidad / Carla Bruni Si cuando fue primera dama no dudó en abrirle un paréntesis a su carrera musical, ¿cómo no iba a retrasar el lanzamiento de su esperado nuevo disco ahora que su marido se prepara a reconquistar el Elíseo? El álbum ya está grabado, pero ella, como ha declarado a Le Canard Enchaîné, no quiere perturbar su campaña ahora que los sondeos le sitúan ligeramente por detrás de Juppé en las primarias conservadoras. Qué dulce fantasía la de cantar en sus mítines.

Ojo y sombra / Alberto García Alix Quizá el proyecto de su nueva exposición ?en la Tabacalera madrileña hasta el 10 de abril? fuese en su día un Horizonte falso, pero es innegable que, en pos de la abstracción, Alberto GarcíaAlix transita un camino tan poético como sugerente. Sin quitarse la chupa, y siempre fiel a lo analógico y el glorioso blanco y negro, captura árboles desnudos, sombras de motos que parecen insectos, perros callejeros y misteriosas arquitecturas. La búsqueda sigue palpitando. De basura a estilo / Javier Goyeneche Después del sector energético, la moda es la industria más contaminante. Por eso, ahora que Pharrell Happy Williams se ha hecho con la mitad de G-Star Raw, con la que ya colaboraba haciendo vaqueros a base de plásticos recuperados en los océanos, me quiero acordar de Goyeneche y su inquebrantable compromiso con la moda sostenible. Un visionario que ha colocado a su empresa, Ecoalf, en vanguardia de la investigación textil: convirtiendo la basura en amorosos tejidos. (La Vanguardia)

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13 de febrero de 2016
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Nuevo bestialismo

Ocurrió ya en los noventa con los movimientos que cuestionaban el impacto de la llegada del llamado hombre suave, el que perdía hierro mientras algunas mujeres recubrían su piel de plomo para blindar sus nuevas ambiciones. Y hubo un grito de alarma, como si se fueran a acabar los hombres de verdad ?¿alguien sabe qué significa realmente eso??. Una oleada rabiosa cuestionó no tanto la igualdad como sus consecuencias, lo que es peor: desde el cine de yuppies desbordados de virilidad, encarnados por Michael Douglas o Tom Hanks, hasta los monólogos del protagonista de Dinero, de Martin Amis, o las teorías del antropólogo y poeta Roger Bly, que anunciaba la tristeza de ese nuevo hombre que había aprendido a ser receptivo, sin que aquello fuese suficiente. ?Toda relación necesita de vez en cuando cierta violencia: la necesitan tanto el hombre como la mujer?, aseguraba con una naturalidad heladora. Hoy, cuando hablar de la masculinidad en singular parece una antigualla y se abraza un variado catálogo de maneras de ser y sentirse hombre, estos movimientos de resistencia producen desolación, por su testarudez existencial, pero también por su mamarrachada: cambia la piel del mundo mientras ellos se empecinan en vestir el pelo de animales animando al hombre a cazar y a la mujer a callar. Ahí está el revuelo levantado por Return of Kings, una organización ultramachista que el sábado citó a millares de hombres en 163 ciudades del mundo. Sólo se precisaban dos requisitos: ser heterosexual y defender la supremacía del hombre sobre la mujer. Uno de los objetivos de Roos Valizadeh, el gurú de este neobestialismo, es establecer ?tribus? machistas por todo el planeta que inicien cruzadas como la de conseguir legalizar la violación dentro de una propiedad privada. Las redes sociales propagaron el asunto y asociaciones feministas, la Fiscalía, la policía y hasta Ada Colau condenaron la burrada. En el Reino Unido se recogieron firmas para prohibir el ?movimiento? y un club de boxeo femenino neoyorquino adelantó que también acudiría a las quedadas. El velludo Valizadeh canceló las concentraciones, aunque tras haber orquestado una campaña de marketing colosal. Habría que preguntarse por qué arrecia una y otra vez el viento que considera la igualdad una afrenta, soplado por ese miedo atávico a perder poder. La evolución del lenguaje es a menudo un buen indicador de lo que ocurre en la sociedad y, en la nuestra, términos como hembrista o feminazi a menudo se sacan como escudo temiendo una especie de revancha de género. A estas alturas de la película, ¿de verdad alguien quiere dedicar energías, tiempo y sentimientos a abanderar un nuevo machismo cuando aún no nos hemos librado del original? (La Vanguardia)

