Con la edad nos alejamos del suelo, dejamos de escudriñar las marcas del terreno; rayas, manchas, pequeñas miserias aplastadas que configuran una geografía que sólo se aprovecha durante la infancia. Al erguirnos, al dejar de reptar, perdemos una información preciosa; quizá esta ausencia sea la causa del miedo que produce la posibilidad de que algún día nos convirtamos en adultos.
Francisco Ferrer Lerín23 de julio de 2016