Víctor Gómez Pin
Hemos de entender bien que sigue tratándose de pensar la naturaleza, sigue tratándose de una exploración del entorno físico por la razón y el lenguaje, sigue tratándose de que lenguaje y razón desplieguen su potencialidad y se reconozca fertilizados en tal despliegue.
Para este pensar sigue siendo imprescindible que las alforjas estén bien repletas. La nueva metafísica no puede abordarse, por ejemplo, sin ese bagaje técnico indispensable para percibirse de lo que está en juego por ejemplo en el esfuerzo hasta ahora inructuoso de los físicos por alcanzar un teoría unificada del campo o en el de los genetistas para determinar partes del genoma no codificadoras de proteínas que darían mayor luz sobre ese límite del conocimiento que constituye ( y constituía ya para el biólogo Aristóteles) la existencia de diferencias en el seno de una especie que separan a un individuo de otro.
Todo este bagaje técnico sigue siendo no sólo conveniente sino, ahora sobretodo, definitivamente imprescindible. Imprescindible incluso que una introducción a la metafísica pase por un claro establecimiento del estado de la cuestión sobre aquello que el conocimiento científico considera adquirido. Se trata en suma de ser fiel al hecho de que la metafísica se forja en cada etapa tras la ciencia natural, lo cual no significa que la ciencia natural sea cronológicamente anterior a ella, importantísimo asunto que abordaré algo más tarde en esta reflexión.