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10 de febrero de 2016
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Sabina en el Paradís

Ríe Sabina frente a un plato de jamón en el restaurante Paradís, recordando que Bélgica, cuando estuvo casi un año y medio sin gobierno, experimentó un considerable crecimiento, y que en Perú les fue mejor después de que Fujimori dimitiera por fax. Son cosas que se dicen con mayor determinación si te sientas en uno de los restaurantes preferidos de nuestros políticos, pegado al Congreso. Sólo en lugares como estos, donde se ha tramado tanta gloria, puede fumarse en los privados: la manga ancha así de madrileña es tan tremenda como rumbosa. Joaquín Sabina se ha hecho pintor. Presenta un lujosísimo libro-objeto dentro de una caja lacada: 2.100 euros el ejemplar. Todas las caricaturas se acaban rompiendo. Así son las cosas: el golfo del bombín negro, el de la ronquera vacilona, después de pisar incontables escenarios, rodar miles de kilómetros, vivir en Londres, reventar la movida, encender La Mandrágora, local mítico donde ejercía de nazareno tunante con Krahe frente a las crestas del Rockola…, después de todo eso, y de sobrevivir a un ictus y hace un mes a una peritonitis, entra en el catálogo de Artika, un Olimpo artístico español que ha editado a Goya, Picasso, Dalí, Chillida, Barceló o Plensa. Eso sí, el músico asegura que sus dibujos no son arte, como tanto ha repetido que sus canciones no son poesía. Es un intruso. Lo que dice haber sido en la vida. Dejó la coca y las noches en blanco hace diecisiete años; no necesitó ayuda. Nunca probó la heroína ??creo que por pueblerino, como por una intuición??. En los conciertos, para salivar mejor, chupaba sal, hasta que un día los músicos le dijeron: ?Colega, la gente se cree que es farlopa, y dice: ¡Mira qué mala educación!??. Cuando llegaba borracho a casa pintaba una puerta junto a la que hoy se fotografía. Bebe tequila recién operado del estómago, como el torero que se cura de una cornada, y mientras va pintando mujeres Lempicka, señoritas emparentadas con las de Matisse o Gauguin. Llama a sus dibujos garagatos ??un garabato doméstico, un animal de compañía??, y empezó a pintarlos hace más de veinte años, para quedarse mudo entre concierto y concierto. Sabina se ponía a garabatear culos con encanto, tan delicados como expresivos. Le fue encontrando propiedades curativas al dibujo ?además de protegerlo de las selfies? y los rotuladores se convirtieron en calmantes de la autoexigencia y el miedo escénico: ?Pintar es una cosa maravillosa porque está el papel en blanco y unos colores, y puedes mezclarlos como quieras. Y además no tienes que enfrentarte al público, no tienes al tendido del siete diciéndote: ?Arrímate más, cabrón?. Las palabras significan cosas, y en la pintura a veces basta con los colores y una mínima forma?. Sabina apura su tequila, se ríe de sí mismo y, entre sonrisa y nervio, habla con un aire de canción en la mirada que viene de lejos, del paraíso. (La Vanguardia)

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8 de febrero de 2016
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Las chicas Mitford: excéntricas y perversas

