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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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El hormiguero de Karinthy

carátula del libro en eeuu El húngaro Ferenc Karinthy (1921-1992) es considerado un clásico en su país, comparado con Franz Kafka. Pero en castellano es casi un desconocido. La editorial Funambulista ha decidido publicar su novela más importante: Metrópolis. Y Rosa Montero es quien la recomienda en ?Babelia?. Dice la reseña:

El mundo paralelo de Metrópolis posee esa cualidad resbaladiza de las cosas que, pareciéndose mucho a la realidad, poseen sin embargo un matiz discordante. Por ejemplo: por la calle venden salchichitas de aspecto reconocible y apetitoso, pero luego, al comerlas, no están buenas, porque en la ciudad todo sabe asquerosamente dulce. Incluso las bebidas alcohólicas son melosas. Y en esa diferencia azucarada, nimia pero chocante, se agazapa la inquietud, incluso el miedo: es como uno de esos detalles chirriantes que, al aparecer en medio de un sueño feliz, lo transmutan repentinamente en pesadilla. Atrapado en el laberinto, y como buen lingüista, Budai intenta descifrar el idioma como única llave a su alcance para poder entenderse con los demás y superar la aplastante indiferencia de la muchedumbre. Pero es una cháchara infernal: ?Chetenché glubglubb chetyeketyovovó??. Es la temida maldición de una lengua intraducible. La desesperación del profesor me hizo recordar una historia cruel que leí hace tiempo: un día la Policía de Nueva York encontró a un pobre tipo que lanzaba incomprensibles aullidos y que parecía sufrir una profunda y agresiva demencia. Sin dinero y solo, fue internado en un psiquiátrico, y allí permaneció durante quince años hasta que una asistente social descubrió por casualidad que era un emigrante kurdo, analfabeto y sordo, que había entrado ilegalmente en Estados Unidos y no sabía inglés. Sus supuestos aullidos eran frenéticas palabras en su idioma, y su agresividad, la angustia por no ser entendido. Seguro que ese emigrante kurdo se sintió exactamente así, como Budai. Seguro que para él el aterrador mundo de Metrópolis no era más que una descripción exacta de la realidad. La confusión, la absoluta soledad en medio de un mar de multitudes, el feroz desinterés de los demás. Budai sólo intima con una mujer, una ascensorista con quien mantiene un conato de relación sentimental, pero tan pobre y tan mediatizada por la incomprensión esencial que ni siquiera consigue entender cómo se llama la chica: ¿Bebé, Diediedié, Teté, Edebé? La historia resulta chistosa y movería a la risa si el trasfondo no fuera tan acongojante. Paso a paso, día a día, semana a semana, Budai se va hundiendo en ese mundo inhóspito que es una especie de trituradora humana, y nosotros, los lectores, nos hundimos con él, nos angustiamos con él, porque el autor consigue la proeza de prolongar esta situación imposible durante casi 400 páginas sin perder la tensión narrativa. Y al final, cuando cerramos el libro, sabemos que poseemos algo nuevo. Que Karinthy nos ha regalado una imagen poderosa y perdurable, un emblema de la desolada, alienada vida moderna. Y que ya no podremos pensar en una ciudad hormiguero sin recordar Metrópolis.

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4 de enero de 2011
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Charles Simic en castellano

Charles Simic Guillermo Saccomanno hace una reseña de uno de mis poetas contemporáneos favoritos, el norteamericano (nacido en Serbia) Charles Simic. La nota aparece en Radar Libros y es a raíz de la publicación en castellano de una antología: La voz a las tres de la madrugada, editada por DVD Ediciones.  Dice Saccomanno:

