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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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Antonio José Ponte en "Matalamanga"

carátula del libro Excelente noticia. Uno de los mejores libros que ha publicado un autor latinoamericano último, Las comidas profundas, del cubano Antonio José Ponte será publicado por la editorial independiente peruana Matalamanga. A diferencia de sus cuentos y de la novela que editó en Anagrama, este pequeño libro es casi inhallable a pesar de ser una de las reflexiones más audaces e inteligentes sobre La Habana contemporánea. Ojalá Matalamanga lo distribuya en el resto de América Latina. Dice la nota de prensa: 

La Editorial Matalamanga anuncia la creación de su nueva colección de ensayos, que inaugura con la publicación de Las comidas profundas del escritor cubano, exiliado en Madrid, Antonio José Ponte. Ponte (1964) es considerado como una de las voces literarias más importantes de Cuba y de Hispanoamérica surgidas en los años noventa. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y es objeto de estudio en universidades de todo el mundo. Fue director de una de las revistas más importantes en temas cubanos, Encuentro de la cultura cubana, y actualmente es vicedirector de Diario de Cuba, con sede en la capital española. Las comidas profundas, híbrido entre el ensayo y la ficción a la manera de Borges, nos transporta desde una mesa vacía, producto de la escasez en La Habana de los años noventas, a un universo en el cual la comida se transforma en tema literario y adquiere una carga metafórica.

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11 de enero de 2011
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Murió María Elena Walsh

María Elena Walsh Aunque ganó más celebridad como compositoras de canciones para niños (como ?la pájara pinta?) y alguna para adultos como ?Como la cigarra?, María Elena Walsh escribió muchos poemas y crió a varias generaciones de niños en América Latina. El diario Página 12 comenta así su muerte:

La artista María Elena Walsh falleció ?luego de una prolongada internación y como epílogo de padecimientos crónicos que la aquejaban?, según indica el parte emitido desde la Dirección Médica del Sanatorio de la Trinidad. Los restos de esta figura de la cultura argentina serán velados entre las 17 y las 24 en Lavalle 1547, sede de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic), y serán inhumados mañana desde las 11 en el Panteón que la entidad posee en el Cementerio de la Chacarita. Nacida en Ramos Mejía en 1930, Walsh publicó su primer poema a los 15 años y su primer libro, ?Otoño Imperdonable?, con 17. Escribió más de 40 libros infantiles y compuso temas que fueron interpretados por algunos de los más populares cantantes iberoamericanos, como Mercedes Sosa o Joan Manuel Serrat. En la década del ?50 se exilió en París con su compatriota Leda Valladares, con quien formó el dúo ?Leda y María? y grabó el disco ?Le Chant du Monde? (?El canto del mundo?). Durante sus cuatro años en la capital francesa, comenzó a escribir poemas y cuentos para niños, un trabajo que la convirtió en una reconocida figura de las letras infantiles en América Latina. Entre las décadas de 1960 y 1970 publicó el grueso de su producción infantil, como ?El reino del revés? (1965), ?Cuentopos de Gulubú? (1966) y ?Versos tradicionales para cebollitas? (1967), ?Pocopán? (1977), ?Manuelita ¿Dónde vas?? (1997) y ?Canciones para Mirar? (2000). En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, en 1990, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires. En 1991 fue galardonada con el Highly Commended del Premio Hans Christian Andersen de la IBBY (International Board on Books for Young People).

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10 de enero de 2011
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Dashiel Hammet, 50

Dashiel Hammet El lunes 10 de enero se cumplirán 50 años de la muerte del gran narrador de novela policial, Dashiel Hammet, autor de El halcón maltés. El diario El País se adelanta en el recuerdo. Dice la nota:

En su haber tenía dos guerras, un valiente compromiso con la izquierda política a pesar de su paso por la mítica agencia de detectives Pinkerton -germen del FBI- y una mala salud de hierro macerada en alcohol pero, sobre todo, cinco novelas y dos libros de relatos con los que sentó las bases de un nuevo género. Antes de Hammet, existía la novela policíaca, aquella que cultivaron Edgar Allan Poe o Agatha Christie, de detectives desdeñosos con ayudante algo bobalicón que desprecian a la policía y cuya mente prodigiosa se revela capaz de desentrañar los más retorcidos crímenes. ?En cambio, el detective de negra suele ser un tipo solitario, desengañado, y ese modelo lo inventó Hammett con Sam Spade. Le metió músculo a la novela policiaca y la convirtió en un testimonio social?, afirma a Efe el escritor David Torres, merecedor en 2008 del premio Dashiell Hammett que otorga la Asociación Internacional de Escritores de Novela Policíaca. Para Torres, Spade es el detective por excelencia, y el resto, ?variacones más o menos afortunadas? de este personaje ?más filósofo que policía?, que se mueve en las tinieblas, que ha de decidir constantemente entre el bien y el mal hasta el punto de entregar a la justicia a la mujer que ama. Un código moral de caballero andante, quizá espejo del propio Hammett, a quien su negativa de delatar a supuestos militantes comunistas le valió unos meses de cárcel en 1951. ?Un hombre debe mantener su palabra?, dijo la noche antes de ocupar su celda, según relata Diane Johnson en su biografía del autor. (?)

