Víctor Gómez Pin
La tesis que defendía en el texto anterior, y que hoy recojo en el título, explica que narrador alguno acepte que el mundo sea otra cosa que un punto de arranque… que inmediatamente es superado por el despliegue de la narración misma. Se entiende así que el Narrador de la Recherche de Proust pueda afirmar que los demás han vivido tan sólo para él.
Pero el narrador no es un ser extraño a nuestra condición sino un modelo de la misma, literalmente un héroe, ya que la primera "tarea del héroe" no es otra que recordarnos nuestro auténtico deber, ayudándonos a superar las resistencias que nos anclan a lo consignado y archivado. Como el niño que ya habla, el narrador no se conforma con lo que el lenguaje ha alcanzado, deseando que el lenguaje tenga nuevos espacios, los cuales -como las cosas para Dios- no son su posesión sino su despliegue.
A veces, enfrentarse simplemente a una lengua desconocida es ocasión oportuna para que se haga patente esta verdad incompresiblemente oculta de que el narrador y el niño no tienen lengua alguna que les ayude a hablar, aunque si tengan circunstancias (los adultos que literalmente cultivan el espíritu fértil y virgen en un caso, los que se ofrecen como materia para la narración en el otro) que les muevan a crear.