Si hay un poeta contemporáneo que no se manda la parte con el dolor padecido, y es tal vez uno de los más geniales en lengua inglesa contemporánea, ese es el serbio Simic: ?El humor del siglo XX es ontológico. Es una interrupción permanente, una visión del mundo y una filosofía de vida. El mundo es una comedia para quienes piensan y una tragedia para quienes sienten. Considerando lo que nosotros, los que escribimos, hacemos, no se puede excluir una de las dos: ni la comedia ni la tragedia?. La biografía de Simic incluye datos cómicos y trágicos ?como la vida misma? y puede confirmarse al leerlo que, con el mismo talante que descree de los absolutos, desconfía de la solemnidad del ser poeta. Hay algo del gesto desprejuiciado de su compatriota Kusturica en su temperamento, pero con menos cornetas, más sutil y reflexivo. ?Cada uno lleva a la espalda/ su carga de hechos trágicos, exactamente igual que en la tragedia, según el preciso sentido que los griegos/ pensaron de un modo, sin embargo, imposible/ de representar hoy en día?. La suya, pletórica de ironía, con una amargura que, sin ser perdonavidas, aspira a la comprensión de la comedia humana, es una poesía que tiene poco que ver con la de sus contemporáneos atribulados por cuestiones metafísicas. Es que la poesía de Simic conjuga tanto el exterminio como la ternura, el vino como el orgasmo, y es en esta alternancia donde se vuelve radicalmente vital. (?) Fracasado como pintor, comprobando que carecía de las dotes necesarias, probó en su poesía la búsqueda que Cornell, el artista pionero del surrealismo norteamericano, siguiendo a Duchamp, perseguía con sus cajas en las que incorporaba toda clase de objetos. Desde los más insignificantes y descartables hasta aquellos que podían ser valiosos ya no por su precio sino por el valor íntimo, personal. En esta fascinación por el arte de Cornell, Simic llegaría a escribir un ensayo en prosa poética sobre éste, Alquimia de tendejón, refiriéndose a esos negocitos que venden baratijas decorativas, nimiedades ornamentales, souvenirs y otras kitschadas que tanto tienen que ver con una estética de todo por dos pesos. Desde esta perspectiva, Simic empieza a darle importancia en su poesía a los objetos menos prestigiosos (sábanas sucias, chatarra, persianas, electrodomésticos), al paisaje (hoteluchos, callejones, rutas, hospitales), a sus habitantes (hombres sándwich, pordioseros, locos sueltos) y su poesía se torna de esta forma, en estrofas en superficie desconectadas, como una caja de Cornell, en la alquimia de un objeto que se presenta con gratuidad inocente y otro que, no tanto, evoca una sensación que puede provenir de un hecho que integra el propio pathos. Entonces cada uno de sus poemas puede ser leído como una caja en la que se ensamblan objetos, seres y experiencias y en su conjunción en apariencia anárquica cobran un sentido coherente donde lo real es una historia que circula subterránea, secreta y no tanto. (?) A Simic no le inquieta, como a Beckett, la cuestión de ser un extraterritorial. Siendo serbio, se siente estadounidense por elección: toda su obra poética la escribe en inglés. Su lengua natural, en la que se mueve como un prestidigitador, es la de adopción, la de la ciudad colmena y enjambre caótico que eligió para vivir, Nueva York, y sin la que no puede escribir una línea, porque si algo destilan los poemas de Simic es su filiación en lo urbano, tanto callejero como doméstico, humanizado en sus esplendores y miserias. ?Diez mil Fords están aquí ociosos en busca/ de una tradición?, había escrito unos años antes el poseído Robert Lowell, extraviado en internaciones psiquiátricas y con intenciones poéticas que serían complementarias en Simic. Escribe Simic: ?Millones de habitaciones vacías con las televisiones encendidas./ Yo no estaba allí pero podía verlo todo?. Su notable traductor Martín López Vega ha seleccionado algunos pensamientos, aforismos y chispazos que describen su perspectiva de Estados Unidos: ?El Sueño Americano consiste en ganar mucho dinero sin dejar de ser visto como una víctima?. ?Somos la envidia del mundo. Todos nuestros demonios van a misa los domingos?. ?Nueva York es un lugar demasiado complejo como para tener sólo un ángel y un demonio?. Asimismo Simic denuncia en sus versos: ?Murieron millones de personas: todo el mundo era inocente. / Yo me quedé en mi cuarto. El Presidente / hablaba de la guerra como de una mágica poción amorosa?. Sin embargo, Simic descree de la poesía comprometida: ?El poeta simplemente reacciona frente al mundo y el mundo es un lugar desagradable para vivir. Incluso en los Estados Unidos. Pensemos en lo pobladas que están las prisiones, donde los negros y los latinos son mayoría, una cantidad superior que en otras partes del mundo. Todo esto deviene inexorablemente en poesía, pero no tiene por qué ser un programa político o didactismo?. Para Simic la denuncia, expresión de la tragedia, no impide, como dije, el paso de comedia. Y este es el lugar donde en un larguísimo poema, ?Hablándole al techo?, le rinde un homenaje de ritmo interruptus con humor lunático al insomnio: ?¡La verdad desnuda, tendrías que haber visto sus tetas!?. O bien: ?El cerebro del insomne es un tren de juguete?. Y en este clima, sumido en la desesperación, se pregunta: ?¿Acaso he sido nombrado vendedor oficial de fósforos de la oscura noche del alma??. A la vez: ?El siglo huracanado da vueltas en mi cama?. O: ?Le gruñí al espejo hasta que me dio la espalda?. Por qué no, en este trance de iluminaciones insomnes: ?Altas horas de la noche. San Juan de la Cruz/ Y Blaise Pascal, canas en un auto patrullero?. Y cerrando: ?La tinta del infinito se me ha derramado encima/ y me ha dejado unas manchas enormes?. Y ya casi en el final de esta serie de relampagueos, concluye: ?Sólo soy un pobre muchacho que está lejos de casa?. (?)