Nadie como ellas lucía las perlas en sus cuellos de cisne, ni bailaba con John F. Kennedy con la espalda erguida y a la vez redondeada. Posaban frente a la cámara de Cecil Beaton con una mirada inquietantemente transparente y enamoraban a los lánguidos dandis de la Inglaterra post victoriana. Irreverentes y libertarias, estas aristócratas iconoclastas que resultaron políticamente extremas, las “chicas Mitford”, fueron tan famosas por su elegancia y sus amistades bohemias e incorrectas como por sus ácidas inteligencias que cargaron el humor como un arma: en su infancia novelesca ya lo utilizaban destrozarse verbalmente las unas a las otras. Las crónicas sociales dan fe de sus atrevimientos, sus excesos y escándalos. Además, bien se ocuparon de agarrarse a la inmortalidad dejando una detallada memoria de sus vidas azarosas, en las que volcaroncontradictorias paradojas y retratos mordaces. Esta semana Sotheby´s ha anunciado que el próximo mes de marzo subastará 400 objetos personales de la última superviviente del clan, la pequeña. Deborah, Debo, la undécima duquesa de Devonshire, fallecida en 2014 con 94 años. Fue íntima de JFK, de Lucian Freud y de muchos parlamentarios británicos. En ?Wait for me!? (¡Esperadme!), título de su contribución a la obra coral de la saga bautizada Mitfordiana, un género en sí mismo, contaba que al ser la pequeña se pasaba el día corriendo detrás de sus hermanas mayores. Tory recalcitrante ?aunque se declaraba apolítica?, en una ocasión, junto a su hermana filonazi Unity Walkiria, tomó el té con Hitler. En sus últimos años escribió manuales de jardinería. La familia espera recaudar un millón de euros, aventando sus cenizas en esa especie de liberación simbólica y económica. Ahí está volcado el contenido de la Antigua Vicaría de Edensor: un broche en forma de corazón asaeteado cubierto de diamantes que diseñó personalmente el duque para sus bodas de diamante o una primera edición de “Retorno a Brideshead” dedicada por el amigo de familia ?y pretendiente de Diana ? Evelyn Waugh. Las Mitford supieron representar con literalidad y alevosía su condición de ?excéntricas?. Algunas (Nancy, Diana y Jessica) escribieron deliciosos libros, que van de una autoficción avant la lettre a las memorias literarias; todas han sido objeto de innumerables biografías ?individuales y de grupo?, volúmenes de correspondencia y ensayos sobre sus obras, auténticos bestsellers. Sus vidas cruzadas contienen todos y cada uno de los elementos que conforman el terrible y creativo siglo XX: confrontación política (en la familia convivieron nazis, comunistas y aristócratas), la despreocupada alegría de la happy few, el fin de una estirpe. En España, la recuperación de la obra de Nancy por Libros del Asteroide ??A la caza del amor?, ?Amor en clima frío? y el resto de sus novelas parisinas? ha contribuido a acercar a esa ?agitadora del genio?, como la difinió Waugh. Su vida privada socavó grutas: enamorada de un homosexual, casada con un alcohólico, vivió años en una elegante y digna y miseria y acabó enamorando al al jefe de gabinete del General de Gaulle, Gastón Palewski, Encanto y malicia planean por sus vidas y obras, además de aventura. Diana sería encarcelada por Churchill por sus amistades fascistas, y se casó con e líder de los camisas negras Sir Oswald Mosley, mientras que Jessica colaboró con las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española.Unity, enamorada del Führer, trató suicidar pegándose un tiro en la cabeza con el revolver de pedrería que le había regalado Adolf, pero quedó en un intento de morir fatuamente in belleza. Ella misma / Cindy Crawford Que Cindy Crawford, con su lunar sobre el labio y su desenvoltura tan all american, cumpla 50 años significa que el umbral de la vejez se va espaciando. Aprovecha el aniversario para anunciar que ?se retira? porque, con lucidez, anuncia que está harta de reinventarse. En parte suena al anuncio del torero que al cabo de un par de años vuelve al ruedo, pintón y lucido. Crawford asegura que será fotografiada aún durante diez años más, pero no como modelo. Solo como ella misma. ¿Mainstrivismo? / Pussy Riot

Vuelven aquellas activistas juzgadas ?y condenadas a la cárcel? por vandalismo tras colarse en el altar de la catedral de Cristo Redentor en Moscú para gritar “Madre de Dios, echa a Putin?, como si no hubiera otros sitios más indicados para ponerse bravas. Y regresan melosas, cambiando el punk por el hip hop y los pasamontañas por las pestañas rizadas. En el clip incluyen un buen catálogo de horrores, pero el refinamiento se apropia de ellas y a Putin lo sacan en un cuadro. Diamantes pulidos / Ann Goldstein

Pocas veces sus nombres van en la portada, aunque, solo en nuestro país, son responsables del 30% de lo que se edita. Me refiero a los traductores. Ann Goldstein, 66 años, editora en el New York Times, es una de las pocas celebrities del sector. David Remnick, director de The New Yorker, la describe como una ?talladora de diamantes?; y visto que sus traducciones de la serie de novelas napolitanas de la misteriosa Elena Ferrante han vendido más de un millón de ejemplares en el mundo anglosajón mientras ella mantiene su delicadeza intacta. (La Vanguardia)

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6 de febrero de 2016
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Altos vuelos

