
Ficha técnica
Título: El niño descalzo | Autor: Juan Cruz | Editorial: Alfaguara | Colección: Hispanica | Formato: Tapa blanda con solapa | Páginas: 304 | Medidas: 151 X 240 mm | ISBN: 9788420409115 | Precio: 18.90 euros | Ebook: 8,99 euros
El niño descalzo
Juan Cruz Ruiz
«Uno se pasa la vida dándole vueltas a la misma isla que somos.»
Un libro para entender la infancia y la vida. Para volver a ser niño.
El niño descalzo cuenta tres infancias: la del nieto, marcada por la alegría de vivir y el asombro infinito ante la realidad; la de Eva, la hija; y la del abuelo, el autor, prolongada por la huella que los recuerdos fueron dejando en él con el paso de los años.
Como si se tratara de una obra que encierra el mundo entero, el niño va conociendo poco a poco la vida: los números, el ascensor, el día, el mar, el adiós, el amor y un cuchillo que permanece apresado en la memoria del autor.
La narración avanza y retrocede con el ritmo tranquilo de las olas de un mar en calma. Cada descubrimiento del nieto despierta en el abuelo un recuerdo de lo vivido junto a sus seres queridos que se mantiene indeleble. Como si fuera la relación con los otros lo que poco a poco va esculpiéndonos, convirtiéndonos en lo que somos cuando ya no somos más que el tiempo que nos queda.
Juan Cruz ha sido galardonado con: el Premio de Canarias de Literatura, el Premio de Novela Benito Pérez Armas, el Premio Azorín de novela y el Premio Nacional de Periodismo Cultural.
1. Dedicatoria
Ahora, tal día como hoy, en primavera, en la ciudad a la que fui arrojado por el viento del azar, frente a una iglesia que también por azar preside el ámbito de lo que veo desde esta casa, cuando aún es 25 de marzo de 2013 y todavía no ha florecido el único árbol de la calle, siento que debo escribirte una carta.
No te escribo sólo para que sepas de mí, de lo que he vivido y de lo que hemos vivido, e incluso de lo que vas viviendo, sino para que sepas qué me pregunto hoy, qué siento, qué suena hoy a mi alrededor, qué se escucha, qué somos, qué fuimos, de qué me acuerdo, de qué me querría olvidar, y lo empiezo a hacer, he empezado a hacerlo, en Madrid, a 25 de marzo de 2013. Y lo haré en fechas sucesivas, espero no desmayar, ni un día sin línea, como si estas palabras te fueran a llegar en un último suspiro, ese mensaje que uno quisiera ser para prolongarse más allá de la respiración, de la mirada y del cuerpo; uno quisiera seguir siendo en el aire el aire mismo, una sombra de la sombra, una sombra en la pared oscura. Como si la carta fuera una mano que te tiendo para que tú la prolongues, acaso para que la mano sea la respiración que quede después del tiempo, más allá del árbol sin flores, después del tiempo que queda. Una carta que fuera como el árbol que nace de otro árbol que parecía inútil o muerto o inexistente o imaginado en la esquina de una calle cualquiera. El árbol del milagro, una ilusión pintada en el patio.