
Jesús Ferrero
He aquí el español internacional que exhibe un periódico estadounidense. La lengua ha ganado en polisemia y en intensidad lírica, como se observa en este titular que tanto me ha conmovido y que en sí mismo conforma un complejo relato de tan solo dos versos:
Era pandemia y adoptaste un perro.
Ahora, tenemos que hablar.
El primer verso te atrapa enseguida por su ambigüedad. Era pandemia… ¿Se está refiriendo a la era de la pandemia, o a una pandemia que fue, es decir, que era o que había sido? ¿O quizá quiere decir que estamos en plena pandemia? Parece que el asunto puede ir por ahí, pero con cierto retorcimiento barroco que torna el texto tan misterioso como sugestivo. Sí, era pandemia y adoptaste un perro. La alianza del concepto “pandemia” con el concepto “adoptar un perro” resulta tan hermosa como “el encuentro fortuito, en una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas”, tan celebrado antaño por el conde de Lautreámont.
Era pandemia y adoptaste un perro. Era de noche y sin embargo llovía. Las dos frases encajan a la perfección porque ambas persiguen la derridiana destrucción del sentido. Era pandemia y compraste un perro, eran las diez y tenías verrugas, lucía la luna pero estabas en camisa, era vacuna y sin embargo te contagiabas. Y así ad infinitum.
Todos estamos de acuerdo en que el primer verso fulmina, pero, ¿qué decir del segundo? De pronto hay un giro dramático en el relato. Se invoca el presente (ahora), dando un toque de gravedad, seguido de una orden: tenemos que hablar.
Resulta que en plena pandemia te has comprado un perro y yo soy alérgico a los perros que no dejan de ser lobos disfrazados, lobos cínicos, y claro, tenemos que hablar porque estoy harto de tanto cánido, viene a decir el artículo. Pero eso llega más tarde. Lo mejor es el titular: te puedes pasar horas y horas repitiéndolo y añadiéndole nuevos elementos sorprendentes:
Era pandemia
y adoptaste un perro,
por eso el Ebro
guarda silencio,
por eso el viento
dice tu nombre
con ansiedad.
Era pandemia,
tenemos que hablar.
*
Al final, casi sin advertirlo, acabas la letra de un rock and roll:
*
Era pandemia y te vi de lejos,
venías corriendo con un sabueso descomunal.
¡No puedo creerlo!
¿Era pandemia y adoptaste un perro?
¡Tenemos que hablar!
De pronto recuerdo lo que decía Juan Luis Conde en su ensayo “Armónicos del cinismo” sobre el deterioro del español, que empieza a invadir el territorio de la sintaxis. Pero ¡qué necedades digo! Celebremos los nuevos giros. Era pandemia y compraste un lirio, me desmayé al hablar. La verdad es que cabe mucho lirismo si te dejas llevar por la musiquilla de los dos versos. Pero cuidado, si los repites muchas veces puede extraviarse tu mente y sales a la calle en pijama, y te echas a correr gritando: Era pandemia, era invierno, era verano, siempre pandemia, siempre la niebla, siempre el miedo, era pandemia, era invierno, era verano, era el reino de las tinieblas y tú no tienes mejor ocurrencia que comprarte un lobo disfrazado.