Skip to main content
Blogs de autor

La última guerra de la OTAN

Por 11 de febrero de 2008 Sin comentarios

Andrés Ortega

En Afganistán, los aliados de la OTAN no parecen dispuestos a compartir por igual los sacrificios. EE UU ha pedido 7.000 soldados suplementarios a sumar a los actuales 45.600. Washington pondrá 3.000 más, pero sólo temporalmente. Ha molestado a algunos aliados que el secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, en vísperas de la reunión de ministros que ha tenido lugar en Vilna, hubiera dirigido cartas individualizadas a los otros 25 miembros de la Alianza, con peticiones muy concretas a cada uno, por ejemplo, en el caso español guardias civiles para el control de fronteras, petición que España no está en disposición de atender. En público Gates, sin embargo, habló de que sus peticiones se referían a lo que la Alianza debe hacer en su conjunto. Con uno señalando a los demás lo que han de hacer, no funciona una alianza, según alguna opinión en la Conferencia anual sobre Política de Seguridad de Munich, que ha girado en torno a Afganistán, donde la OTAN se juega no solo el futuro del país sino el suyo propio. Tampoco, según otros, con una asunción de riesgos demasiado desigual, "entre los que quieren combatir y los que no", como crudamente lo puso Gates.

El Rubicón a cruzar por algunos aliados sería bajar al Sur y al Este, pero eso significa ir para entrar en combate. Alemania, donde un 55% de la opinión pública está en contra de la participación en esta guerra, no se lo plantea. España, tampoco. La Francia de Sarkozy -presente en Munich a través de su ministro de Defensa, Hervé Morin, – aparece como la única que, con los británicos, canadienses y holandeses que ya están allí, ha dado un paso adelante.

Esta es una guerra confusa, que ha cambiado de objetivos, mandato y estrategia desde que se inició a raíz del 11-S. Ha habido progresos, pero el riesgo de perderla sobre el terreno y en la opinión pública afgana (que ve crecientemente a esta fuerza de la OTAN como de ocupación) y la occidental es grande. "Aunque no estamos perdiendo, no es seguro que estemos ganando" según el senador americano republicano Lindsey Graham, un convencido de que la guerra de Irak se va a ganar. Pero de no ser por la de Irak hoy no habría problemas de efectivos norteamericanos para la guerra de Afganistán.

Hay un problema de definición que la OTAN pretende aclarar con la publicación, con ocasión de su cumbre en Bucarest en abril, de un documento de visión estratégica que recoja una explicación del por qué de esta guerra y la necesidad de aunar una acción militar convincente con la de reconstrucción del país, y su afganización para que los locales asuman su propia seguridad. No es fácil cuando un soldado del nuevo ejército afgano cobra mucho menos que un combatiente enrolado por los talibanes. Una parte de Al Qaeda ha llevado el centro de gravedad de su guerra de Irak a Afganistán. Y ha resurgido el cultivo de opio, para combatir el cual no está la OTAN. En todo caso, hubo en Munich un amplio acuerdo de que esta guerra no se ganará sólo por medio de la fuerza militar, como descubrieron en su día británicos y soviéticos. Pero sí requerirá, como señaló Morin, un esfuerzo militar suplementario a corto plazo.

Pakistán, con sus problemas internos, no ayuda. Y en el sur y este, la OTAN se está metiendo en tierras que nunca ha controlado nadie, salvo las tribus locales. Probablemente, como indican algunos británicos, habrá que acabar pactando con eso que se llama los "talibanes moderados", pues es imposible o inaceptable destruirlos a todos. Pero el presidente de Afganistán no quiere oír hablar de ello. Karzai controla poco. Tan poco que se le apoda "el mejor alcalde de Kabul". Está al frente de un Gobierno que no llega mucho más allá de la capital y lleno de corruptos. Ha vetado al liberal británico Paddy Ashdown, que hubiera sido un buen coordinador local de la ONU, pues la descoordinación entre las diversas organizaciones civiles presentes en Afganistán es patente. Pero es británico, y Karzai y los afganos no se llevan bien con la antigua potencia colonial.

Quizás la OTAN no valga para este tipo de guerras tan lejos de su área tradicional. De hecho, desde 2003, la OTAN – transformada según Gates en una "multifacética fuerza expedicionaria"- no ha asumido ninguna nueva misión, mientras la ONU ha sumado diez más. La Alianza, que el año próximo cumplirá 60 años, no está en peligro. ¿Pero, se preguntaron algunos en privado en Munich, será Afganistán su primera guerra terrestre y su última?

Publicado en El País, el 11 de febrero de 2008

profile avatar

Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

Obras asociadas
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.