Coincide ese 1% que, según Intermón Oxfam, acumula el 99% de la riqueza de la Tierra con la porción minúscula de mujeres que visten alta costura: un puñado de privilegiadas que dejan caer sobre sus huesos exquisitos trajes hechos a mano ?durante cientos de horas? en talleres comandados por auténticos sibaritas del tejido. Porque la alta costura, lejos de languidecer, se ha instalado con su tozudo anacronismo en la cima de los negocios más prohibitivos. Produce con cuentagotas, como estrategia para crear leyenda y marca y, sobre todo, para ejercer atracción hacia los productos de consumo común que también llevan estampada su firma: un frasco de perfume evocará la magia de una firma de esta pasarela tremendamente elitista que se celebra dos veces al año en París y que una vez más ha sorprendido por su vigor y su crecimiento. Por un lado, se garantiza la pervivencia de las batas blancas y las petites mains que elaboran cada centímetro de tela al dictado del modista, y, por otro, una gran parte del artesanado francés ?bordadores, sombrereros, plumassiers?? sigue en activo gracias al mecenazgo de Chanel. Y es que el negocio de las maisons va al alza: en Dior se han triplicado los encargos, nuevos couturiers independientes, como Giambattista Valli, ex Ungaro, crecen en solitario, y en Chanel aseguran que el negocio va viento en popa, por ello sus desfiles se han convertido en una puesta en escena digna del mejor ballet ruso. Mientras durante la crisis se han popularizado expresiones como fondo de armario o buena inversión, ahora los gurús de las finanzas recomiendan invertir en moda exclusiva, uno de los sectores inmunes al desaliento generalizado, que no ha sufrido espasmos en 25 años. Leo en The Guardian que, mientras los precios de marcas de lujo están superando a la inflación, ?la inversión en la moda de alta gama tiene sentido financiero?. Y los artículos de lujo ?con precios fijados por marcas como Richemont, Hermès y Louis Vuitton? podrían subir un 6% este año. Bien saben las casas de subastas, de Durán ?la única que ha vendido fondos de alta costura y bolsos de Hermès en nuestro país? a Sotherby?s, que la alta costura de mediados del siglo XX incrementa hoy su precio entre un 20% y un 30%. Los trajes originales del prematuramente fallecido Alexander McQueen se pujan por las nubes, pero un abrigo de damasco rosa de la célebre diseñadora italiana Elsa Schiaparelli puede salir por entre 15.000 y 23.000 dólares. Revalorizar el pasado de la moda, más allá de un acto de embriaguez estética, constituye una nueva manera de hacer patrimonio propia de una sociedad hastiada de lo nuevo y reluciente, atiborrada de tecnología y hambrienta de verdadera fortuna. (La Vanguardia)

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3 de febrero de 2016
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¿Dormir con un extraño?

Las juezas acababan de ratificar el banquillo para la infanta Cristina de Borbón, y una mujer del barrio de Salamanca me confiesa las dudas que le asaltan cuando piensa que un marido puede arrastrarte al abismo. ¿Es ese el caso de la infanta, ciega de amor e impasible ante las alarmas? ¿Deben de ser juzgadas las mujeres por las conductas de sus maridos? ?A veces me lo planteo. Cuántas veces José me ha dicho: ?Cari, firma aquí; ve al notario; haz un poder notarial mi vida??. La otra noche, mientras veía una película, me dijo que acababa de vender un hotel?, me cuenta. Las mujeres de corruptos, estafadores, tunantes, abusadores de mujeres o simplemente idiotas no sólo son sometidas a procesos judiciales por los delitos de sus maridos, que las implican, sino que también se exponen al juicio popular. El dedo acusador se posa sobre ellas asumiendo su consentimiento y complicidad, imaginándose cómo, enlazadas de las manos de sus hombres, cruzaron la orilla salvaje. Algunas no tenían matrimonios felices, incluso dormían en camas separadas y conocían el nombre de la amante. Otras muchas pasaron por la cárcel. Recuerdo a una de las pioneras, la doctora Blanca Rodríguez-Porto, la segunda esposa de Luis Roldán, con quien convivía cuando fue detenido en Laos. Ella era una mujer con buena imagen, mucho mejor que la del ex director general de la Guardia Civil: lucía abrigos cámel, elegante, sin maquillaje. Cuando la llevaron detenida, los aullidos del pueblo hicieron sangrar tímpanos y corazón. Fue condenada a cuatro años por encubrimiento y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea validó el proceso. Hace unas semanas un magistrado norteamericano desestimó la petición de los abogados del cómico Bill Cosby de que su esposa no declarase en un caso de demanda por difamaciones contra siete mujeres en el estado de Massachusetts. A menudo, Camille ha sido cuestionada por la opinión pública: ?¿Cómo puede seguir con un cerdo??. Pero ella siempre ha cerrado filas: ?Somos una pareja unida?. En el The Washington Post aseguran que ha afirmado: ?Mi marido no merece la cárcel, pero se merece el infierno por el que está pasando?. A Hillary Clinton, el pasado infiel de su marido la enviste de nuevo, con la miserable hiel de Trump, que ha comparado al expresidente Clinton con Bill Cosby. ?Espero que Bill Clinton empiece a hablar de los derechos de las mujeres para que los votantes puedan ver qué hipócrita es y cómo Hillary también abusó de esas mujeres!?, tuiteó. Su nueva cruzada consiste en demostrar que sigue casada con un ?abusador? de alto voltaje y que su silencio a cambio de poder la convierte en copartícipe de los ultrajes. Hillary, de momento, calla, y aunque su silencio sea tan cegadoramente opuesto al de Camille Cosby o al de la infanta Cristina, de todas ellas se espera, como triunfo moral de una sociedad vapuleada, que condenen a quienes amaron o siguen amando. (La Vanguardia)

