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Escrito por

Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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Cien genios

Siguiendo con la idea de la lista, después de los doce Premios Nobel de Literatura judíos, ahora viene la lista de los cien genios. Es una lista producida por Synectics, una de estas empresas de asesores que cobran demasiado por cambiar la manera de ver el mundo. En este caso, me encanta la manera de ver al mundo olvidando la vieja cultura en una búsqueda renovada de lo que es un genio. Hablé en este blog de Afterpop, un libro de Eloy Fernández Porta sobre la literatura de la implosión mediática. Es con la misma actitud (es decir, reconociendo que no se puede considerar a la cultura de la misma manera después de la generalización de la televisión y de la imagen) que debemos mirar a la lista de los cien genios contemporáneos producida por Synectics.

Claro que para producir una lista como ésta hay que definir los criterios del genio. En este caso son cinco:

1. Modificación de paradigma (hay un antes y un después de la actividad genio en la manera común de mirar al territorio de su creatividad).

2. Audiencia popular (un genio desconocido no tiene impacto, claro).

3. Potencia intelectual (¿Cuál es la capacidad de procesar operaciones del genio?).

4. Obra (el genio no puede ser una mera promesa).

5. Importancia cultural (No se hace algo genial si no se  modifica la cultura humana).

Utilizando estos criterios, se armó una lista sorprendente encabezada por un químico y el inventor de los protocolos de comunicación en Internet. Me parece imprescindible leerla pues tiene una gran credibilidad y no se parece a la lista que podríamos sacar de una lectura de periódicos (nadie supera a los periodistas en el conformismo). En el mero caso del oficio de escribir, aparecen doce genios en la lista:

- Dario Fo
- Nicholson Baker
- Geoffrey Hill
- Seamus Heaney
- Harold Pinter
- Philip Roth
- Margaret Atwood
- Stephen King
- Annette Baier
- Jim Fosse
- Graham Lineham
- JK Rowling

Todos escriben en inglés, sí, pero esto no cambia nada la novedosa orientación de la mirada. Hay tres premios Nobel, sí, Fo, Heaney y Pinter, pero ¿quién conoce de verdad a Nicholson Baker o Graham Lineham? Siempre, mirando a la cultura, buscamos más de la misma cosa, personas que producen texto e ignorando a los que producen códigos. Gran oportunidad para cambiar de paradigma.

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31 de octubre de 2007
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Premios Nobel multilingües

Un amigo me manda un enlace hacia un artículo de The Forward, un diario judío en línea. Se trata del extracto de un libro de Ruth Wisse, Jews and Power (los judíos y el poder). El artículo se titula “Politics of language” (la política del lenguaje). Es una larga evocación de los dos lenguajes históricos de los judíos: el yiddish y el ladino, lo que pone al hebreo en una posición extraña. La tesis de Wisse es que los judíos se encuentran a medio camino entre los cristianos (no importa el lenguaje de los textos sagrados, valen las traducciones) y los musulmanes (el libro sagrado no se puede desconectar del idioma árabe). Para los judíos, el hebreo es central pero tampoco es el lenguaje exclusivo. Todo el contrario: la relación de los judíos con el idioma es de lo más abierta.

Una última prueba de esta tesis: un cálculo sobre los judíos que consiguieron el Premio Nobel de Literatura. De 104 ganadores, 12 son judíos. El diez por ciento no está mal para un pueblo tan pequeño, pero más impresionante es la utilización de siete idiomas para conseguir estos premios: alemán (Heyse, Sachs, Canetti), francés (Bergson), ruso (Pasternak, Brodsky), inglés (Bellow, Gordimer, Pinter), húngaro (Kertsez), hebreo (Agnon) e yiddish (Singer).

