Vicente Molina Foix
Pobres polacos los ‘progres’ de ahora, sometidos a un gobierno ultra-reaccionario y ‘nacional-katólico’, que trata de cercenar las libertades de un país cuyo arte fue, en muchos momentos del siglo XX, un paradigma de modernidad y arrojo, sin perder el aura espiritualista que impregna a menudo su cultura. Cuando sigue en cartel la película final del gran cineasta Andrzej Wajda, aquí llamada ‘Los últimos años del artista: Afterimage’, el Museo Nacional Reina Sofía ha abierto (hasta finales de septiembre) una magnífica exposición conjunta de dos figuras centrales de la vanguardia centroeuropea, Katarzyna Kobro y Wladyslaw Strzeminski, siendo este el artista independiente y rebelde cuyos últimos años de lucha frente al dogmatismo estalinista recoge precisamente el film de Wajda.
Ya hace año y medio que el Reina Sofía nos descubrió a Andrzej Wróblewski, otro pintor polaco contemporáneo de los citados y autor de una vigorosa obra figurativa infiltrada de alusiones políticas. La centralidad de la figura de Wajda quedaba demostrada por el hecho de que también en esa inolvidable exposición (albergada en el Palacio de Velázquez del Retiro), figuraba el director de cine, que fue gran amigo de Wróblewski, inspirador a su vez de muchos motivos formales presentes en ‘Todo está en venta’, otra de las películas más destacadas del cineasta. El desconocimiento previo de estos nombres en España (país que sin embargo dio a conocer pronto la obra literaria de genios como Schulz, Witkiewicz o el gran Gombrovich, y acogió con entusiasmo los montajes teatrales de Grotowski y Kantor), está siendo paliado, y en ese sentido es muy recomendable leer ‘Paralelismos vanguardistas hispano-polacos’, el largo texto de Juan Manuel Bonet en el precioso catálogo de Kobro y Strzeminski editado por el museo madrileño.
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