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1 de febrero de 2016
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Abanderadas de la diversidad

Cuando Lupita era una niña que se sentía fea y oscura como la noche su madre le decía: ?La belleza no se puede comer ni te alimenta?. La pequeña, en secreto, hacía tratos con Dios. Le pedía que aclarara un poco su piel, y a cambio dejaría de robar terrones de azúcar. Cada mañana se levantaba de la cama con los ojos semicerrados y al llegar al espejo los abría, pero él nunca la escuchó. Su demanda fue atendida tan sólo por las firmas de cosméticos que produjeron cantidades de cremas blanqueadores para negritas acomplejadas como ella. ?¡Oh, qué maravillosa piel!?, exclamó el mundo entero, rendido a los pies de Lupita Nyong?o, tan delicada como fuerte con su azul pastel de Prada y su sonrisa acristalada, cuando recibió el Oscar en 2014 por su papel en 12 años de esclavitud. El circo halagador activó su maquinaria. Revistas internacionales, fotógrafos modernos y relaciones públicas hambrientos saltaron sobre ella. Las marcas de moda se la rifaron, conscientes de que las sedas italianas vibraban encima de su cuerpo como nunca lo harían sobre una piel pálida. Era novedad. Era tendencia. Y aunque la nueva celebrity resultara indisociable del símbolo que representa, ahí estaba su frescura a explotar. El efecto Lupita no multiplicó la presencia de actrices negras, pero, aún así, ella se convirtió en abanderada del sentir de sus colegas, de nuevo en lucha ante la 88.ª edición de los premios de la Academia, que los ha escupido de su palmarés. El déjà vu es desolador. Como una regresión a través del túnel de los tiempos. Desde aquel almuerzo privado en un atestado salón del angelino hotel Hollywood Roosevelt, el 16 de mayo de 1929, en el que se entregaron los primeros Oscar de la historia, hasta nuestros globalizados días, solo quince intérpretes negros, entre hombres y mujeres, han conseguido la estatuilla (a los que hay que sumar el honorífico que este año reconoce la carrera de Spike Lee, el primer director afroamericano en obtenerlo y quien ha iniciado el boicot a la gala). Sólo uno más de los que se dieron en aquella lejana comida inaugural. Desde entonces más de tres mil estatuillas han sido agradecidas y blandidas en señal de triunfo, en un blanco nuclear. Esos dieciséis ?privilegiados? ?aún es posible que Lee se quede sin él? van de la pionera Hattie McDaniel a Lupita. Sidney Poitier, Harry Belafonte, Morgan Freeman, Denzel Washington, Woopi Goldberg o Halle Berry se empeñaron en hacer buena aquella afirmación de Umbral de que ?el talento, en buena medida, es una cuestión de insistencia?. Pero ellos han tenido que insistir muchísimo más, y no sólo por los aún pocos personajes negros, ni siquiera por las dos ediciones consecutivas sin ningún nominado, sino porque el 93% de los miembros de la Academia son blancos. Pero ojo con el resto de la estadística: el 76% son hombres, mientras que la edad media es de 63 años. De los 186 nominados, 35 son mujeres. La lucha por los derechos civiles en formato 360º es una gran oportunidad para Clinton 2. Hillary aseguró ?junto al cocinero José Andrés? hace unos meses que ?los latinos son nuestro futuro, no son extraños, intrusos, son nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestra familia?. En las antípodas del discurso de Trump y Palin, ella busca nuevos formatos para tocar la conciencia y la piel de América, tanto la superficial como la profunda. Sin embargo, de esta historia de estrellatos hollywoodenses lo que sorprende es su alejamiento del mundo real: sobre la alfombra roja no caben negros, las mujeres van de relleno para lucir vestidos de sirena y los jóvenes sirven de comparsa a fin de combatir, aunque sólo sea estéticamente, el efecto invernadero.