?Creía en el derecho del hombre a la dignidad y jamás, durante toda su vida, jugó a otro juego que al suyo propio: nunca mintió, nunca fingió, nunca se rebajó?, leyó Hellmann en el funeral de Dash. Además, pese a que despreciaba profundamente la violencia, fue quien la introdujo explícitamente en la literatura criminal, donde hasta entonces aparecía velada, sugerida. Hammett dejó un legado que va mucho más allá de El Halcón Maltés: creó al ?agente de la Continental?, protagonista de ?Cosecha Roja? y de varios relatos, a la pareja formada por Nick y Nora Charles (El hombre delgado) y al detective Ned Beaumont deLa llave de cristal. Desde 1934 a su muerte no volvió a publicar nada memorable. O como diría Josephine Hammett en la biografía que escribió sobre su padre, ?no dejó de escribir, no hasta el final de su vida, lo que dejó de hacer fue acabar lo que escribía?.

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8 de enero de 2011
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El año del realismo (o de Franzen)

Jonathan Franzen cómodo en su año Sin duda, el 2010 ha sido un año marcado por la publicación de Freedom, la novela de Jonathan Franzen. No solo ha sido mencionada por la mayoría de listas literarias anglosajonas (suponemos que cuando se traduzca lo será en las listas en castellano) sino que ha sido la excusa para muchísimas discusiones literarias. Las más importantes de ellas tiene a la necesidad (o posibilidad) de volver al realismo decimonónico como manera de recuperar el poder de la novela.  Así lo explica muy bien Edmundo Paz Soldán en su último post en el Boomerang:

En los Estados Unidos, la novela es hoy más un entretenimiento sofisticado que el vehículo de crítica cultural que fue en manos de Roth, Bellow y compañía. Elestablishment literario neoyorquino sueña con una novela -y un novelista- capaz de reinventar la forma para este nuevo siglo (por eso, quizás, la manera redentora en que se recibió la obra de Roberto Bolaño); como no existe ese escritor, queda la nostalgia por aquello que la novela alguna vez fue. Franzen no abre la novela hacia el futuro; más bien muestra que se puede escribir un gran libro en pleno siglo XXI con todo el arsenal de trucos y estrategias narrativas desarrolladas por la novela europea del XIX. Se puede jugar a ser enorme con Tolstoi y Flaubert de la mano y dejando de lado a Joyce y Faulkner y Kafka.

En la Revista Ñ aparece una entrevista de Matilde Sánchez al hombre del momento, donde habla del realismo y la novela clásica como una toma de posición. Es una nota extensa, estupenda, una verdadera crónica sobre Franzen y su vida de yuppie literario, a la que se agrega su deseo de atacar algunos enemigos literarios con el desdén y la soberbia que ya le conocemos.  Dice la nota:

El departamento donde Franzen vive, en el Upper East side, en lo mejor de NuevaYork, (?¿qué más se puede pedir??) es de un estilo cool sin exagerar, un retrato aproximado de su dueño. A diferencia de la mayoría de los novelistas hoy, él tiene posiciones tomadas y da la impresión de sufrir un poco de más. Pero no se ha convertido en un opinador marmóreo. Es una rara avis, un escritor sin pose que ni siquiera busca agradar diluyendo sus opiniones en ironías ingeniosas. Es muy alto y delgado, con un aspecto collegeinvariable, y tiene ese aire entre absorto e inhibido de los miopes, parapetados tras los anteojos?o bien los binoculares para el avistaje. Aunque Freedom tiene un episodio en un resort patagónico y una escena de grotesco en Paraguay, solo conoce Ecuador y Bolivia por los pájaros. Militante en temas ambientales, conoce América Latina por la conservación de las aves más que por sus autores, de lo cual se disculpa. ?Estoy cada vez más comprometido con la preservación de la fauna, en la fundación American Bird Conservancy. En Bolivia estuve en las reservas que administra la fundación Armonía?. Más allá de los pájaros, cree que el doble período de G. W. Bush fue ?una desgracia? y que ?éstos son años de oscuridad?.Continúa publicando sus ensayos ?periodísticos o bien intimistas y autobiográficos?, en la revista The New Yorker. Por estos días viaja a Chile para uno de sus artículos.  Esta conversación tuvo dos ocasiones: la primera, en la Pascua de 2009 y en su piso de N.Y. Acababan de salir en castellano los ensayos de Zona fría y él intentaba retomar su novela tras el suicidio de uno de sus mejores amigos, el brillante novelista David Foster Wallace, quien padecía una depresión crónica. La segunda instancia fue telefónica, en los días previos a esta Navidad y en su casa decampo en California. Pertenecen a ésta las preguntas relacionadas con su última novela. Freedom despliega algunas nociones clave de la idiosincrasia estadounidense, la competencia y la libertad, desde su lugar central en la utopía del Estado americano hasta sus empleos más cínicos. En su novela, ambos resultan incompatibles con la familia. A ellos les cuesta mucho más sacrificarse que en otros tiempos. Y a mí me cuesta muchísimo hablar de la libertad en abstracto? Hay una dimensión muy cruda de la libertad en el sistema de consumo expuesto salvajemente en mi país. Se afirma que la única libertad que nadie puede quitarte es la de elegir entre numerosas variedades de un mismo producto. La libertad que maneja Hegel, que empieza en la necesidad, es completamente distinta. Yo deploro la idea superficial de libertad empleada para vendernos cosas, o usada para publicitar una mala política exterior. El epítome de esa libertad es el automóvil, centro de la cultura estadounidense que nos esclaviza y símbolo supremo de las elecciones. La tecnología digital puede ser su prolongación. Pero si uno mira la vida real de la gente, la ve oprimida y atrapada por esas decisiones y esos bienes supuestamente liberadores. Cuando uno analiza esa forma espuria de la libertad, ve que el primerísimo factor que la obstaculiza es la familia. Estamos esposados a una familia, es lo único que no elegimos. Eso duele, claro, porque hoy todos tenemos el impulso adolescente de ser libres de reinventarnos cómo se nos ocurra y la familia nos plantea un obstáculo y una frustración. ¿Diría que la tecnología nos hace más infantiles, como dice Don DeLillo? Tal vez. Por ejemplo, aunque los padres estadounidenses son proclives a sentirse ?pares? de sus hijos, el lugar de los padres es ineluctable: la persona está sobredeterminada biológicamente a actuar como el mayor. Es un buen ejemplo de cómo la familia es un estorbo a este concepto tan radical de la libertad en nuestro capitalismo de alto consumo. Yo mismo me río y me encojo de hombros cuando me sorprendo actuando como el adulto que soy. (?) Le llevó casi siete años concluir ésta; hoy no hay presente que dure tanto. Así es; ¡cada novela me lleva un promedio de ?dos administraciones?! La repuesta de la hora es la contraria: una ráfaga de novelas breves, a razón de una por año, a fin de estar siempre entre las novedades y garantizar un continuo de prensa. La novela larga probablemente tenga mucho que ver con mis preferencias de lector. Cuando me gusta un libro y lo paso genial, no quisiera que acabe. Y además, como novelista soy un convencido deque la perspectiva de una persona sola siempre es insuficiente y que la superioridad de la novela consiste en que permite descomponer una misma historia desde innumerables ángulos. Esto no es tan fácil de lograr en un cuento o en una película de una hora y media. Esa es la definición de la novela clásica de inmersión; casi una novela rusa? En su libro hay  referencias directas a Guerra y paz, de Tolstoi. Siempre voy a las grandes novelas del siglo XIX como uno de los modelos más aptos. Me encanta sumergirme y volver laspáginas, empezando con Dostoievsky y siguiendo con Proust, Thomas Hardy y Faulkner. Algunas novelas de Bellow lo logran también. Soy un fanático de William Faulkner, el tipo que estuvo en el momento justo y en el sitio indicado para crear esos libros increíbles. Aunque estén enraizados en el pasado, en los personajes de Faulkner siempre aparecen las ansiedades contemporáneas sobre la clase social, la cuestión racial y la sexualidad con una modernidad impresionante. En los alemanes modernos, todas las cuestiones psicológicas, esamateria profunda, sale a la superficie. Me interesan esos modelos paradescribir el paisaje social. Y lo hago porque puedo y me divierte mucho, noporque me proponga ser espejo de la realidad. D.H. Lawrence, por ejemplo, noestá entre mis favoritos: él se acercaba a esa materia innombrable, tanteaba el camino, pero no lo hacía con humor. Quizá era demasiado sincero, ¿no? La ficción se volvió profunda con ellos. Pero esos autores no pertenecen al mismo conjunto. Lo siento pero ese es el lector que soy. Me encantaría combinar la psicología profunda y el efecto perturbador de