Iván Thays
¿A cuántos escritores les interesa el olor de la guayaba en América Latina?
?Hay algo muerto en nosotros, en el alma colectiva. Y si no está muerto, nosotros creemos que está muerto. O no nos damos cuenta de que está vivo. Lo cual viene a ser lo mismo?. No me queda claro si es Andrés Ibáñez quien escribe ese párrafo en un número pasado del ABCD Cultura, porque la página es ilegible, pero sí que hay alguien que se queja en una columna de opinión que los escritores españoles, salvo excepciones, ya no escriben sobre España. Incluso da una lista (desde el Brooklyn de Lagos hasta la China del mismo Andrés Ibáñez, pasando por el llamado tono norteamericano de las novelas de Fernández Mallo).
Lo interesante del artículo es el tono de duelo que eso parece indicar. La muerte del alma colectiva. Dice:
Todo esto nos dice algo que va más allá de la literatura. Nos habla de una tremenda crisis de identidad, de complejos, de una sensación general de incredulidad hacia nosotros mismos. Nos habla de una convicción generalizada de que España no es interesante, de que lo que pasa no es interesante, de que nosotros no somos interesantes, de que nuestras vidas no son verdaderas. De la sensación de que aquí no hay tragedia, ni lirismo, ni poesía, ni misterio, porque lo que pasa es rutinario, vulgar e insignificante. Si se nos pregunta individualmente, estoy seguro de que nadie defendería estas ideas. Pero es eso lo que los escritores parecen sentir de un modo u otro.
El autor, sin embargo, comete el error de insistir en el exotismo de la literatura latinoamericana. Parece que no ha leído bastante a los autores latinoamericanos últimos y no sabe nada del desinterés, no generalizado pero sí importante, de transcribir el olor de la guayaba. Dice:
Lo fascinante de la literatura latinoamericana, como de la india o la africana, es la capacidad que tienen esos escritores de verse a sí mismos y de sentir interés por lo que les rodea. A nosotros nos parece que la realidad de esos países es más dramática, más conflictiva, más lírica, más poética que la nuestra. Son países más pobres y con más violencia, pero también con más vida. Lo curioso es que a los escritores de esos países les sucede lo mismo. Tienen la capacidad de ver su propio exotismo. En un taller literario que di hace unos meses, me sorprendía la fascinación que sienten los jóvenes autores mexicanos, colombianos o peruanos por su propia realidad. ¿Por qué a los españoles no nos interesa nuestra propia realidad? ¿Por qué no podemos ver nuestro propio exotismo? ¿Quién ha logrado convencernos, y cuándo, y cómo, de que nuestra vida no es una vida verdadera, de que nuestra realidad no cuenta, de que nuestra experiencia del mundo, que es igual de misteriosa y de terrible que la de cualquier otro ser humano, no merece la pena ser contada?