Si un don tiene la antología La voz a las tres de la madrugada es que, exceptuando unos escasos galicismos, permite seguir la evolución de Simic en lo que va desde 1986 hasta 2001. Y en este proceso, lo que puede advertirse con precaución meditativa, es que su composición empieza a inclinarse a una conclusión sobre el mundo en la que tragedia y comedia se funden en un armisticio que apunta ya no a la salvación del alma sino a una mirada retrospectiva y agradecida que se dispone, a cierta edad, a enfrentar el pasaje al otro lado: la muerte. Por qué no la convicción de que, al modo Vallejo, cada día puede gustarte menos la vida pero siempre es hermoso vivirla. Simic escribe así ?Fines de septiembre? ?y vale la pena reproducir el poema entero?: ?El camión de correo recorre el litoral/ transportando una única carga./ Al final de un largo muelle/ una gaviota aburrida mueve las patas de vez en cuando/ y se olvida de anotarlo. Hay una amenaza en el aire/ de tragedias a punto de producirse.// La noche pasada te pareció oír la televisión /en la casa de al lado. / Estabas seguro de que relataban/ algún nuevo horror,/ así que saliste a averiguarlo./ Descalzo, en pantalones cortos./ Era tan sólo el mar exhausto/ después de tantas vidas perdidas/ intentando salir corriendo hacia algún sitio/ sin haber llegado jamás a ningún lado.// Esta mañana parecía domingo./ El cielo cumplió su parte/ no proyectando ninguna sombra sobre el muelle de madera/ ni sobre los chalets alineados,/ y entre ellos se ocultaba una pequeña iglesia/ con una docena de tumbas grises apiñadas/ como si ellas también tuvieran escalofríos?. Pero, atención, por más conmovido que un lector que se precie de sensible pueda encontrarse, nada que hacer, Simic no se toma en serio del todo el asunto: ?Soy un filósofo medieval en el exilio?, anota. Y como para cerrar: ?Rezarás a Dios pero él habrá colgado el cartel de ?No molestar?/ No me preguntes más, esto es cuanto sé?.

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3 de enero de 2011
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Las novedades del 2011

La nueva novela de Murakami a comienzos del 2011 Se terminó el 2010 y se acabaron ya las listas de Lo Mejor del Año. Ahora empieza una nueva etapa: lo que se viene en el 2011. En el ABC adelantan algunos de los títulos del primer trimestre:

La abundante cosecha de narrativa española estará encabezada porJuan Marsé, que en ?Caligrafía de los sueños? (Lumen), presenta una historia de desamor ambientada en la Barcelona de la postguerra. Otras novedades serán ?Aguirre, el Magnífico? (Alfaguara), de Manuel Vicent, biografía novelada de Jesús Aguirre; ?El hombre del corazón negro? (Destino), de Ángela Vallvey; ?Cosas que ya no existen? (Tusquets), de Cristina Fernández Cubas; y ?Tanta pasión para nada? (Alfaguara), un volumen de relatos de Julio Llamazares.También aparecerá el inclasificable ?Azul sobre azul? (RBA), deManuel de Lope; o ?La flor del Norte? (Planeta), de Espido Freire. La ficción latinoamericana estará representada por una nueva novela póstuma de Roberto Bolaño, ?Los sinsabores del verdadero policía? (Anagrama); así como por ?La trilogía de la espera?, con las tres novelas de Antonio diBenedetto en un solo volumen (El Aleph); y ?La muerte de Montaigne? (Tusquets), de Jorge Edwards.?El último cuaderno? (Alfaguara), recoge los textos que Saramago escribió en su blog en 2009 y 2010. Del panorama internacional destacan también ?La herencia Wilt?, quinta entrega del célebre personaje de Tom Sharpe; ?La viuda embarazada?, de Martin Amis; y ?Solar?, de Ian McEwan, todos en Anagrama; y la nueva novela de Philip Roth, ?Némesis? (Mondadori).En este trimestre también llegarán los dos primeros volúmenes de la trilogía ?1Q84? (Tusquets), de Haruki Murakami; ?Por una buena causa? (Galaxia Gutenberg/Círculo), de Vasili Grossman, sobre la batalla de Stalingrado; la autobiográfica ?A la caza de la mujer? (Mondadori), de James Ellroy; y ?Chico de ojos azules? (Duomo), deJoanne Harris. Frederick Forsyth, con ?Cobra? (Plaza); Javier Sierra con ?El ángel perdido? (Planeta); y Nora Roberts -autora de 130 libros y 85 millones de ejemplares vendidos- con ?La piedra pagana? (Suma) serán algunos de los ?bestseller? del año.

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2 de enero de 2011
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Merecen hacerse ricos

La rubia guionista Kater Gordon, ganadora del Emmy por un capítulo de Mad Men, despedida luego de unas semanas sin explicaciones. En la mencionada encuesta de El País ?¿Por qué escribo?? leo la primera parte de la respuesta de Kirmen Uribe:

En noviembre de 2007 tuve la suerte de asistir como escritor invitado a la clase de escritura creativa de Anthony MacCann, en el CalArts de Los Ángeles. Anthony me contó que los mejores de cada promoción son fichados por las grandes productoras para trabajar como guionistas de series de televisión. Se hacen ricos. Los ?peores?, por el contrario, se dedican a la poesía.

Y como absoluto fan de las series gringas de TV que soy, debo decir que no me sorprende que los mejores escritores estén ahora redactando para Mad Men, Lie to Me, lo que fue The Wire o Lost, o incluso la ahora desmejorada Dr House. Y tampoco por qué cada vez el nivel narrativo norteamericano es más desnivelado. 

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2 de enero de 2011
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Dani Umpi sobre Enríquez

carátula del libro Si se quedaron (como yo) con la curiosidad de saber más sobre el libro de Mariana Enríquez que ganó la votación del blog de la librería Eterna Cadencia, les dejo aquí un comentario de Dani Umpi sobre Los peligros de fumar en la cama.

Una dinámica a la que me encanta someter a mis amigas, es a la de leer cuentos en voz alta. Por supuesto que siempre se termina leyendo lo que a mí me gusta y se me antoja. No es despotismo, porque ellas son las que eligen donde salir, así que a mi me toca eso. Siempre tengo cuentos en mente para hacerlas leer antes de salir a bailar. El libro de Mariana Enriquez me vino como anillo al dedo. Es maravilloso. Cuentos, cuentos y más cuentos, todos excelentemente escritos, de esos que uno no para de aplaudir y releer entusiasmado, fascinado. Creo que están escritos para ser leídos en voz alta. Muchos fantasmas, muchas brujas, terror doméstico, leyendas urbanas que acaban de nacer. Cada tanto, una risotada. ¿Se puede pedir más? Se ve que Enriquez es tan astuta e instintiva que hasta inventa nuevas fobias, todo puede ser sobrenatural y confabular en nuestra contra. Eso vuelve delicioso su libro y es una pena cuando las páginas terminan y ya no quedan bocados. Disfruté mucho leer sus cuentos varias veces. Muchas de sus frases aún no se han borrado de mi cabeza y estoy seguro que las citaré muchísimo de ahora en más. Es el libro que últimamente se me ha dado por recomendar, con un entusiasmo y una sonrisa como hacía tiempo que no me salían. Muy, muy, muy copada ella. Genia total.

