
Víctor Gómez Pin
Lo que el viernes decía explica que suenen insoportablemente las declaraciones realizadas en Madrid por el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss- Khan, instando a que "frente a la codicia y el individualismo" (sic) se establezcan reglas susceptibles de mostrar que "la economía de mercado tiene un rostro ético" (resic). Sorprende ya la indigencia lógica del argumento (¡en un técnico mundial de las finanzas!) pues si el mercado tuviera alguna ética intrínseca ¿para qué serían necesarios mecanismos correctivos ? En realidad, Strauss- Khan sabe perfectamente que la codicia y el individualismo de los que habla son más bien fruto de la adaptación a las leyes del mercado que causa accidental de su cíclico funcionamiento calamitoso. Se trata de un asunto casi darviniano. Cuando el mercado impera, sólo sobreviven los que tienen capacidad de alzarse sobre los demás, es decir, los codiciosos. Reprocharle en tales condiciones a alguien su egoísmo es como reprocharle al lobo en el invierno su implacabilidad con los rebaños. Un apunte en relación al "trabajo alienado", que antes evocaba ¿qué ha pasado, para que frase tan descriptiva de la indigencia social haya sido barrida de las conversaciones, sean éstas informales o eruditas?