Víctor Gómez Pin
Las líneas de Hegel con las que cerraba la columna anterior se incluyen en este párrfo
"La representación considera los momentos de la igualdad y la desigualdad como independientes entre sí, de modo que pueda bastar, para la determinación, uno sin el otro, es decir la pura igualdad de las cosas sin la desigualdad; o sea, considera que las cosas son diferentes aun cuando ellas sean múltiples sólo bajo el aspecto numérico, es decir, diversas en general, no desiguales" (Hegel, Ciencia de la Lógica. Doctrina de la Esencia traducción de Rodolfo Mondolfo, Solar- Hechette, Buenos Aires citada p.371)
Hegel nos indica que este modo de pensar es propio de la representación. Y ¿qué es la representación? En la atmósfera hegeliana representar es casi lo contrario que pensar.
La actividad del pensar prioriza la diferencia luego la relación, establece diferencias allí dónde de lo contrario tendríamos una homogeneidad estéril. Por ende, si las cosas estuvieran sometidas al pensamiento no cabría suponer que tienen una identidad previa a las relaciones diferenciales que mantienen. La pasividad del representar no vincula por diferenciación sino por yuxtaposición. Si dos cosas se le presentan iguales las incorpora sin buscar la diferencia. Obviamente la actividad del pensar es más fértil:
"Al contrario, el principio de diversidad expresa que las cosas son diferentes por su desigualdad entre sí, esto es que a ellas les compete la determinación de la desigualdad tanto como la igualdad"( idem).
Hegel hace aquí una suerte de tributo a Leibniz , pero la Ciencia de la Lógica, es decir, lo que Hegel considera el movimiento propio de las ideas, da un paso más. Ciertamente no hay dos cosas iguales; si hay dos, hay desigualdad de rasgos. Pero ¿por qué es así ? ¿Por qué no hay uno igual a sí sin dos desiguales?
Para Hegel no basta decir con Leibniz que si se dan dos entidades hay una diferencia esencial o constitutiva, una desigualdad entre ellas. Hay que decir porqué es así. Hegel exige lo que el llama una demostración y lo hace en un texto durísimo y oscuro como todos los textos del autor. Ahorro en todo caso al lector el camino de la exploración y transcribo tan sólo el resultado: no cabe suponer que haya dos cosas mera o absolutamente iguales, por la razón simple de que la igualdad como tal se revela ser dentro de sí misma desigualdad.
Así pues, lo que la demostración del principio de diversidad o principio de los indiscernibles exige es trascender la consideración de las cosas iguales para contemplar la categoría misma de igualdad y entonces… "mostrar su traspaso a la diversidad determinada, es decir a la desigualdad. .
Al que crea poder constatar que se dan dos cosas in- diferentes o iguales, se le objetará lo siguiente: dado que la igualdad misma muda necesariamente en desigualdad, tales cosas iguales serían, por la propia razón de serlo, desiguales.
Hay sin duda otras formas, digamos más cartesianas, de intentar demostrar que la diferencia nunca es neutra, que la mera diversidad supone desigualdad de los diversos. Pero retengo aquí la de Hegel por un aspecto importante que comentaré en las siguientes columnas, a saber que la desigualdad hegeliana supondrá oposición y contradicción. Y en consecuencia: la identidad es diferencia, la diferencia es desigualdad, la desigualdad es oposición y la oposición contradicción.