Kafka,por ejemplo, con una actitud más apolínea y seductora, al estilo Tolstoi, en una prosa sin esfuerzo como la de Scott Fitzgerald en El gran Gatsby ? ¡la novela de tus sueños! (?) Ante un panorama de aclamación casi general, aparecieron algunos comentarios delirantes, que reclamaban que Freedom no se ocupa de la religión. Mi objetivo no es ser amado por todos sino conseguir que se vuelva a hablar de libros y novelas apasionadamente. En ese sentido, me parece un signo vital que haya disputa y desacuerdo. Ha sido un observador muy atento de los cambios en la lectura. Dijo que uno de los desafíos de los autores hoy es crear ficciones atrapantes. Pero, en efecto, es una época en que los novelistas ya no podemos dar al lector por sentado. Si estamos de acuerdo en esto, podemos asumir dos posiciones: desestimar olímpicamente al lector, pensar ?soy un artista y estoy cada vez más comprometido con mi arte?, o bien agudizarla imaginación para involucrarlo en nuestras historias. Sin duda, la gran ventaja de los EE.UU. es la dimensión del mercado y su capacidad económica. Quiero decir, esto nos permite a los escritores pergeñar libros innovadores y aún conseguir una masa respetable de lectores, que además pueden pagar lo que cuesta el libro.  Si entre el 10 por ciento y el 1 por ciento de la población en edad de leer compra tu libro, está más o menos resuelto. Pero cuando voy a Europa en gira y menciono esto, me siento un escritor vendido, un tipo al que le interesa más el dinero que la literatura, cuando no es así? Al mismo tiempo, soy consciente, al examinar la historia de la lectura, de que ésta es una distinción muy nueva. Hace cien años no existía la figura del escritor ?vendido?. No existía para Charles Dickens ni para Dostoievski; por entonces, solo existían los escritores. Pero me temo que, si queremos que la novela siga siendo una forma artística viva, fatalmente nos confrontamos con estas cuestiones y debemos darles una respuesta particular. La vanguardia fue y es formidable pero hoy estoy convencido de que no alcanza paraque el proyecto de la novela siga vivo y potente, sino que se convierte en una forma artística muerta. Fue un poco alucinante que, cuando la revista Time lo publicó en la tapa, en agosto, la contratapa fuese? ¡un aviso del libro electrónico Kindle! Uno se pregunta qué fue primero, si el aviso del libro electrónico o el artículo. Más perturbador todavía era ver el aviso de esa tapa en los iPads?; el vértigo, directamente. Pero no hay que perder de vista que Internet siempre está atrasada respecto de la realidad; la television también. Es uno de los malentendidos de esta época. Lo que realmente se adelanta a su tiempo es siempre la literatura ?precisamente porque no está pendiente de la basura televisiva?. ¿Piensa en autores como James Graham Ballard o Philip Dick? No precisamente, mi temperamento es hostila los futuristas? No estoy obsesionado con el futuro, al estilo Dick ?un radar interesante como él no necesariamente produce novelas geniales sino libros de los que salen buenas películas?. A mí lo que me interesa es la experiencia del ser humano en la actualidad. Para describirla e indagar enella, me temo que no hay mayor autoridad que el escritor y el poeta. Una persona que se pasa catorce horas enchufado a Internet no es alguien cuya opinión me resulte interesante.  (?) ¿Cuál es su relación con Internet? Internet opera tan al minuto que no datiempo a pensar. Nunca vi una obra de arte superior salida de Internet, sino piezas que son colaterales o derivadas de algo genial que se gestó fuera de la red. Nunca crea algo a partir de la nada, sino que crea a partir de pequeños retazos de un montón de cosas. Lo que no quiere decir que no emplee Internet. De hecho, en 2008, debido a la campaña pro Obama, estuve bastante adicto al blog de un supermatemático y sus cálculos estadísticos. El analizaba lasproyecciones de cada estado ¡actualizadas dos veces por día! Pero a la vez,este matemático tan sofisticado también parasitaba la información generada endiversas instituciones: ¡Internet no fabrica nada! Es otra distracción, un mecanismo que fragmenta la vida de la gente y le impide concentrarse por sobreestimulación. Es como la Coca-Cola, un hábito que engorda, te pudre los dientes y ni siquiera alimenta. A mí me preocupa cómo construir un libro que la derrote. Hoy tenemos el imperativo, como nunca, de crear historias atrapantes. La adhesión del lector ya no es automática; debemos encontrar procedimientos para recrear nuestro oficio obsoleto. Son conocidas sus peleas con la generación que lo precede. Recuerdo su furia cuando el inglés Ian McEwan dijo que en los Estados Unidos ya no quedaban autores ?serios?, salvo Philip Roth. No soporto la pretendida honradez moral delos autores llamados ?serios?. Hay literatura popular extraordinaria y literatura seria muuuy pesada. Ian McEwan puede ser considerado un autor serio, o Coetzee? Updike nunca me gustó. La moral es algo tan importante que uno no debería ponerse serio en ese asunto. Ante la moral, es mejor asumir un espíritu juguetón. Pensemos en Alice Munro, mi escritora viva favorita; sus personajesno se conducen con corrección pero ella no los juzga. Y cuando me gusta unescritor, me gusta todo lo que escribe. Hace poco releí El teatro de Sabath, de Roth, me gustó a pesar de que me saltée unas cuarenta páginas? El libro suyo que más me gustó fue Goodbye, Columbus, o El lamento de Portnoy. Es decir, los primeros. Es un buen signo cuando todos los amigos que uno encuentra por ahí prefieren una novela suya distinta? Roth es un escritor bastante malo que, no obstante, consigue ser una figura heroica. Me irritaría que le dieran el Nobel por su escaso valor artesanal pero de algún modo se lo merece. Falla en los principales méritos del novelista: no sabe crear personajes salvo a él mismo yes un dialoguista penoso. Pero una vez que se pone en marcha llega a lugares insospechados, hasta el heroísmo. Siempre mantiene el humor, y eso está bien. ¡Que le den el Nobel, después de todo!

