Víctor Gómez Pin
"Nos hemos apercibido de que allí dónde la ciencia ha alcanzado mayores progresos, la mente no ha hecho sino recuperar de la naturaleza aquello que la propia mente había depositado en ella. Habíamos encontrado una extraña huella en la rivera del mundo desconocido. Y habíamos avanzado, una tras otra, profundas teorías que dieran cuenta d su origen. Finalmente hemos logrado reconstruir la creatura que había dejado tal huella. Y ¡sorpresa!, se trataba de nosotros mismos."
Indicaba en un texto anterior que hoy los físicos, y concretamente los físicos cuánticos, son conducidos por las mismas exigencias de su disciplina a abordar problemas tradicionalmente caracterizados como filosóficos. Evocaba concretamente el caso del excelente Chris J. Isham quien en un libro estrictamente técnico en el que recoge sus enseñanzas en el Imperial College de Londres, se adentra en la heideggeriana pregunta por la cosa. Ishman se lamenta de que otras ramas de la ciencia y aun de la física se crean liberadas de abordar el problema ontológico…al precio de aceptar como palabra evangélica la validez de principios que desde el pensamiento primitivo hasta Einstein han determinado nuestra percepción del orden natural, pero que hay múltiples para destronar, o al menos poner en tela de juicio:
"Es sorprendente que, entre todas las ciencias modernas, sólo la física cuántica parece haberse sentido obligada a afrontar directamente el problema del ser. Y sin embargo realmente ninguna rama de la ciencia debería obviar enteramente esta cuestión esencial. Pues bien pudiera ser que ésta se encontrara en el núcleo de toda tentativa para escarbar en la naturaleza de la realidad,sea esta tentativa científica o no científica. Desgraciadamente, la mayoría de la gente jamás aborda el problema, y ni siquiera parece realizar que deba ser planteado. En lugar de ello la respuesta a la cuestión no planteada es asumida como un rasgo a priori de la realidad, y es en consecuencia erigida en una de las verdades "obvias" de la disciplina concernida" Ishman cita entonces el bello párrafo, arriba transcrito, del físico A. Eddington quien en 1920- en sus reflexiones sobre la gravitación- abordaba ya de forma indisociablemente científica y filosófica el problema de tiempo y espacio.
Y el universitario británico evoca asimismo aque héroe de Borges que se había propuesto realizar una copia del mundo y que, tras pasar su vida realizando imágenes de montañas , mares y toda clase de objetos, descubre en la hora de la muerte que sólo había logrado esbozar el retrato de su propio rostro.