Ruth Wisse emigró con sus padres desde Czernowitz en Rumanía, hacia Canadá. Su historia y la de su familia es la de una mezcla de idiomas. Se tituló en Harvard en estudios de yiddish, pero nota que dos escritores judíos nacidos en la misma ciudad de Czernowitz (que pertenece hoy a Ucrania) se ilustraron en alemán (Paul Celan) y hebreo (Aharon Appelfeld). No da explicación a la proporción descomunal de judíos entre los ganadores del Nobel de literatura pero explica muy bien, como los judíos, al tener una actitud muy flexible con relación al lenguaje tuvieron “ventajas espectaculares en la competencia cultural”. Buena oportunidad para reflexionar sobre los determinismos en el clásico triángulo: nación, idioma, estado.

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30 de octubre de 2007
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Littell, un año después

Se entregará el premio Goncourt, el premio literario francés más importante, el 5 de noviembre. Sólo quedan cinco novelas en la lista de los jurados: A l'abri de rien de Olivier Adam (casa editorial L'Olivier); Le rapport de Brodeck de Philippe Claudel (Stock); Le canapé rouge de Michèle Lesbre (Sabine Wespieser); La passion selon Juette de Claire Dupont-Monod (Grasset) y Alabama Song de Gilles Leroy (Mercure de France). ¿Quién ganará? De verdad, no importa. Ya se conoce el resultado fundamental: 2007 no se puede comparar con 2006 y la loca temporada provocada por la publicación de Les bienveillantes.

Escribí mucho en este blog sobre la mezcla de desconcierto y de entusiasmo que provocó el éxito de esta novela de Jonathan Littell. Ahora, al ver en la tapa de Las benévolas (traducción al español, publicada por la casa editorial RBA) la banda roja con el “blurb” de Jorge Semprún asegurando que se trata del “acontecimiento del siglo” es difícil no volver atrás para entender un poco el fenómeno Littell: la locura por un desconocido y su océano de novela repleta de cadáveres.

A pesar de cuidar sus apariciones públicas y de huir de las tertulias televisas, el propio Jonathan Littell parece cansado de vivir con su novela. Prueba de esto: la larga entrevista que le hace Babelia, el suplemento literario de El País. Se puede leer a dos niveles: el primero corresponde al mismo autor de siempre diciendo las mismas cosas sobre su novela; en un segundo nivel, vemos un hombre tan hundido en su éxito que no sabe, no puede acompañar a un entrevistador que intenta entender lo que pasó.

Hace años, como periodista, hice una entrevista parecida con el escritor norteamericano William Styron. La idea era pedirle una explicación al éxito descomunal e internacional de su novela Sophie’s Choice (La decisión de Sophie), otra obra sobre los nazis y el sufrimiento total como trabajo normal de los verdugos. Styron, que años después pasó por una tremenda depresión, no podía explicar nada. Pero volvía de manera repetida al hecho de que el mal es mucho más interesante que el bien para un novelista. Ya se sabía desde Dante Alighieri: leemos y utilizamos todavía su visión y su concepto del Infierno como una serie de siete círculos pero muy pocos se interesan por su Paraíso.

Littell se parece a Styron. Es un novelista que tiene instinto de novelista. No ha invertido su talento para contar el ser humano como protagonista positivo. Ha escrito una gran novela que corresponde a una ambición de un tamaño raro en la literatura francesa. Y no sabe explicar por qué. Un año después, no creo que su libro, cuya lectura me parece ineludible, sobrevivirá a largo plazo. Es una gran novela histórica. No es una gran obra de la literatura universal. Tampoco lo era la novela de Styron. Ambos libros no se pueden comparar, por ejemplo, con Vida y destino de Grossman. Para mí, esta última novela, sí que es el “acontecimiento” literario del siglo XX, de sus horrores y va más allá del nazismo para tocar en el fondo la gran pregunta: ¿Quién es el verdugo que trabaja en una industria de la muerte, un hombre que aprovecha de un contexto para expresar el mal que tiene dentro, o el mero producto de un sistema que genera hombres perdidos?

