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El mito de Kennedy

Por 1 de febrero de 2008 Sin comentarios

Andrés Ortega

Ted Kennedy ha salido en apoyo en Barak Obama, causando una pequeña revolución en el campo demócrata y con los Clinton considerándolo una traición. Kennedy es un apellido que conlleva un mito, y el actual patriarca de la familia es bien consciente de ello. Y como tantos mitos, tiene bases verdaderas y otras falsas. John Kennedy supuso un soplo de frescor cuando llegó a la política y el más joven (44 años, Obama tendrá 47 si lo consigue) a la Casa Blanca, e impulsó una agenda de derechos civiles de los negros que tras su asesinato realmente llevó a cabo Lyndon B. Johnson. En su toma de posesión lanzó el famoso: "No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tu puedes hacer por tu país". Cabe preguntarse qué hizo por el mundo. Y la respuesta empieza entonces a cobrar tintes negativos  

Desde el punto de vista de la política internacional, John Kennedy fue un auténtico boy scout, cuyo legado aún sufrimos hoy en día. Para empezar, él fue quién utilizó, ya en su campaña para senador en 1958, la idea, falsa, que había un missile gap, un desequilibrio en número de misiles y vectores con cargas nucleares a favor de la URSS, iniciando una loca carrera armamentista. Es una mentira que intentaron meter la CIA y la fuerza aérea norteamericana, aunque el espionaje americano rectificó y consta que así se lo explicó al candidato a presidente en el verano de 1960. Pero Kennedy no hizo caso al aviso de su predecesor, Dwight Eisenhower, quien en su despedida previno contra lo que llamó el "complejo industrial-militar". Otros se encargarían en los años 70 de acentuar aún más esta tesis del desquilibrio frente a la Unión Soviética y almacenando la capacidad para destruir varias veces la Tierra.

Está además el fracaso del desembarco en Bahía de Cochinos para derrocar a Catsro en Cuba, plan de nuevo impulsado por la CIA y que Kennedy no frenó. La crisis de los misiles de Cuba, sí la llevó bien -aunque el buen consejo vino de otros-  aunque nunca estuvo el mundo tan cerca de su primera guerra nuclear tras Hiroshima y Nagasaki. O su actitud en defensa de la libertad tras la construcción del Muro de Berlín. Pero Kennedy,  desoyendo los consejos de De Gaulle que le recomendó quedarse al margen de Indochina, aceleró la escalada que ya había iniciado Einsenhower en Vietnam enviando 16.000 asesores militares y fuerzas especiales, además de permitir el bombardeo con napalm y otros horrores.   

John Kennedy fue mejor hacia adentro que hacia afuera.

 

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Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

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