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8 de enero de 2011
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Una mente perversa que creó personajes ponzoñosos

Patricia Highsmith Una biografía definitiva de Patricia Highsmith resulta poco convencional y no teme decir cosas terribles de la autora. La autora es Joan Schenkar, ha sido traducida por Circe y Germán Gullón hace la reseña del libro para El Cultural:

Este tratamiento biográfico de Patricia Highsmith (Fort Worth, Texas, 1921-Locarno, Suiza, 1995) ofrece una novedad importante: la escritora norteamericana, maestra indiscutible de la novela de crimen, aparece tal y como fue, una mente perversa que creó personajes ponzoñosos. Joan Schenkar no la aprisiona en una biografía convencional, donde la cronología y el sentido común actúan de fronteras o de cárcel, y en que las convenciones convierten al autor en un raro, si bien una persona merecedora de llevar una corona de laurel sobre las sienes. Al contrario, las circunstancias personales reveladas en estas páginas, conocidas por cuantos hayan leído sus novelas, indican que la escritora alimentaba sentimientos divergentes, que revelan un cuadro emocional de estridente visceralidad, escasamente recomendable. La escritora tejana vivió obsesionada con su madre, Mary Coates, una artista e ilustradora de nota, poseída por el deseo de agradarla, de estar con ella, y manejaba mal su lesbianismo, marcado por las ciento y una aventuras, que casi siempre terminan en la humillación del otro. Un continuo cambio de identidad, presente también en los personajes de sus ficciones, sumado a los vaivénes emocionales, del amor que se convierte en odio, incluso llegando al deseo de estrangular a la pareja, sobrecargaban su sistema nervioso, desquiciando el equilibrio de su conducta. A la vez, una frialdad emocional congénita inspiró numerosos momentos de ficción y dieron vida a personajes que enardecieron la pasión de muchos lectores, despertando el ardor del hombre civilizado por conocer los lados ásperos de la existencia. La escritura de la biografía supuso una travesía infernal para Joan Schenkar, quizás la mejor autora de teatro norteamericano contemporáneo y una biógrafa consumada (Dolly Wilde, 2000), pues no sólo la perversidad del carácter de Pat Highsmith rallaba sus entrañas, sino también su patente antisemitismo. Disfrutaba mandando cartas contra los judios a los periódicos, firmadas con seudónimo, que ofendían la sensibilidad de la judía Schenkar. Durante los ocho años de investigación para el libro, que contó con el privilegio de leer los archivos suizos de la escritora, realizar las entrevistas con gentes que la conocieron, y la redacción del texto, hubo momentos en que casi abandonó la tarea. El acceso a cuadernos de notas y apuntes autobiográficos que ofrecen una visión directa del espíritu atormentado, difícil, contradictorio, perverso, constituía en verdad una bendición envenenada. La originalidad con que Schenkar aborda la figura de Highsmith resulta digna de encomio. Orilla la uniformidad impuesta por el universalismo ilustrado, y devuelve al individuo el derecho a ser diferente, incluso cuando le resulta repugnante. Además, rechazó el redactar una biografía cronológica en favor de la presentación de una sucesión de los grandes momentos y temas de la vida de Highsmith, la madre, el alter ego, los estudios sociales, y demás. La principal razón fue el hecho de que la tejana siempre estaba cambiando de papel, de identidad personal, en un momento era de una manera y en el siguiente una emoción trasnochada, del pasado, del ayer lejano, de la infancia o de la juventud, irrumpía en su mente y le cambiaba el humor. Los conocimientos elementales de psicología del lector común apenas llegan a explicar tal conducta, si bien gracias a la pluma rica en matices de Schenkar podemos constatar su existencia.  (?)Vivió encerrada en sí misma, aprisionada por un carácter imposible, que nadie supo explicar ni menos justificar. El único hilo que se puede encontrar para hilvanar el progreso de su existencia fue el deseo de poner en papel, en sus cuadernos y diarios, en las novelas, el perenne malestar, los cambios de humor, las contradicciones, la capacidad para trasformar los momentos amenos, como el placer de la intimidad sexual, en instantes cuando surge la traición, el mal. La sorpresa es que los deseos confesados en el secreto de sus cuadernos coinciden con los representados por sus personajes en los textos de ficción. Fue una persona que vivió encerrada en su miseria, no por voluntad propia, sino por la incapacidad de actuar de manera diferente. El ayer, sus padres, los recuerdos de la infancia, los supuestos idilios de juventud en vez de aliviar su mente, la reafirman en su desgracia. Parece como si su cerebro fuera habitado por una multitud de voces, que sólo se calmaban cuando la necesidad de escribir la concentraba en una historia, al trasvasar sus frutraciones al papel. 

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8 de enero de 2011
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To be continued

escribir Un proyecto de Xavier Bru (el creador del célebre Teaserland, el festival de tráileres falsos) ha empezado a rodar. Se trata de To be continued, una novela cuyos primeros capítulos serán escritos por autores conocidos (el primero, que ya está listo, es de Santiago Roncagliolo) y los siguientes serán elegidos entre los cibernautas que envíen su propuesta de cómo continuar la historia. Un jurado (en el que participo gracias a la invitación de Xavier) que deberá escoger cuál de los textos enviados es el mejor y más idóneo para seguir con la historia. En el diario El País nos enteramos un poco más del proyecto. Yo les iré adelantando cómo van las cosas:

¿Otra red social más? ¿Y solo para fanáticos de las letras? Cuando parecía que a los internautas ya no les quedaba tiempo para mantener blogs, perfiles, twitters y demás, a Xavier Bru ?el cerebro de Teaserland, festival de tráileres falsos? se le pasó por la cabeza una red de redes para escritores aficionados de habla hispana. To be continuedes el nombre del proyecto que durante tres frenéticos meses mantendrá a los autores sumergidos en el desarrollo de esta novela colectiva. Foros de discusión sobre el desarrollo de la trama, los personajes y las bandas sonoras; un jurado encargado de seleccionar las mejores propuestas, tres escritores profesionales invitados, vídeos que ayuden a situar los espacios (?la novela sucederá en Madrid, nos pareció que esta ciudad podía sonar a todo el mundo?, explica Bru) son algunos de los mecanismos implícitos en el faraónico proyecto, que en su edición impresa será lanzado por la editorial Roca en la próxima Feria del Libro. ?Con Teaserland descubrimos que en Internet hay talento por arrobas?, recuerda Bru. Pese a todo, limita las pretensiones del libro: ?Nuestra idea no es crear cantera. Es cierto que conozco a mucha gente que escribe muy bien, pero al trabajar en entornos cerrados las editoriales no les prestan atención?. De forma paralela aparece el apoyo a la ilustración. Aunque en To be continued ?manda el texto?, también habrá espacio para dar a conocer nuevos ilustradores, un tipo de expresión que ?a juicio de Bru?no ha sido suficientemente explotada. También niega que detrás del libro exista alguna voluntad aleccionadora. Nada de impartir lecciones sobre el futuro de la literatura, si esta debe ser multimedia, basada en la convergencia de lenguajes, o no. Y a pesar de que ?Internet haya dejado en pañales a la revolución industrial?, lo que aquí cuenta es la diversión. Una de los cuestiones que To be continued plantea es el uso del idioma. ¿Qué hacer ante el debate sobre la defensa de los localismos hispanohablantes frente el español universal? ?Cerrar el texto a localismos no tiene sentido; por tanto, tal vez haya que editar algunos capítulos ganadores, sin llegar a dogmatizar en ningún momento?. Santiago Rocangliolo será el autor invitado encargado de abrir el libro. Aquí va una pista sobre el inicio: ?Habrá un cadáver empotrado en una marquesina de la Gran Vía; he optado por un policial porque todo el mundo conoce las técnicas del género?. Preguntado sobre si la idea de un libro colectivo o rivalizar con otros escritores es motivo de ansiedad, el escritor peruano lo tiene claro: ?Bueno, en verdad me encanta plantear un misterio sin tener que resolverlo. Ojalá siempre fuera así?.

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7 de enero de 2011
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EL AMULETO PERDIDO.- En un post que escribí hace poco, comenté…

EL AMULETO PERDIDO.- En un post que escribí hace poco, comenté el post de Ezequiel Martínez en su blog ?En Minúsculas? donde contaba la anécdota de Mario Vargas Llosa y su amuleto perdido. Lo que no sabía hasta hoy es que testigo de la anécdota fue Daniel Mordzinski, quien acompañó a Ezequiel a la entrevista y consiguió la foto del amuleto hoy extraviado. Me envía la foto testimonio gentilmente para los lectores Moleskine. Véanlo pero, ya saben, como dice también Ezequiel, si alguien lo encuentra no se lo devuelva que está mejor sin él.   Foto: Daniel Mordzinski

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7 de enero de 2011
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Rubem Fonseca reseñado

Rubem Fonseca La editorial chilena Tajamar ha decidido publicar dos libros del gran narrador brasileño Rubem Fonseca. Uno de ellos es la reedición de una colección de relatos de fines de la década de los 70, El cobrador, que es realmente extraordinario. Otro es su última novela, escrita casi a los 80 y más años, llamada El Seminarista.  La reseña aparece en La Revista de Libros de El Mercurio:

El cobrador contiene 10 relatos y el que da nombre al volumen nos introduce en un personaje que se repetirá en el resto de la producción de Fonseca: un asesino en serie que se siente con derecho de matar a quien le da la gana, debido a razones que serían plausibles, aunque broten de una mente enferma. Los límites entre normalidad y anormalidad, delincuencia y respetabilidad, son inexistentes. El protagonista no busca el pago de cuentas, ya que piensa que todo el mundo le debe algo: en consecuencia, dispara al dentista que lo atiende o a un potentado, porque ?me enferman esos tipos que andan en Mercedes?. El héroe posee características que veremos en todos los actores creados por Fonseca: un apetito sexual insaciable, que lo lleva a relacionarse (habría que decir copular) con una, dos, tres, cuatro, cinco mujeres? ?Mandrake? resulta una intriga policial perfecta. Paulo Mendes, abogado, vive con Berta, quien, aparte de su atractivo, es imbatible en el ajedrez; mientras no ejerce en el foro, Mendes oficia como detective privado y se entiende por igual con el hampa o la policía. Cuando hay varios muertos, se ha bebido sin parar, han desfilado alusiones al cine del pasado, la trama se complica y Fonseca nos ha paseado por Río de Janeiro, el narcotráfico, la corrupción y el caos urbano, surge una repentina pista y el desenlace es digno de Chandler. ?Once de Mayo? transcurre en un asilo de ancianos, lugar que se presta especialmente para el pesimismo radical de Fonseca en la paranoia del hablante, quien establece comparaciones irrefutables entre el hogar y un campo de concentración nazi. El seminarista se lee sin respiro y es una de las ficciones superiores dentro del último período narrativo del escritor, una proeza si se piensa que fue escrita a los 84 años. José es conocido bajo el apodo de Especialista y ?el Despachante me dice quién es el cliente, me da las coordenadas y yo hago el trabajo?. Esto consiste en ultimar, mediante pistolas automáticas, a cualquiera que se le mencione. Al llegar a la página 20, han pasado a mejor vida cinco sujetos. Antes de transformarse en sicario, José estudió para sacerdote y gracias a su dominio del latín tenemos citas de Horacio, Séneca, Cicerón; Kirsten, su pareja, traduce del portugués al alemán, lo que nos lleva a Rilke, Pessoa, Blake, sin contar con los pasajes gastronómicos, las referencias musicales, las evocaciones históricas y muchas otras, que otorgan un sabor único a todo lo que escribe Fonseca, asombrosamente liviano, profundamente culto. El final de El seminarista es demasiado exagerado, porque después de una serie de bárbaros crímenes parece redundante agregar tortura y mutilaciones. Pero un lunar no empaña un texto de calidad y, en conjunto con El cobrador tenemos dos muestras de este notable narrador.