Belleza infiel / Michelle Jenner Cuando una actriz aplaudida por su talento pero también por su belleza se planta en Instagram con los brazos en jarras y pone a caldo el canon por el cual una mujer debe taparse la ojera, rizarse las pestañas con rímel abetunado y darle volumen al pelo, es que su hartura ha llegado a un límite. Jenner, trending topic, denuncia la falsedad de un mantra contemporáneo: ?Nos gustan las mujeres reales??. Porque en realidad siguen vendiendo las irreales. Retorno rojo / Ana Rossetti Su voz poética nos descubrió notas de blues y sensualidades redondas. Llevaba ocho años muda. Y su Deudas contraídas, editado por La Bella Varsovia, ha agotado la edición en una semana. La poesía es más que nunca un milagro editorial, porque a pesar de la crisis no ha cesado su goteo, cada vez más común entre los millennials. Rossetti hace versos con quienes se sienten desprendidos de la realidad, arrebatados de sentido. Poesía social con un golpe seco; al fondo la belleza. Desde el púlpito / Ana Patricia Botín La heredera del imperio Botín no solo cuida el legado de su padre sino que lo multiplica: el Santander ha ganado la mareante cifra 5.966 millones de euros, un 2,6 respecto del ejercicio anterior. Ahora, Botín alerta, al estilo de su progenitor, acerca del impasse gubernamental en España: ?La incertidumbre política no ayuda?. Es evidente la preocupación que los grandes banqueros tienen sobre el futuro político incierto en España y las consecuencias que esto puede tener para sus negocios. (La Vanguardia)

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30 de enero de 2016
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Enferma de amor

Mujer conoce a hombre y siente una inmensa turbación. Él es artista, ella una filósofa que tiene el encargo de dar una conferencia sobre su obra. Mientras la escribe pasa del respeto a la admiración e incluso a la añoranza, aún sin haberlo conocido. Al verlo por primera vez, sus neurotransmisores pero también su piel erizada atestiguan que entre ellos existe una conexión que viene de lejos. Intuye una delicadeza con la que siempre había soñado. Una suerte de dicha se cuela en su hipotálamo. Y cuando regresa a su rutina enciende una fuente de pensamientos blandos. Ella se ha preparado toda la vida para amar a un hombre así, un hombre a quien le gustan las imágenes de transeúntes esperando el autobús bajo la lluvia. Cenan una noche a la semana y hablan durante horas, sosteniendo una promesa erótica enmascarada por el placer intelectual. Tardan en acostarse. Ella tiene la sangre caliente y los pensamientos azules. Luego empezará el vacío. Las señales del amado son cada vez más débiles y opacas, y ella inicia la pendiente del autoengaño: disculparlo todo, creer que en verdad la ama con pureza a pesar de la distancia? Hasta que toma conciencia: ?El que frena siempre manda?. Todo esto y más cuenta Apropiación indebida. Una novela sobre el amor, escrita por la sueca Lena Andersson, un libro que debería recomendarse en bachillerato. Me lo aconsejó vivamente la poeta Elena Medel, y se trata de un abordaje poderoso al encantamiento del que emergen la miseria y el tormento de una mujer enamorada. Es el resumen diáfano de una patología universal, mancillada por el ideal romántico que desde hace siglos determina una querencia femenina por el amor totalizador, el que tiene prisa por ponerle nombre a una relación y ansía el compromiso, el que muere por quedar de nuevo antes de despedirse para no paralizarse de angustia. Basta un breve gesto suyo para recuperar la alegría. Parece algo religioso. Una fe. Aunque también explica cómo una mujer se convierte voluntariamente en víctima de ese juego masculino de ir y venir. Sufre, pero casi todo pasa en su interior. Millones de mujeres en el mundo se han empeñado en creer el significado literal de las palabras que un día les dedicó el hombre que amaban o creían amar, e incluso han sometido sus mensajes a un comentario de texto compartido con su coro de amigas. ?El amor es una bestia hambrienta que se nutre del roce, de las repetidas aserciones y del ojo que mira a otro ojo?, escribe Anderson. Lo más formidable de su novela ?que ha vendido 200.000 ejemplares en Suecia? es que no permite que sueltes la historia, y una empatiza de tal forma con la protagonista que acaba sintiendo como ella, leyendo con una venda en los ojos.

