Víctor Gómez Pin
Poner el énfasis en el vínculo entre filosofía y ciencia natural como reiteradamente vengo haciendo aquí, puede ser causa de un gran malentendido, si no se precisa que la filosofía es algo más que meta- ciencia. No se trata en absoluto de decir que tras la práctica científica surgen problemas teóricos a cuya confrontación llamaríamos filosofía. Se trata precisamente de reivindicar una jerarquía contraria:
De las interrogaciones elementales que en toda sociedad y en toda circunstancia los seres de lenguaje necesariamente se formulan, surge la necesidad de análisis de fenómenos, descripción de los mismos, y eventual ordenación en conjuntos, a todo lo cual los griegos, especialmente desde Aristóteles designan con vocablos cercanos a nuestro término ciencia.
De la ciencia pueden surgir aporías, por ejemplo relativas a la coherencia de sus diferentes ramas, que no conciernen directamente a lo que se planteaba en el origen. En este caso la meta-ciencia no es (al menos directamente) filosófica. Mas también ocurre que la reflexión meta-científica enlaza directamente con lo que desde el origen se formulaba, y entonces estamos de lleno en la filosofía. Muchas veces he señalado que la práctica totalidad de la producción meta-científica de Einstein, en este caso meta-física, es puro retorno a los problemas de espacio tiempo, continuidad, cosmología etcétera que de forma más o menos ingenua ocupan a los seres humanos desde siempre (con traza de los mismos en las representaciones simbólicas o en los mitos religiosos), pero cuyo archivo de forma que tiende a ser conceptual se realiza en el mundo griego, precisamente bajo el nombre de filosofía.
Así el caso de Einstein reflexionando con el bagaje de su práctica científica y tras ella sobre ciertos principios cuya universalidad misma esta práctica obliga a replantear, es un ejemplo paradigmático de reencuentro de la ciencia con su origen, del cual pueden darse muchos otros ejemplos.