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1 de enero de 2011
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"Prácticamente todo el mundo vive en Brooklyn"

Paul Auster Una reseña en la Revista Ñ sobre el nuevo libro de Paul Auster, Sunset Park, escrita por Margara Averbach, enfatiza en el tema de las heridas de un padre y un hijo. Dice:

(?) lo más valioso de Sunset Park no es la historia entera sino los recuerdos que la componen, esos cuentitos diminutos que muestran al Auster versátil de siempre: un escritor capaz de contar un encuentro sexual casi pornográfico con tanta elegancia y eficacia como las que despliega para narrar una despedida desgarradora, una muerte absurda, un amor enloquecido, una escena de violencia. Al contrario de lo que dice el dicho, en esta novela, las partes suman más que el todo.

En el mismo suplemento, Francesc Peiron comparte con La Vanguardia y Clarín una entrevista a Paul Auster sobre la nueva novela. Un afiebrado Auster, convaleciente de una neumonía, declara: ?Es la primera vez que escribo una novela que ocurre en el presente. Los embargos suponen algo terrible, es la imagen de la crisis?. Y habla sobre su vida en Brooklyn. La nota dice:

Su libro es un juego de contrastes. Los ricos Estados Unidos y el país de los desheredados. La ciudad del glamour ?el padre de Miles es editor; la madre, actriz; el padrino, escritor o alter ego de Auster?, y la otra, la de los que no pueden pagar el alquiler y cada vez se han de alejar más de aquella primera ciudad. ?Miles creció en el West Village, en un barrio muy agradable, y ahora está en Sunset Park, ¿has ido alguna vez??. Sí. No es un lugar muy feliz. Es pobre, sencillo, con muchos inmigrantes, donde la gente ha de bregar para salir adelante. No es una de las partes maravillosas de Nueva York. Miles se siente un tanto alienado. En uno de sus paseos, Auster descubrió una casa de madera, de ventanas y puertas selladas. El enclave ideal para desarrollar su proyecto. ?Es el entorno donde resulta posible que alguien ocupe una vivienda. Hay zonas de Nueva York donde sería demasiado visible?. Nada que ver, considera, con Park Slope, donde vive, en la que es su cuarta residencia dentro del concejo de Brooklyn, adonde llegó hace 31 años. Su nombre se cita casi como sinónimo de Brooklyn, aunque reconoce que ?lo elegí porque era más barato, no me podía permitir por más tiempo seguir en Manhattan?. No hace demasiado que hizo mudanza. Él y su esposa, la también escritora Siri Hustvedt, precisaban una casa más grande. Se fueron, como quien dice, a la acera de enfrente. ?Le dije a Siri que, si quería volver a Manhattan, no había ningún problema. Decidió que nos quedábamos?. Se diría que Paul Auster ha ejercido de ariete. Que abrió las puertas del enclave a la llegada de la gente de la creación y la intelectualidad. De su ramo, recuerda a Norman Mailer, que residió en el vecindario hasta que se lo llevó la parca. ?Prácticamente todo el mundo vive en Brooklyn, ja, ja?, bromea. ?Se ha convertido en una especie de centro nacional para artistas. Ahora debe haber más artistas aquí que en Manhattan.Es que en Brooklyn pueden encontrar un buen sitio que salga una cuarta parte de lo que resultaría del otro lado?. Después de un respiro, sigue en su explicación. ?A mí me gusta vivir en Brooklyn. Es un buen lugar para trabajar, para educar a tus hijos. En cambio, es mucho menos excitante que Manhattan, cosa que a veces echo de menos. Las librerías, las galerías de arte. De todo hay menos en Brooklyn?. A lo largo de la conversación admite, sin embargo, que el dinero no es la razón exclusiva a la hora de elegir la residencia. Auster da una de sus claves personales. ?Étnica y racialmente Brooklyn está mucho más mezclado. En un restaurante encontrás de todo, negros, indios, de todo. En Manhattan, en un buen local, sólo hay blancos?.