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7 de enero de 2011
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Mark Twain con y sin censura

Mark Twain Mark Twain dictó su autobiografía con la firme intención de que se publicase 100 años después. De esa manera no se auto-censuraba nada de lo que quería decir. Luego de su centenario, se ha publicado al fin el libro de Twain. El libro tiene 760 páginas y con sus 300,000 ejemplares, es el número uno de ventas aunque no hay mayores revelaciones. En la Revista Ñ comentan algunos pormenores del libro:

Twain muestra su estilo: ?Nací el 30 de noviembre, 1835, en el casi invisible pueblo de Florida, en el condado Monroe de Missouri. El pueblo tenía cien personas y yo aumenté en un 1 por ciento su población. Lo cual es más de lo que muchos de los mejores hombres en la historia han hecho por sus lugares de nacimiento? , bromea.

Criado entre esclavos, anota que ?el color y la condición interponían una línea sutil? entre él y sus compañeros de juegos en la granja donde creció. ?En mis días de escolar, no tenía aversión a la esclavitud. No era consciente de que hubiera algo malo en ella? , recuerda en el libro. También le dedica varias páginas a su debut como ?hombre literario?. Fue en 1866 y Samuel Clemens ?su nombre real? colaboró con la revista Harper´s Monthly, con una crónica sobre náufragos en Hawaii. Fue la primera vez que le vino a la mente el nombre de Mark Twain. ?En la imprenta se equivocaron y el artículo apareció con el nombre de Mike Swain o MacSwain (no me acuerdo cuál) Me convertí en un hombre literario, pero en uno oculto?. Sin embargo, a pesar de su obsesión por el reconocimiento, despreciaba a los críticos de arte. ?Creo que el oficio de crítico, en literatura, música y el teatro, es el más degradado de todos los oficios y que no tiene ningún valor real. Pero es la voluntad de Dios que debamos tener críticos, y misioneros, y congresistas, y humoristas, y debemos sobrellevar esa carga? , dispara.

Pero mientras que su autobiografía no es censurada, sus libros reeditados sí están sufriendo ahora una censura de lo políticamente correcto. Su célebre novela Las aventuras de Huckleberry Finn ha sido editada por NewSouth Books, pero la palabra ?nigger?, es decir ?negro? o ?negrato? ha sido cambiada por ?esclavo?. Dice la nota en El País:

En 219 ocasiones aparece en el texto la palabra ?nigger ? (?negrata? sería la traducción literal; en España se tradujo como ?negro?). Una palabra hoy en día peyorativa que al profesor de inglésAlan Gribben, de 69 años, responsable de esta nueva edición, le parecía ofensiva y racista. Y la ha sustituido por ?esclavo?. La editorial NewSouth Books tiene prevista una primera tirada de 7.500 ejemplares en febrero, incluyendo en el mismo tomo otro libro del autor, Las aventuras de Tom Sawyer, donde ya aparece el personaje de Huckleberry Finn (y la palabra ?nigger?, aunque no tanto). Gribben, profesor en la Universidad Auburn(Alabama), propuso la edición retocada el pasado verano después de pasar varias décadas leyendo a sus alumnos el libro cambiando el epíteto racial sobre la marcha. La palabra ?injun? la forma ofensiva de denominar a los nativos norteamericanos, también será cambiada por ?indio?. ?No estoy de ninguna manera expurgando a Mark Twain?, ha dicho Gribben a la revistaPublisher Weekly. ?Las críticas sociales agudas están ahí. El humor está intacto. Simplemente tuve la idea de alejarnos de la obsesión con esta palabra, y dejar que las historias se mantengan por sí mismas?. ?Las razas son importante en las tramas de estos libros. Es una cuestión de cómo expresarlo en el siglo XXI?, ha dicho el profesor. Gribben ha expresado su pesar porque el libro ya no se lee en las escuelas, algo que achaca a palabras como ?nigger?, y dice que esta nueva versión estará dirigida a gente joven y lectores en general, no académicos. ?Mi hija fue a un colegio público y una de sus mejores amigas era afroamericana. Odiaba este libro, apenas podía leerlo?, ha dicho Gribben. ?Es una pena que una sola palabra sea una barrera entre una experiencia de lectura maravilloa y un montón de lectores?, ha dicho Gribben. La noticia de la publicación de esta versión retocada ha creado gran polémica en los foros y redes sociales de Internet. La editorial y el profesor Gribben ha sido acusada de ?censora? y de alterar un clásico de la literatura.