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27 de enero de 2016
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Pestilencias

Los viejos políticos han esnifado a los nuevos políticos y arrugado la nariz: ?Oléis mal?, les han reprochado. Curiosamente, y en un primer vistazo, han asociado indumentaria y pelambrera con hedor, como si de las axilas y la entrepierna de individuos encorbatados no emanara un tufo acebollado, agrio, muy persistente. En ocasiones se te sientan al lado en un avión, y al más mínimo movimiento se expande por el ambiente empastándolo de notas hediondas, grotescas, capaces de invalidar tu libertad olfativa. No puedes ignorarlo con unos auriculares, como se hace con un ruido molesto, ni girar la cabeza igual que cuando una visión te disgusta porque el mal olor es totalizador y contamina el momento, incluso la visión del día; se cuela en tu burbuja. Agradecida me siento hacia los chavales alérgicos a la lavadora que en sus primeros pasos por la Cámara del Congreso han traído a la actualidad este asunto. Nadie se hubiera atrevido a echárselo en cara a los miembros de una formación clásica: a decirles a los del PP o a los del PSOE ?apestáis?. Pero la defensa del decoro también exige autoexamen. Porque la alta permisividad con la que muchos seres humanos se relacionan con la pestilencia siempre me ha parecido un generoso acto de consentimiento. En oficinas y supermercados, en los vagones del tren, museos, tiendas de todo a 1 euro, pero también en las salas de juntas y las oficinas, el mal olor se instala con más alevosía que la del okupa. En plena era de glorificación del perfume, cargado de valor simbólico, en la que no sólo los individuos nos sentimos identificados por un aroma y no otro, sino que hoteles, cadenas de ropa o firmas de coches crean su propio olor corporativo ?a modo de firma inmaterial capaz de construir una experiencia y una marca?, abundan las zonas secuestradas por el mal olor. Mientras la ideología del bienestar invita a sentir placer a través de la fragancia, la falta de higiene sigue siendo una constante cotidiana. No sé cómo debe oler el Parlamento francés, teniendo en cuenta que el 43% de los franceses no se ducha a diario. Le Figaro reveló que la cantidad de jabón que utilizan sus compatriotas no supera los 600 gramos anuales (mientras los alemanes, por ejemplo, consumen el doble). En Indonesia, varias empresas de mototaxis han impuesto la condición de que sus conductores demuestren su pulcritud: una empleada se ocupa de oler sus axilas y emite veredicto. Pocas palabras como pudor ? hedor en catalán? expresan con tanta precisión fonética su significado, se resiste a la nueva sensualidad que emiten los altavoces del marketing. La higiene fue una de las grandes victorias del progreso, por ello la vida maloliente es una atrofia, producto de la dejación. Porque si algunos fueran capaces de olerse, saldrían corriendo de sí mismos. (La Vanguardia)

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25 de enero de 2016
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Véra Nabokov, el largo amor