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1 de enero de 2011
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La muerte del alma colectiva

¿A cuántos escritores les interesa el olor de la guayaba en América Latina? ?Hay algo muerto en nosotros, en el alma colectiva. Y si no está muerto, nosotros creemos que está muerto. O no nos damos cuenta de que está vivo. Lo cual viene a ser lo mismo?. No me queda claro si es Andrés Ibáñez quien escribe ese párrafo en un número pasado del ABCD Cultura, porque la página es ilegible, pero sí que hay alguien que se queja en una columna de opinión que los escritores españoles, salvo excepciones, ya no escriben sobre España. Incluso da una lista (desde el Brooklyn de Lagos hasta la China del mismo Andrés Ibáñez, pasando por el llamado tono norteamericano de las novelas de Fernández Mallo). Lo interesante del artículo es el tono de duelo que eso parece indicar. La muerte del alma colectiva. Dice:

Todo esto nos dice algo que va más allá de la literatura. Nos habla de una tremenda crisis de identidad, de complejos, de una sensación general de incredulidad hacia nosotros mismos. Nos habla de una convicción generalizada de que España no es interesante, de que lo que pasa no es interesante, de que nosotros no somos interesantes, de que nuestras vidas no son verdaderas. De la sensación de que aquí no hay tragedia, ni lirismo, ni poesía, ni misterio, porque lo que pasa es rutinario, vulgar e insignificante. Si se nos pregunta individualmente, estoy seguro de que nadie defendería estas ideas. Pero es eso lo que los escritores parecen sentir de un modo u otro.

El autor, sin embargo, comete el error de insistir en el exotismo de la literatura latinoamericana. Parece que no ha leído bastante a los autores latinoamericanos últimos y no sabe nada del desinterés, no generalizado pero sí importante, de transcribir el olor de la guayaba. Dice:

Lo fascinante de la literatura latinoamericana, como de la india o la africana, es la capacidad que tienen esos escritores de verse a sí mismos y de sentir interés por lo que les rodea. A nosotros nos parece que la realidad de esos países es más dramática, más conflictiva, más lírica, más poética que la nuestra. Son países más pobres y con más violencia, pero también con más vida. Lo curioso es que a los escritores de esos países les sucede lo mismo. Tienen la capacidad de ver su propio exotismo. En un taller literario que di hace unos meses, me sorprendía la fascinación que sienten los jóvenes autores mexicanos, colombianos o peruanos por su propia realidad. ¿Por qué a los españoles no nos interesa nuestra propia realidad? ¿Por qué no podemos ver nuestro propio exotismo? ¿Quién ha logrado convencernos, y cuándo, y cómo, de que nuestra vida no es una vida verdadera, de que nuestra realidad no cuenta, de que nuestra experiencia del mundo, que es igual de misteriosa y de terrible que la de cualquier otro ser humano, no merece la pena ser contada?

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1 de enero de 2011
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Habitación en Roma

Elvira Orphée Elvira Orphée es una autora argentina que ha cumplido 90 años. Aunque su obra no es muy conocida, su vida en Italia tiene gran interés para quienes gustamos de las anécdotas literarias. Ella conoció, entre otros, a autores como Italo Calvino, Elsa Morante y Alberto Moravia. Gracias a un artículo de Leopoldo Brizuela en Revista Ñ podemos leer algunas de esas memorias romanas:

?Llegué por primera vez a casa de los Moravia la noche del 24 de diciembre. Cuando entré, justo detrás de mí subía Pasolini con un arbolito de Navidad que, según dijo, acababa de robar para Elsa, de un restaurante finísimo? Tan pronto me vio me detestó?, dice Orphée, que en sus memorias le retribuye llamándole ?escritor en lunfardo? y ?cara de calavera?. ?Estoy segura de que fueron celos? Pero te confieso que tampoco Moravia me prestó demasiada atención. Elsa y él vivían en pisos diferentes, lo que yo nunca había visto que hiciera un matrimonio y me pareció muy bien, aprendí mucho. Pero Moravia estaba tan absorbido por su carrera que hasta se jactaba de restringir al máximo su vida sexual? Y cuando bajaba a distraerse un rato quería que le contaran historias? ¡Era de esos escritores obsesionados por los hechos, todo lo que quieren son hechos?! Yo me negaba a contarle las obviedades, las cursilerías, las vaguedades que él esperaba de una muchacha subtropical. Y siempre he sido de guardarme los secretos que sólo dice la poesía. En cambio, a Elsa los hechos no le importaban nada. Como yo, sólo quería poesía.? Poesía, dice Orphée, que no es lo que se escribe, sino, antes, una necesidad de librar a la vida, y a la memoria, de la tiranía del lenguaje cotidiano. ?Yo nunca había sabido de nadie que viviera con esa necesidad permanente, estado de poesía. Nadie, salvo yo misma.? En verdad, más allá de la diferencia de edad y formación, las dos amigas, cada una en un estudio distinto de la vieja Roma, atravesaban momentos muy parecidos. Después de sus respectivos debuts literarios, sólo apreciados por algunos colegas eminentes, ambas estaban abocadas a un segundo proyecto, el que debía certificar su pertenencia al gremio de los escritores. Pero a diferencia de Morante, a quien el ejemplo de Moravia había afirmado más de lo que ella misma estaba dispuesta a admitir, Elvira Orphée parecía más perdida que nunca, y, en la desesperación por encontrar lectores, parecía dispuesta a escribir lo que otros querían de ella. Uno (1960), su segunda novela de Orphée, aspira a ser un fresco de la clase social a la que había ingresado al casarse? Elsa Morante, en cambio, estaba escribiendo La isla de Arturo , empleando procedimientos que las amigas discutían. ?El libro es una fábula protagonizada por Arturo, un muchacho común, huérfano, de la isla napolitana de Procida. A diferencia de Cassola, Elsa sabía que el tratamiento realista de los desamparados no es el más eficaz. Su método es retratar a las gentes sencillas con el lenguaje que éstas hablan, agravando esa poesía natural que tiene la gente del pueblo, haciendo que los personajes digan mucho más que lo que dicen, y sus paisajes dejen de ser reales para ser metafísicos? Era lo que yo no había llegado a hacer en Dos veranos , mi primera novela, cuyo protagonista, Sixto Riera, es un criado de padres desconocidos que mira la sociedad tucumana de un modo totalmente original?. Sin saberlo, Morante puso a Orphée en lo que la llevó literariamente de vuelta a Tucumán, al voltaje poético del habla del norte argentino, al culto de Juan Rulof, y, por fin, a la escritura de Aire Tan dulce (1966), ese esplendoroso tratamiento del lenguaje que influiría tan decisivamente a, entre otros, Sara Gallardo y Tomás Eloy Martínez. ?Muy bien, un día Elsa me llamó por teléfono con voz de conjura urgente: ?Tienes que venir mañana, que va a venir un hombre bellísimo, ¡bellísimo!? Yo fui. Era Italo Calvino. ?Pero Elsa, ¿este uccellino te parece a ti un uomo bellísimo?? Porque Italo tenía en la cumbre de la cabeza una especie de pirinchito, y en la boca algo como un repulgue herencia de un antepasado conejo? No me gustó nada. Por eso, o porque yo estaba casada, no le presté mucha atención. Hasta que un día llegó y me dijo: ?Por favor, vamos al festival de Deux Mondes, Elvira? ?¿Con Elsa al volante??, me espanté. ?¡Ni loca!? ?Ah, Elvira?, me dijo entonces furioso, mordiendo las palabras, los ojos inyectados? ¡C ome sei snob !?, Yo me quedé de piedra. ¿Qué podía tener que ver el snobismo con el terror a los automóviles?? Hasta que de golpe entendí, y lo llamé, y convinimos una cita. Fue en uno de esos cafés al aire libre, que yo amaba, porque siempre venía un mozo a cantarte canzonettas. Creo que empezamos hablando de un libro suyo, El sendero de los nidos de araña , un libro de una poesía simple, bella, que después abandonó, por una fantasía más rebuscada que ya no aprecio? ?Pero Elvira?, me interrumpió de pronto. ?¿Cómo quieres que se aprecie tu cuerpo con ese vestido que parece una bolsa?? Era un vestido de seda, elegantísimo, pero con forma de bolsa. Yo le dije que tanto daba, porque estaba en los cuarenta y nueve quilos? Y ¿podés creer?, cuando nos quisimos acordar estábamos hablando de mis enfermedades, que me habían acosado desde que tengo memoria, y hablábamos con una erudición y con una pasión? porque mi madre y su padre habían sido químicos. Le dije que algo me devoraba por dentro, y él creyó entender.? ?No?, dijo Orphée a Calvino, ?lo suyo no era la augusta tenia saginata que María Callas había dejado vivir dentro de sí para bajar de peso. Eran las feroces amebas ictiolíticas que me había pegado en Tucumán y que me roían el vientre como una carcoma. ?Las amebas no se bañan dos veces en nuestros mismos ríos??, bromeó tímidamente Italo, ?aunque nosotros para ellas somos el universo? Yo le respondí: ?Somos las trampas que la mentalidad de Dios?? (?Si existiera?, me interrumpió él ) ??les puso para hacerlas creerse imperecederas dentro de nosotros. Lo mismo que nos hace creer a nosotros, humanos, que seremos eternos parásitos, letales, dentro del organismo del mundo?? ?Eso hablamos ese día, y durante años hablamos así. A veces me aburría con Italo; creo que él, como yo, necesitaba del trampolín del otro para divertirse. Quizá porque tenía su romanticismo, eso que toda mujer necesita aunque lo niegue, guardado bajo siete llaves? Pero me doy cuenta de que me amó mucho aun sin que yo le correspondiera y que fue uno de mis grandes amigos. Sentí tanto cuando se murió ¿Sabías que fui yo quien le presentó a su mujer, a Chichita Singer, la argentina con la que se casó? Yo tuve mucho que ver con eso.

