Vicente Molina Foix
El segundo niño prodigio de la literatura francesa murió, al contrario que el primero, siéndolo todavía. Raymond Radiguet había cumplido veinte años al caer víctima del tifus en plena actividad, dejando -sin silencio ni renuncia- dos novelas magistrales, varias colecciones de poesía, cuentos, artículos y pequeñas piezas teatrales, marcadas por la huella de un genio menos visionario pero tan indómito y original como el de Rimbaud. También dejó la huella fulgurante, en los tres años de su agitada y productiva residencia parisina, de una temperamento que deslumbró a Max Jacob, a Man Ray, a Modigliani (que le retrató), a Breton y Tzara, y a su más íntimo amigo Jean Cocteau.
El narrador y protagonista de ‘El diablo en el cuerpo’, novela de ribetes autobiográficos escrita entre los 16 y los 18 años (y que el autor pensó llamar, entre otros posibles títulos, ‘L´âge ingrat’), muestra en su escritura y en su peripecia, que trascurre sobre el trasfondo de la primera guerra mundial, una "mezcla de timidez y descaro". Ese carácter desconcierta a su familia, a sus compañeros de escuela, a los quisquillosos vecinos provinciales, y también a Marthe, la joven mayor que él y en cierto momento del libro casada con un oficial que sirve en el frente, con quien inicia de modo cómico y mantiene -entre el placer y el tormento- una historia de amor de las más bellas y apasionadas que jamás se han escrito.
Empecé a traducir ‘Le diable au corps’, que tuvo un éxito arrollador al publicarse en marzo de 1923 y es en Francia desde entonces un clásico moderno siempre vigente, por encargo de Jaime Salinas y siendo yo aún estudiante, con apenas dos años más de los que tenía Radiguet a la hora de su muerte en diciembre de 1923. He releído ahora, más de una vez, la novela, publicada en la colección del Libro de Bolsillo de Alianza en 1970, el mismo año en que comparecí como novelista y poeta ‘Novísimo’. Y al volver a oír la honda voz reveladora y ocurrente, una de las más singulares de la narrativa en primera persona, he revisado mi trabajo de entonces, que me atrevo a considerar fiel aunque excesivamente ‘libertario’, tratando en todo momento esta segunda vez de reflejar con exactitud el timbre y la lírica sequedad del escritor, eliminando los pequeños acomodos a la personalísima construcción del párrafo y la acentuación de su prosa. La novela, en todo caso, sigue siendo la obra maestra de la feliz edad ingrata que siempre fue.
____________________
[Breve nota introductoria a la reedición de ‘El diablo en el cuerpo’. Alianza Editorial, Biblioteca de Traductores, Madrid, 2014]