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La mujer en el golpe

Por 28 de febrero de 2011 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

He tenido un ‘shock’ viendo estos días en prensa las fotos de hace treinta años. Yo no estaba aquí, sino en Berlín, donde llegué al anochecer del día 23 de febrero al hotel Kempinski, lugar de la tertulia que los españoles acreditados en la Berlinale, críticos, productores y cineastas, formaban casi todas las tardes. Al verme entrar en el bar del hotel con aire incauto, Elías Querejeta me colocó en la sien el metal de una radio-casete de pilas. ¿La banda sonora de alguna alegoría bélica de las que él había, tiempo atrás, producido? Se oían tiros y voces en la grabación, pero Elías me miraba sin orgullo profesional, más bien con la cara de un atormentado personaje de la cinematografía nórdica. "Ha habido un golpe de estado en España". Ya se imaginan ustedes la continuación de la ansiosa velada berlinesa. Dos detalles recuerdo con especial nitidez: la solemne oferta de asilo político que a los españoles nos hizo en el bar americano del Kempinski el director del festival de cine, Moritz de Hadeln, y ver al día siguiente todos los periódicos alemanes con la palabra ‘putsch’ ocupando la portada.

           Volví a Madrid cinco días después de la multitudinaria manifestación anti-golpes del 27 de febrero, y me sumé a la alegría y el estupor que todos ustedes sintieron, los que entonces hubieran nacido o tuviesen uso de razón, claro. La vida continuó, hasta hoy, con sus altibajos políticos, que les ahorro por economía narrativa, y sus bajas humanas, más de las que uno habría supuesto, con la imprevisión de la juventud, en sólo tres décadas. España es otra, querría yo pensar que una ‘tercera españa’ moderna y mixta emanada como un elixir de las sempiternas ‘españas dos’ del refranero y la poesía. No vivimos actualmente en la mejor España posible, pero vivimos en un país en el que, al menos al incauto, le puede producir un ‘shock’ comprobar que en las filas de encabezamiento de la henchida manifestación madrileña del 27 de febrero de 1981 no se ve a ninguna mujer, absolutamente a ninguna (al menos en la foto a dos planas que El País Domingo publicó en su edición del pasado día 20). Por curiosidad o por juego me dediqué después -todos sabemos lo que da de sí una tarde de domingo, y más si es lluviosa- a ver otras fotos en ese periódico y en otros del mismo día. Se distingue, por supuesto, a alguna que otra diputada en los escaños del Parlamento donde irrumpió con su pistola el teniente-coronel Tejero, y poco o nada más. Entre los quince miembros (uno con cigarro encendido) fotografiados por EFE en la decisiva reunión de la Junta de Defensa Nacional posterior a la intentona golpista, no hay ni una sola posibilidad de plantearse lingüísticamente el sustantivo ‘miembra’. Y de un total de treinta y cinco personajes retratados en la extraordinaria imagen de los periodistas leyendo la histórica edición especial de El País en las escaleras del Hotel Palace, sólo cuatro son mujeres, una cifra que ahora, en una situación idéntica, sería un inverosímil. Ningún número femenino de la Guardia Civil asaltó tampoco aquel 23 de febrero el Palacio de las Cortes.

    Virginia Woolf, en uno de sus textos más enigmáticos, escribió que en torno a diciembre del año 1910 "el carácter humano cambió". La afirmación se ha prestado desde entonces a interpretaciones diversas, y algunas, de talante feminista, son recogidas en el recién aparecido libro ‘Virginia Woolf and December 1910′. No todos los indicios de ese cambio -coincidente con el fin de la era eduardiana- enumerados por la novelista son exclusivos de la condición femenina, aunque hay una frase en su texto que resalta estupendamente el fin del yugo de la tradición doméstica que hacía natural para la mujer educada "pasar su tiempo persiguiendo cucarachas y fregando sartenes, en vez de escribiendo libros".

    No sé si el 23-F es la efemérides exacta para fijar nosotros el arranque de una metamorfosis similar, a partir de la derrota de la negra España ‘tejeriana’. Resulta en cualquier caso vertiginoso verificar que en sólo tres décadas desde aquel momento de resistencia cívica a la barbarie las mujeres ocupan hoy las Juntas, los cuerpos armados, la cabeza de la política y las finanzas, por no hablar de las artes en general y en particular de una narrativa fotográfica y fílmica que el día de aquel golpe las tenía aún en el limbo de una segunda o cuarta fila. También ha salido a la luz pública en los años trascurridos otra forma de golpe bárbaro que las mujeres reciben en su cuerpo, y no sólo en su persona, desde épocas ancestrales. La agresión continúa, no falta una casi ningún día, pero ahora -en la sociedad que surgió de aquella golpiza frustrada al amanecer del 24-F-  tiene en los medios y en nuestra conciencia el lugar destacado que el horrendo crimen de la violencia machista merece.

    ¿Qué pensará, por cierto, de aquí a treinta años, la gente joven egipcia o tunecina al ver que en febrero del año 2011 había mujeres, con y sin velo, en la primera fila de todas esas plazas de la libertad? Ojalá que en el 2041 les parezca normal, aunque -como a mí me ha pasado ahora en nuestro aniversario- un poco corto el número de las mismas.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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