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Amenaza existencial

Por 5 de marzo de 2015 Sin comentarios

Lluís Bassets

Nadie ha llegado tan lejos como Benjamin Netanyahu en la exhibición práctica de que definitivamente el poder ya no es lo que era. El primer ministro de Israel ha conseguido romper unas cuantas barreras y tabúes de la política israelí, estadounidense e incluso internacional, y demostrar, de paso, que un político de un país de poco más de 8 millones de habitantes como Israel, cuando quiere ganar unas elecciones, puede ser más poderoso que el político más poderoso del mundo, como es el presidente de los Estados Unidos.
Netanyahu ha osado tensar la relación privilegiada que hay entre Washington y Jerusalén, fundamentada en un consenso suprapartidista vigente en ambos países, hasta un punto inaudito en la historia bilateral, con el riesgo de producir daños irreparables. También ha desafiado personalmente al presidente Obama, aprovechando la mayoría republicana en el Congreso, para dirigirse a las dos cámaras con un discurso que impugna las negociaciones que Washington mantiene con Teherán en el marco del P5+1 (los cinco países con asiento permanente en el Consejo de Seguridad más Alemania). Y finalmente, ha interferido en la negociación de dicho P5+1, en una exhibición de osadía frente a la comunidad internacional, en el momento en que intenta sacar a un país tan importante como Irán del aislamiento y la radicalización.
Estas tres cosas y más las ha hecho en nombre de la seguridad de Israel, con una dramática apelación a sus 4.000 años de historia, que le permitió remontarse hasta la figura de Haman, el visir del rey persa Asuero, que quiso exterminar a los judíos. Lo hizo en un discurso espléndido, según han coincidido incluso quienes han denunciado su carácter retórico y meramente electoral. Y ha contribuido a su éxito el motivo bíblico elegido, coincidiendo con la fiesta del Purim, que precisamente celebra con la lectura del Libro de Esther esa historia de salvación gracias a la fe y a la elocuencia de la reina judía que defiende a su pueblo del malvado visir ante el rey persa.
Pasadas las elecciones, habrá que ver en qué queda la amenaza existencial. El diario Haaretz ya le ha dicho en su editorial que la amenaza existencial es seguir con la ampliación de las colonias en Cisjordania. Y, en cualquier caso, nada neutraliza mejor la amenaza que pueda suponer Irán como la incorporación del país persa a la comunidad internacional, donde se le necesita para muchas cosas, como enfrentar el peligro mayor e inmediato de quienes rebanan cabezas y hacen hogueras humanas para limpiar Oriente Próximo de minorías religiosas distintas del salafismo.
La osadía de Netanyahu retuerce la lógica. Decir que el enemigo de mi enemigo es también mi enemigo es como asegurar que dos más dos son cinco. Si Netanyahu considera que Irán es una amenaza mayor que el Estado Islámico, no tiene más que utilizar al Estado Islámico para combatir a Irán, que es de lo que ya le acusan abusivamente desde distintas capitales islámicas.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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