Víctor Gómez Pin
Poso la taza y me vuelvo hacia mi espíritu. A él corresponde encontrar la verdad. ¿Mas cómo? Grave incertidumbre, cada vez que el espíritu se siente superado por sí mismo; cuando él, el descubridor, es en su conjunto el oscuro país en el que debe buscar, y en el que todo su bagaje no sirve de nada. ¿Buscar?, no basta: crear. El espíritu se halla frente a algo que todavía no existe y que sólo el espíritu mismo puede realizar, para después introducirlo en su propia luz.
¿Llegará hasta la superficie de mi clara conciencia, este recuerdo, el instante arcaico que la atracción de un instante idéntico, desde distancia tan lejana, ha solicitado, conmocionado, agitado en el fondo de mi mismo? No lo sé. Ya nada siento, se ha detenido, ha vuelto quizás a descender; quien sabe si remontará desde su noche. Diez veces se impone intentarlo de nuevo, volcarme sobre él. Mas cada vez la cobardía, que nos desvía de toda tarea difícil, de toda obra de peso, me empujó a dejarlo, a beber mi taza de té pensando simplemente en mis problemas de hoy, en mis deseos de mañana, alimento reiteradamente masticado del espíritu indolente." ( Marcel Proust, A la Recherche… La Pléiade 1, p. 46 y siguientes).