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1 de enero de 2011
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Archivo de la Creación Literaria

archivador La compra de los archivos de Carmen Balcells ha sido solo el comienzo. Ahora se espera un Archivo de la Creación Literaria, una ambiciosa idea que lo explica así el diario ABC. Dice la nota:

La nueva institución tendría su sede en Alcalá de Henares, cuna, además, de Miguel de Cervantes, donde el Ayuntamiento de la Villa ha hecho una buena oferta de unos terrenos próximos al Archivo General de la Administración. «Allí también se encuentra el Archivo del Movimiento Obrero y acabamos de comprar las naves de la antigua Galerías Preciados para ampliar el Archivo Histórico Nacional?explica Rogelio Blanco, Director General del Libro Archivos y Bibliotecas?. El Corredor del Henares es un espacio de investigación que nada tiene que envidiar a Fontainebleau. El AHN formará el mayor del mundo cuando sumemos los 550 kilómetros de esas naves con los 57 que tiene en Serrano». El legado de Carmen Balcells puede ser la vitamina definitiva que necesitaba este proyecto, porque como recuerda Blanco, «la suya es una de las más importantes empresas literarias del mundo, que ha protagonizado la mayor explosión internacional de la literatura en español que se recuerda. Es mucho más que el legado Balcells, que es importantísimo. A partir del corpus que tenemos podemos armar una historia literaria en todas sus vertientes, un archivo literario de autores y editores, de creadores, agentes, editoriales y librerías, desde el alfa hasta el omegade la creación literaria, porque hay libreros que han mantenido correspondencias únicas con autores. Sería un gran centro de investigación que debería vincularse a la Universidad».

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30 de diciembre de 2010
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Oscar Pita Grandi desde Ausonia

Oscar Pita Grandi Una novela peruana que no debería pasarse por alto durante este año es la de Oscar Pita Grandi, Paisaje habitado, editada por Estruendo Mudo. Una novela cincelada, exigente, donde el pasado, presente y futuro se une en una comunidad imaginaria llamada Ausonia, un fantasma de Italia enclavado en un lugar indeterminado de Lima. Todo es espectral, incluso las murallas reales e interiores, en Paisaje habitado.  Mientras espero postear una reseña que le haga justicia a uno de los mejores libros del 2010, les dejo esta entrevista de Miguel Angel Vallejo en El Peruano:

?¿Qué caracteriza a la comunidad de Ausonia? ?Es una especie de isla flotante, en el tema del autoencierro. Sus habitantes se están protegiendo a sí mismos. La muralla tiene una connotación por los orígenes de la cultura, muy violenta y  le permite a esa comunidad obtener un pensamiento común que  une a todos. ?Son muchos detalles típicamente italianos? ?La construcción de Ausonia como hábitat, con el detalle de sus calles y decorado, responde a mi pasión por la arquitectura. Y más todavía por las ruinas que todavía sobreviven al tiempo, adaptándose con naturalidad. Ausonia, la urbanización amurallada, anacrónica y a su vez contemporánea, no obstante su esplendor, es a fin de cuentas una ruina. Bella, pero ruinosa al fin y al cabo. ?¿Cómo se comunican esos personajes encerrados, sobre todo ?Dottore?? ?El problema de la identidad es un inconveniente personal mío, a la vez uno de los contratiempos de hoy: la incomunicación, el aislamiento. El estar reunidos en conjunto no nos hace pertenecer a un lado, siempre buscamos una comunidad con gustos similares.

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28 de diciembre de 2010
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