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29 de octubre de 2007
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Exportaciones venezolanas

Lo más impresionante de lo que ocurre en Caracas es un detalle: los estudiantes que marcharon ayer en contra de la reforma constitucional provienen de la universidad central y de la universidad católica. Dentro de un panorama de suma polarización, la reunión de dos mundos tan distintos, que se veían sobre todo como distintos, es un rasgo tan nuevo que me parece necesario esperar antes de gritar la victoria del presidente Hugo Chávez en su intento de encerrarse en el poder para toda su vida.

A veces, lo que parece obvio puede fracasar y el poder bolivariano acaba de comprobarlo de manera repetida en pocos días al fracasar en un intento de exportaciones ideológicas.

Caso uno: el presidente Chávez hizo una exportación hacia Bolivia de misiones de médicos cubanos. Sólo los tontos o los ciegos pueden negar la buena acogida de estos médicos en los barrios de Venezuela. Tener un médico que presta un servicio gratuito cuando uno tiene casi nada es algo que cambia la vida. Ahora bien, parece que en Santa Cruz de la Sierra no es el caso. Los médicos cubanos viven acorralados en una casa y son el blanco de atentados.

Caso dos: un intento de exportación del culto de Che Guevara a Irán. El diario The Times de Londres  cuenta un episodio hilarante. En presencia de Aleida, hija del Che y de una ideología fanática, se habló del “guerrillero heroico” como de un hombre religioso. Después de comprobar que era una traducción correcta, la honesta Aleida provocó la consternación en la audiencia al decir que su padre nunca habló de Dios y tampoco lo había encontrado a lo largo de su vida.

Tal como lo que ocurre con los estudiantes en Caracas, en ambos casos, vemos que las viejas fronteras no corresponden a la época en que vivimos. Proclamarse de derecha o de izquierda no basta para actuar con aliados seguros. En Bolivia es más importante saber si uno pertenece al centro (La Paz) o a la periferia. En Irán, es más importante ubicarse al lado de Dios que tener una posición política correcta. Buena lección: en un mundo globalizado, se multiplican las opciones de fragmentación.

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24 de octubre de 2007
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LOS CINCO DE UPDIKE

Critical mass es el blog colectivo de una asociación de críticos literarios norteamericanos. Lo leo a menudo. Es un blog que me parece corporativo y hundido en la industria de los libros o, peor, los chismes sobre los escritores. Faltan grandes visiones sobre la literatura aunque ofrece un contenido que me encanta: la lista, entregada cada semana por un crítico distinto, de los cinco libros imprescindibles en la biblioteca del escritor de reseñas. Esta semana, le toca su turno a John Updike y su lista merece ser analizada.

1. Mimesis de Erich Auerbach
2. Aspectos de la novela de E.M. Forster
3. Criticar al crítico y otros ensayos de T.S. Eliott
4. El Castillo de Axel de Edmund Wilson
5. Sade, Fourier, Loyola de Roland Barthes

Esta lista me encanta y creo que Updike (el crítico Updidke vale más que el novelista) da en el blanco en 80% de sus intentos. Hay cuatro libros indiscutibles y una equivocación.

1. El libro de Auerbach corresponde a su subtítulo, «la representación de la realidad en la literatura occidental». Pero es mucho más, es una historia de las formas literarias. Siempre se cita como una hazaña el hecho que fue escrito sin el recurso de una biblioteca. Para mí la hazaña es la capacidad de ver tan claro al modernismo aunque falta por vivir a la literatura la mitad del siglo XX.

2. El librito de Forster no tiene competencia en el momento de escuchar a un novelista hablando de la manera de cocinar una novela. El autor dice que no sabe mucho sobre su arte pero lo sabe todo. Entrega dos conceptos clave y muy transparentes nunca expresados de manera tan sencilla: la diferencia entre la historia y el argumento y el papel (limitado y a veces peligroso) de la inteligencia en el trabajo del novelista.