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5 de enero de 2011
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Disciplina, vanidad, narices

carátula del libro Hoy Enrique Vila Matas publica un artículo en el diario El País sobre el libro La nariz de Cleopatra de Judith Thurman, editado en castellano por Duomo. Sin embargo, el personaje que asoma con mayor fuerza en el libro es André Malraux, según Vila Matas, quien tuvo la generosidad de mencionar el nombre de mi novela La disciplina de la vanidad en su artículo ?La nariz de Malarux?.  Dice la nota:

Sólo veo tres temas esenciales: el amor, la muerte y la nariz de Cleopatra. Una variante de la misma sentencia la ofrece Monterroso: ?Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas?. Completemos el tríptico con otra frase del mismo Monterroso: ?La mosca que hoy se posó en tu nariz es descendiente directa de la que se paró en la de Cleopatra?. De ahí al famoso pensamiento de Blaise Pascal hay solo un trecho: ?Si la nariz de Cleopatra hubiera sido más corta, toda la faz del mundo habría cambiado?. Es decir, que un pequeño detalle puede ser poderoso. De esas grandes minucias se ocupaLa nariz de Cleopatra (Duomo). Su autora, Judith Thurman, famosa periodista neoyorquina, ha elegido ese título pascaliano para su recopilación de los ensayos/críticas culturales que publicó en The New Yorker entre 1987 y 2009, en una sección de la revista que suele encuadrarse en lo que se denomina ?vanidad humana?. En este terreno, Thurman se vale desde siempre del elegante látigo de su estilo y de una formidable capacidad para analizar como nadie lo que podríamos llamar, invocando el título de una novela de Ivan Thays, ?la disciplina de la vanidad?. Porque ese es un detalle que puede a veces pasarnos desapercibido: algunas de las más grandes vanidades de nuestro tiempo han sido construidas con un admirable sentido de la disciplina.

Como un castillo de naipes, diría otro. Pero este no es precisamente el caso del disciplinado André Malraux, vanidoso tremendo, cuya nariz se asoma largamente en La nariz de Cleopatra. Fue un cuidadoso constructor de sus propios naipes y mito, gran timador, tunante mayor de la República Francesa, experto en leer con voz temblorosa oraciones fúnebres, grandísimo engreído, rufián enamorado solo de los colosos (Mao, Kennedy, Picasso, De Gaulle) que acabó él mismo enterrado en el Panteón de los Grandes Hombres en París, pícaro que en su ambición por suceder a De Gaulle propagó el rumor de que en un testamento secreto el general así lo había dejado escrito. En la revista PopMatters, tras leer lo que Thurman cuenta de Malraux en su libro, se preguntaron si no habrá que tener siempre algo de estafador si se aspira a ser artista. Con todas sus contradicciones, el personaje de Malraux acaba resultando fascinante, e incluso humano, demasiado humano. Y Thurman lo absuelve en parte: ?Sin embargo, hay un aspecto suyo que solo puede calificarse con la palabra ?noble?. Malraux fue el héroe de una batalla tragicómica que todos conocemos y todos perdemos: ?la lucha del hombre contra la humillación?, como él la llama?. Pero en el libro de Thurman, más allá de la nariz de Malraux (al final de su vida sus tics faciales de siempre daban la impresión de ser, para el que no los conocía, los de un viejo cocainómano), asoman otras historias en la lucha contra la humillación, tratadas también con el látigo y el cariño que es la marca indeleble de la casa Thurman. De Jackie Kennedy, por ejemplo, se nos cuenta cómo su mitomanía estaba conformada por las pretensiones de una familia que procedía de inmigrantes de clase trabajadora por ambos lados y que inventó para sí misma una historia aristocrática. De Catherine Millet, que fue una devota niña católica que deseaba ser monja. De Ana Frank, que ni siquiera era una buena chica y que no se sabe qué más habría hecho con esa libertad sensual y expresiva que tanto llama la atención en su prosa. De Yves Saint Laurent, que ?nació con una crisis nerviosa? y que, al retirarse del mundanal ruido, dijo que la lucha por la belleza y la elegancia le había causado mucha tristeza. Esa gran pena en su retirada turba a Thurman y la remite a las últimas escenas de Proust, cuando este descubre que ?la cruel ley del arte es que la gente muere (?) después de haber agotado todas las formas de sufrimiento, de modo que sobre nuestra cabeza pueda crecer algún día la hierba, no del olvido, sino de la vida eterna?.

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5 de enero de 2011
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El Boomeran(g)
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