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Tras la conciencia conservadora…la palabra que subvierte

Por 3 de mayo de 2012 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

"Se trata de saber si el hombre será o no un esclavo en la comunidad, si será o no reducido al estado de eslabón de un engranaje o si por el contrario querrá y sabrá dominar y utilizar el progreso material para se más libre, más digno y mejor. He aquí la querella mayor del universo".

 

Quien así se expresa no es un revolucionario, y ni siquiera un defensor de la socialdemocracia, sino el General de Gaulle, en un discurso dirigido a la juventud alemana el 9 de septiembre de 1962, en el castillo de la localidad de Ludwisburg en presencia del entonces Canciller Konrad Adenauer.
Hablando de los terribles enfrentamientos entre Francia y Alemania, de Gaulle no obvia referirse a razones directamente ideológicas y patrióticas, pero cree que las causas profundas hay que buscarlas en la existencia de implacables intereses económicos que habían escapado a todo control y que podían ser superados precisamente mediante la construcción de un nuevo espacio político del que Alemania y Francia habrían de ser protagonistas, desde luego no exclusivos. Todos sabemos en que ha desembocado esta Europa fundada de hecho en la obediencia a esos mismos intereses denunciados por de Gaulle, pero ello no es óbice para que sus palabras aquel día tuvieran un acento de veracidad, acentuado por el hecho de que el militar francés se dirija a sus huéspedes alemanes usando exclusivamente la propia lengua de estos.
Me venía a la mente esta referencia de un gran político conservador que busca suturar las heridas de una guerra que conmocionó la historia europea, cuando – en relación a la guerra económica que ahora tiene lugar- el pasado día 28 de abril leía la columna de un articulista español del que me separa tanto la valoración de las leyes más racionales votadas por el gobierno Zapatero (las relativas al aborto y la homosexualidad, en primer lugar) como su juicio sobre el papel de la iglesia católica en la vida española, pasando por la concepción misma de lo que ser español significa. Pues resulta que, al finalizar la lectura, solo había una frase que no estaba dispuesto a suscribir y desde luego me identificaba totalmente con el tono combatiente y justiciero que el articulista esgrimía. Muestra para mí de que efectivamente las disposiciones subjetivas y las propias convicciones ideológicas son sólo pantallas, tras las cuales late en todos y cada uno de nosotros una exigencia de transparencia y de razón y un odio a la mentira, en este caso la mentira tenebrosa del liberalismo económico y la brutal relación de fuerzas que refleja.
Decía Jacques Lacan que la verdad pugna en cada uno de nosotros por alzar los velos que la cubren. El verídico escrito de Juan Manuel de Prada en el diario ABC, que me permito transcribir aquí enteramente, es una prueba de ello.
"¿Cuantas veces hemos oído que eran necesarios «gestos» para tranquilizar a los mercados financieros? Es una de las frases predilectas de los «analistas» económicos, esos medioletrados al servicio de la plutocracia, encargados de mantener en pie el tinglado de la farsa hasta el colapso final. Zapatero prodigó «gestos» para amansar a la fiera, después de provocar su furia; Rajoy, temeroso de reavivar esa furia, no ha dejado de hacer «gestos» desde que ganara las elecciones, tantos que corre el riesgo de convertirse en un histrión gesticulante. Los «gestos» que presumiblemente habrían que tranquilizar a los mercados ya sabemos en qué consisten: «flexibilidad laboral» (que es como finamente se llama al despido a mansalva y a los sueldos sometidos a una dieta digna de un campo de concentración), «ajuste fiscal» (que es como finamente se llama a las exacciones crecientes), «co-pago» sanitario y educativo (que es como finamente se llama al «bi-pago», pues se trata de que paguemos dos veces por el mismo servicio: la primera por vía impositiva, antes de que solicitemos el servicio; la segunda cuando lo solicitamos), etcétera. Y también sabemos cuál es la reacción de los mercados financieros ante tamaña sucesión de «gestos»: la prima de riesgo del bono español sigue disparándose, mientras las llamadas «agencias de calificación» rebajan la nota de nuestra deuda pública.
¿Y no será que tales «gestos», lejos de tranquilizar a los mercados financieros, no hacen sino excitarlos? ¿No será que los mercados financieros han hallado en la deuda española un filón inagotable para sus enjuagues especulativos? Pues, cuanto más gesticulamos, más nos exprimen y vapulean, como el chiquilín emberrinchado que, viendo que sus papás acceden a sus caprichos por aplacar sus berridos, berrea todavía más, seguro de que así obtendrá mayores ventajas. Los mercados financieros han descubierto, en efecto, que invertir en la deuda española es un chollo, pues los españoles estamos dispuestos a seguir haciendo «gestos» para aplacarlos; con lo que no tienen más que ponernos mala nota para que las nuevas emisiones de deuda les salgan más rentables; y la rentabilidad creciente de la deuda española -la prima de riesgo cada vez más disparada- exige nuevos «gestos» para pagar sus sucesivas emisiones, en un círculo vicioso cada vez más enloquecedor.
Los mercados financieros no se tranquilizan ante los «gestos»: por el contrario, en los «gestos» descubren la debilidad del animal que sangra por la herida; y el olor de la sangre no hace sino enardecerlos. Al deseo de lucro ha sucedido la desenfrenada ambición de poderío: los mercados financieros saben que pueden convertir a los Estados en peleles a su servicio, en meras maquinarias de exacción dispuestas a prodigar «gestos» con tal de mantenerlos apaciguados (esto es, excitados). Así los Estados, que deberían ocupar el elevado puesto de rector y supremo árbitro de las cosas, se han rebajado a la condición de esclavos del imperialismo internacional del dinero, entregados y vendidos al capricho y la codicia de especuladores desenfrenados, como profetizara hace casi un siglo Pío XI. Y, mientras se dispara la prima de riesgo, el desempleo alcanza cifras de congoja, como inevitablemente ocurre cuando la actividad económica se somete a la voracidad de los mercados financieros. Cuando la economía española quiebre, cuando los mercados financieros nos hayan convertido en un despojo, hincarán el diente a otro incauto. Pero, entretanto, ¡más gestos, hacen falta más gestos!"

Indicaba aquí hace unas semanas que los políticos europeos harían bien en no fiarse del extraño silencio de los ciudadanos, no ya ante las penurias actuales sino ante los presagios de que vendrán aun tiempos peores. Tiempos literalmente de pauperización, de conversión de los ciudadanos en esclavos y en consecuencia tiempo de deshumanización de los mismos. Pues la misma persona que conscientemente se dispone a votar a quien acaba de reducir sus derechos y así lo proclama, puede-aún sin saberlo- estar ya redimiéndose en el proceso holístico que conduce a la toma de las bastillas financieras.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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