
Jesús Ferrero
"Habla si tienes palabras más fuertes que el silencio", decía un personaje de Eurípides. Esta norma casi nunca se cumple en Twitter, ni muchas otras.
"Para olvidar lo malo hay que olvidar también lo bueno porque se olvida por bloques", dice Ramón Eder en "Palmeras solitarias". Tiene razón, y es que cuando olvidamos un amor, o lo olvidamos todo, o no olvidamos nada.
"Son las circunstancias las que deciden el bien y el mal", decía Maquiavelo. Y se podría añadir: las circunstancias y las épocas y las religiones y las ideologías. Aunque haya habido ajusticiamientos por cuestiones morales, no hay nada más cambiante y oscilante que la moral.
"Todo buen libro es un atentado", decía Marcel Jouhandeau, y tenía razón: un atentado a nuestra comodidad, a nuestra imbecilidad, a nuestra indiferencia, a nuestra tendencia a permanecer afincados en nuestro espacio de confort.
"Cuando no hago nada estoy muy ocupado", decía Escipión, y tenía razón: los momentos vacíos de acción son muy densos, despliegan la verdad del pensamiento y dan alas a la imaginación.
Pensaba Esopo que la costumbre dulcifica hasta las cosas más aterradoras. Cierto. La gente se acostumbra a vivir en el infierno y luego, cuando se lo quitan, siente nostalgia. ¿Nostalgia de qué? Pues del infierno. La historia de España es rica en ejemplos de esa sorprendente nostalgia.