3. Hay que notar la incapacidad de Updike en el momento de citar el título de un libro de T.S. Eliott (y el error del autor del blog en escribir To Criticism the Critic). Siempre pasa así con Eliot: es un crítico que gusta sin dejar nunca una satisfacción completa. Pero su visión queda necesaria, es el patriarca que ha creado nuestra finca.

4. El libro de Edmund Wilson queda como la mejor introducción al modernismo. Hay que notar cómo Wilson es citado en la lista de muchos críticos. (Mi favorito es Classics and commercials sobre los años 40, no sé si hay una traducción al castellano disponible).

5. Por fin, una equivocación: Updike cita a Barthes como al autor que le hizo creer que había una respuesta universal en el estructuralismo. Pero a mismo tiempo mata también a Barthes diciendo que estuvo convencido del método «at least during the reading» de su ensayo sobre tres autores, es decir, durante el mero tiempo de la lectura. Me parece excelente recordar la diferencia entre ser seducido y creer de verdad. La crítica no puede ser un flirteo.

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23 de octubre de 2007
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LOS PUMAS

Francia padeció, a manos de unos argentinos, una terrible humillación en la Copa del Mundo de Rugby. Quizás pasó desapercibida afuera, pues el partido de la vergüenza entre los Pumas (la selección nacional de Argentina) y la selección de Francia fue, el viernes por la noche, en lo que se llama la “pequeña final” para los puestos 3 y 4 de la clasificación. Pero una derrota 10-34, con un dominio deslumbrante del equipo argentino, era lo último que faltaba para cerrar la actuación muy pobre de rugbiers (palabra argentina) franceses jugando en casa.

El escenario no era el gran “Estadio de Francia” (80.000 asientos) sino el “Parque de los principios” (43.000) y los príncipes eran los jugadores de la selección albiceleste. Después del partido, un organizador oligofrénico intentó tocar la canción de Edith Piaf “non, je ne regrette rien” (no tengo lástimas) en los altavoces del recinto lo que provocó la rabia del público. Francia lástima su derrota en la copa y lo debe a la falta de calidad de su equipo y al talento de los argentinos que le ganaron dos veces, en el primer partido y en este último.

Es difícil vender los argentinos al mundo hispanohablante. Su exceso de soberbia, su fuerza/debilidad psicológica son a veces insoportables. Pero, más allá de los viejos chistes (“para suicidarse un argentino sube hasta la cumbre de su ego y se tira al vacío”), los Pumas son argentinos especiales. Tienen alma y en la cancha algo de duende. Son los gitanos del mundo del rugby: ocupan la posición tercera en la clasificación de la copa, pero toda su elite pertenece a clubes europeos y su selección nacional no cabe en los grandes torneos de los hemisferios Norte o Sur. Argentina sólo tiene a la copa del mundo, cada cuatro años, para demostrar su calidad.

Lógicamente, cada cuatro años, los Pumas juegan para existir, para recordar su presencia al mundo del rugby, lo que da una emoción vital a su juego, servido por una entrega física y mental total, la “garra”. Es el todo o nada: ganar o, peor que perder, desparecer. El blog de un periodista argentino, Jorge Busico, lo expresa muy bien. Cuenta la copa como un ejercicio de auto-afirmación: los Pumas son grandes en su lema, su oración y también el honesto relato de lo que ve. (Es un el blog de Busico donde encontré la fotografía de los Pumas que viene con esta nota. Es de un fotógrafo, Caro Pierri, que la regaló para la promoción del deporte. La actitud de los Pumas dice todo: cantan su himno antes de derrotar a Francia. Antes de derrotar por primera vez en la copa…)

Como buenos argentinos, los Pumas son víctimas de un exitismo sin límite. Los jugadores gritaban “Pichot Presidente” después del último partido contra Francia. Agustín Pichot es un maravilloso jugador y un gran capitán. Ya sus compañeros lo veían pasar de maestro en un césped a jefe de su país. Pierre Mendes-Frances, que fue el jefe del gobierno francés a mitad de los años 50, describía los argentinos como “el pueblo que habla entre comillas”. Dicen cosas, pero son cosas ajenas a lo que hacen en la realidad. Menos estos Pumas. Vinieron para recordar su existencia. Dicho y hecho. Los Pumas son grandes. 

