Andrés Ortega
Hay una empresa sin la cual no se entiende el mundo del petróleo hoy en día: Schlumberger. BusinessWeek le dedica su portada y artículo principal esta semana en su edición global. Es una lectura esencial. La llama la "gigante furtiva del petróleo", pues ha pasado relativamente desapercibida, aunque cotiza en bolsa. Para empezar no tiene una nacionalidad clara. Las multinacionales, pese al nombre, sí suelen tenerla, incluidas las grandes hermanas del petróleo. Schlumberger es "una empresa sin un país". Fue fundada en 1926 por dos hermanos franceses, Conrad y Marcel, que llevaban este apellido. Pero ahora tiene sus sedes principales en París, Houston y La Haya, con 76.000 empleados de 140 nacionalidades en 80 países, y unos ingresos de 19.230 millones de dólares en 2006. De hecho, en su cifra de negocios pesan en primer lugar Europa, Rusia y la Comunidad de Estados Independientes y África (especialmente Argelia y Libia) por delante de Oriente Medio, de Asia, de Norteamérica y de América Latina (está muy presente en Venezuela y en México).
Uno de los secretos de su éxito es haberse dedicado, últimamente bajo la dirección del británico Andrew Gould, no a hacerse directamente con las concesiones de comercialización (aunque está entrando crecientemente en este campo de producción por lo que las majors protestan), sino a aportar tecnología y capacidad de organización a países que la necesitan y que quieren conservar estos recursos bajo la bandera nacional. Y de Rusia a África, Asia y América Latina, este tipo de situaciones empiezan a abundar y, a diferencia de unos lustros atrás (aunque Rusia ha importado desde hace años) estas estos países son clave para el gas y el petróleo en el mundo. El cambio viene de las exploraciones y búsquedas de nuevos campos, cuando se están agotando algunos de los tradicionales ya sea en el Mar del Norte o en Arabia Saudí . Y es a esto a lo que se ha dedicado Schlumberger, invirtiendo en tecnología todos estos años, una apuesta que se ve hoy facilitada por la subida del precio del petróleo (los 100 dólares el barril no llegan aún, pero se acercan a los 110 en dólares de hoy, de 1979). Sin Schlumberger probablemente muchos de estos nuevos productores hubieran sido incapaces de sacar el petróleo o el gas de sus subsuelos terrestres o marítimos, y hoy no habría, por ejemplo, ese renacimiento de África y de América Latina.
El otro secreto de su éxito es no aparecer como occidental y operar con socios nacionales. Schlumberger, como cuenta BusinessWeek, considera que no quiere ser vista como tal, sino bajo marcas locales, comprándolas o asociándose a ellas, mejorando su manera de actuar y formando al personal local. Este puede ser un buen ejemplo de eso que se llama la glocalización.