Pasan los años, amor, y con el tiempo nadie sabrá lo que tú y yo sabemos?. Vladimir Nabokov le dedicó esta frase a su esposa, Véra, en su autobiografía Habla memoria. En ella cristalizaba un sentimiento que se traslada a lo largo de los cientos de misivas que conforman su correspondencia, publicada cuarenta años después de su muerte. Cartas a Véra (RBA) es una exaltación del largo y bello amor, Nabokov en estado puro: una loa a la vida, chispeante, hiperbólica, arrebatada, indolora. Vladimir y Véra se conocieron en Berlín, en un baile de máscaras, el 8 de mayo de 1923, y ella empezó a recitar de memoria sus versos. Fue un autentico flechazo. Se casaron dos años más tarde, en Praga, con apenas dos testigos. ?No hay nadie que ame a otro del modo en que nosotros nos amamos?, le escribía ya al inicio de la relación. Asistieron al derrumbe de un mundo privilegiado que los convirtió en apátridas, errantes por media Europa (y después en EE.UU.) en busca de una casa con la que nunca llegarían a reemplazar el paisaje de la infancia ni a contrarrestar la nostalgia de la pérdida. Aún así, hicieron gala de una capacidad infatigable para ser felices, y vivieron sus últimas dos décadas frente a la plata pálida del lago Lemán. La mujer que salvó Lolita de la hoguera, correctora, editora, traductora, la que negociaba contratos y le acompañaba a cazar mariposas, recibió una prueba máxima de amor: todos los libros de Nabokov están dedicados a ella. ?Ama, almita, dulce amor, mi felicidad, mi soleado arcoíris?, le escribe. Su correspondencia es un catálogo de encabezamientos; aunque chocantes, algunos son interpretables ??colchoncito, cosita cálida, ovillito…??, pero otros resultan más extraños: ?grumito o verdecita?. Quien fuera un notable entomólogo explora el reino animal para crear un alfabeto íntimo: ?gansita, chimpancita, gorrioncín, mosquitín?, incluso ?larga ave del paraíso de preciosa cola?. Las cartas, líricas a ratos, irónicas otros, como la obra del autor, transpiran una fiera voluntad de permanencia en la que ambos manifiestan sacudidas de deseo. ?Hay cosas de las que cuesta hablar: es como si les quitases su maravilloso polen al rozarlas con las palabras?, razona el escritor cuando estrenan caricias. Pero a lo largo de cincuenta y cuatro años de relación, irá levantando las pátinas de polen y misterio para transformarlos en cotidianeidad. En una ocasión le fue infiel con la actriz Irina Guadanini; duró poco, él quedó más devastado que Véra. Se arrodilló y le escribió: ?Tú has sido, eres y serás mi único amor?. La biógrafa de Véra, Stacy Schiff, asegura que incluso sus detractores admiten que participó en la obra de su marido en un grado sin precedentes. ?Fue una auténtica colega creativa, nada habría sido posible sin ella?. Y sin embargo ?no era más que una esposa?. El tipo de esposa con la que todo escritor sueña. ?¿Cómo explicarte a ti, mi dicha, mi admirable felicidad de oro, hasta qué punto soy tuyo, con todos mis recuerdos, poemas, arrebatos, torbellinos interiores? Explicarte que no soy capaz de escribir una sola palabra sin escuchar cómo la pronunciarías tu?. De sus incansables horas frente a la máquina pasando a limpio todas las cuartillas de su marido y traduciendo su obra, a Véra le salió una joroba además de un sereno brillo en la mirada que se anegó cuando la desahuciaron del hotel Montreux Palace, por renovación. Sobrevivió a Nabokov catorce años y está enterrada en el pequeño cementerio suizo de Clarens, junto a su marido, cerca del muelle florido por donde paseaban cada mediodía antes de tomar un Tío Pepe. ?Mi felicidad?, se llamaban el uno al otro. La activista / Cher

En el corazón de EE.UU. no tienen agua potable desde que en 2014 las autoridades decidieron sacar agua del contaminado río Flint para ahorrar. Cher, que siempre ha seguido a rajatabla el mantra de Rimbaud (?Il faut être absolument moderne?), se ha apuntado al activismo, ha donado más de 180.000 botellas de agua a los ciudadanos afectados por el agua contaminada de plomo, y ha reñido al gobernador. Tras su iniciativa, Obama ha aprobado un programa de ayuda con un fondo de 5 millones de dólares. Golpe seco / Gabriela Ybarra

Resulta irónico que en una sociedad que pretende vivir de espaldas a la muerte, aumente la producción editorial sobre la pérdida y el vacío. El comensal (Caballo de Troya), de la joven Gabriela Ybarra, ha sido recibido como un descubrimiento. En él cuenta el asesinato de su abuelo, Emilio Ybarra ?a quien no conoció? a manos de ETA, y el cáncer de su madre. Sin cursilería y con solemnidad, consciente de que ?para construir algo y seguir adelante? hace falta valor y distancia. La opción de la ONU / Michelle Bachelet

Justo en un año, Ban Ki Mun dejará su cargo como cabeza visible de la ONU y ya hay voces que reclaman una mujer para sustituirle: en los 70 años de la organización nunca ha habido una secretaria general. La excusa de que no había ninguna candidata lo suficientemente cualificada hoy ya no sirve, y enseguida ha saltado el nombre de Michelle Bachelet, avalada por su largo recorrido, además de su carisma y compromiso, pero las diplomacias de guante fino no entienden de currículums. (La Vanguardia)

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23 de enero de 2016
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El Boomeran(g)
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