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22 de octubre de 2007
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NO ESTÁN

Tomé la fotografía que acompaña a este post hoy jueves, a las 8h40 de la mañana, hora de París. Es la estación «Gare de Lyon» de la línea 14 del metro parisiense. La única línea automatizada que funciona sin conductor ni vigilante. En tiempos normales, la fotografía a aquellas horas tendría que ofrecer una tormenta de seres humanos corriendo hacia su trabajo. Hoy, con una huelga gigantesca en contra de la reforma de los regímenes especiales de jubilación, los parisienses no se atrevieron a pisar las calles de su ciudad. La Línea 14, la única que ofrece un servicio normal está vacía. Los viajeros no están.

Tampoco están el presidente Nicolas Sarkozy y, su esposa, Cecilia. En un comunicado de quince palabras anuncian el fin de su matrimonio, eludiendo a la palabra divorcio: "Cécilia et Nicolas Sarkozy annoncent leur séparation par consentement mutuel. Ils ne feront aucun commentaire"(Cecilia y Nicolas Sarkozy anuncian su separación por consenso mutuo. No harán comentarios.)

Lo más impresionante del comunicado, es la calidad de la comunicación previa. A través de filtraciones fuertes y desmentidos débiles, poco a poco, se creó el interés por la noticia del divorcio presidencial. La prensa y las tertulias audiovisuales eran un caldo de cultivo sobre la vida amorosa de los Sarkozy en el momento del inicio de la huelga. El rumor escondía en gran parte la protesta de los sindicatos en el sector público. Una lucha matrimonial por encima de una lucha social: información moderna y equilibrada.

El colmo fue el momento de la publicación del comunicado sobre la separación: a la hora del almuerzo. Unos minutos después salía el artículo en el vespertino Le Monde explicando los pormenores del divorcio y sobre todo develando la mentira: Sarkozy, candidato a la elección presidencial, fingía vivir con su esposa, tal como la candidata socialista, Ségolène Royal, fingía por su parte vivir con su compañero.

Francia no está. Sus jugadores de rugby no están en la final de la Copa del Mundo este sábado en París, los trabajadores no están en la calle pero lo más importante es que la pareja presidencial llega a actuar como estos indígenas del altiplano en los Andes fingiendo de existir frente a instituciones: están y no están, como se dice en Bolivia.

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18 de octubre de 2007
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GROSSMAN

La lectura -imprescindible, imborrable, ineludible– de Vida y destino de Vasili Semenovih Grossman incluye un sentimiento extraño, casi único. Se trata de una novela que fue detenida. No su autor, lo que solía ocurrir en la Unión Soviética, sino la novela misma. Es imposible olvidar la historia del libro al descubrir la potencia fenomenal de su carga crítica. Sobrevivió por milagro. Tenía que recordarlo, la semana pasada, al escribir una pequeña celebración de esta obra maestra.

Se discute todavía hasta qué punto Vasili Grossman actuó de manera ingenua al someter su libro, en 1960, a los editores de la revista Znamia y al editor en jefe del periódico Novi Mir. Estrella del periodismo soviético, héroe nacional de su país, Grossman no podía ignorar los límites de la apertura iniciada a duras penas por Krutschov. Oficiales del KGB (la policía secreta) entregaron la respuesta en febrero de 1961 con una revisión completa de la vivienda del autor. Se llevaron el manuscrito, los borradores, las notas y hasta las cintas de la máquina de escribir del autor. Visitaron también las casas de los dactilógrafos y, por supuesto, confiscaron los manuscritos tanto de Znamia como de Novi Mir.

Caso único de un libro “detenido” por completo, con además una decisión casi definitiva: el Estado soviético “prohibía su lectura durante al menos los próximos 200 años”. No sirvió de nada una carta al propio Krutschov. “Tienen que soltar mi libro”, explicaba Grossman, denunciando así las limitaciones de su visión carcelaria y política.

En realidad, Grossman era un zorro. Había preparado otras dos copias para sus amigos Semion Lipkin e Yekaterina Zabolotskaya, sin informar a los oficiales del KGB. Lipkin, un poeta que murió en 2003, no se equivocó al leer la obra: le parecía imposible la publicación de la novela y además, según el, tenía mala puntuación, pero era de primer orden, era un monumento de la historia literaria. La guardó a pesar de pelearse con Grossman, esperando otros tiempos.

Años después, en la plena potencia del movimiento de los disidentes, fue Andrei Sakharov, el físico, que se dedicó a fotografiar el manuscrito. La extrema vigilancia que le dedicaba el KGB le obligó a utilizar a otro escritor, Vladimir Voinovich, para sacar en 1970 dos rollos de microfilmes a Ginebra, a la casa editorial “L’age d’Homme”. El libro se publicó por fin en 1980. Al descubrir la traducción al castellano hay que recordarlo: la existencia del libro es un milagro.

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17 de octubre de 2007
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DESPUÉS

Al entregar su premio a una escritora británica de 88 años, el jurado del premio Nobel no hace tanto una ganadora a Doris Lessing sino que deshace muchas ilusiones. Ante todo las ilusiones de los escritores de idioma inglés: tendrán que esperar un poco más. Debe ser una clara desesperación para el novelista Philip Roth. No es candidato pero se le ve tanto el plumero que nadie puede ignorar su afán de ser reconocido en Estocolmo.

Hace años que Lessing ya no vive su mejor momento (que fue con The Golden Notebooks, me parece). Pero su biografía abarca una amplitud política que corresponde al jurado del Nobel: nacimiento en Persa y adolescencia en Rodesia (el tercer mundo), emigración al Reino Unido y militancia en el partido comunista (actividad en la izquierda, en un país industrial), fama de seductora y denuncia del machismo (feminismo), intento de escribir ciencia-ficción y todo tipo de novelas (verdadera carrera de escritora). Al final, no se puede negar que era una candidata perfecta.

Casi siempre, el Nobel es así: después, la decisión del jurado parece obvia. Después.

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11 de octubre de 2007
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CHE CONFUSION

En la lectura del sitio del diario boliviano El Deber se define la tremenda confusión de Evo Morales, presidente de Bolivia, que se desplazó a La Higuera -el pueblito donde murió el guerrillero Ernesto Che Guevara- para hablar a favor de este hombre que llevó una fuerza de invasión a su país y mató a varios soldados de su ejército. Antes de empezar el acto ya se tenía una polémica. No es sorprendente descubrir la intensidad de las discrepancias dentro del ejército frente a la actitud del presidente boliviano.

Hay actos que valen más que palabras. Al actuar así, Evo Morales pone su visión ideológica por encima de su tarea de presidente. Desde la revolución bolchevice y la confusión provocada por el internacionalismo socialista no se había visto una actitud tan abiertamente opuesta a su propio país por parte de un dirigente político. Uno piensa en lo que fue en su época la incapacidad de los líderes comunistas franceses para denunciar el pacto entre Stalin y Hitler.

Los ingleses tienen una frase maravillosa cuando se encuentran en esta situación: “Right or wrong, my country”. Me acuerdo del escritor Bruce Chatwin, autor del maravilloso libro de viaje en la Patagonia. Odiaba a Margaret Thatcher y una guerra le parecía un precio muy alto para recuperar a las islas Malvinas (bueno, él hablaba de las Falklands). Al final de una diatriba de odio hacia Thatcher, sabiendo que la vida de soldados ingleses estaba en juego, expresó su opinión de manera definitiva: “Right or wrong, my country” (soporto a mi país y no importa si se equivoca).

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11 de octubre de 2007
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