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Paul Auster y tú

Por 30 de enero de 2012 Sin comentarios

Edmundo Paz Soldán

  

Te han enviado el nuevo libro de Paul Auster, Diario de invierno. Dejas a un lado el libro que estás leyendo, Manuscrito encontrado en Zaragoza. Cuando tenías veinte años era al revés, solo leías clásicos y huías de los contemporáneos. Ahora te encanta leer manuscritos, ser uno de los primeros que tiene entre sus manos un libro que todavía no se ha publicado. Anagrama ha publicado la versión electrónica de Diario de invierno dos semanas antes de que salga el libro impreso. No solo eso: ha salido en España seis meses antes de que se publique en Estados Unidos. Se entiende: Auster es un grande en Hispanoamérica, en su país no tanto. En Brooklyn se celebra el Paul Auster Day, pero los críticos hace rato que pasan de él (James Wood: “los relatos de Auster afirman, no persuaden”). Tú también llegaste a pasar de él: El libro de las ilusiones (2002) te pareció una parodia de Auster, y luego leíste tres novelas tan malas una tras otra –Brooklyn Follies (2005), Viajes por el Scriptorium (2006), Un hombre en la oscuridad (2008)–, que hasta dudaste de que las anteriores hubieran sido buenas. Ahora lees Diario de invierno y descubres que Auster cumple 65 años la próxima semana y que lo has estado leyendo desde hace más de veinte. Te ha acompañado a lo largo de media vida. La trilogía de Nueva York (1986) te impactó –escribiste algunas de sus frases en tarjetas, anotaste los homenajes a Cervantes y Borges extrañamente cruzados con Hamsun y la novela noir–, al igual que El palacio de la luna (1989), La música del azar (1990) y Leviatán (1992). Después te cansaron las demasiadas coincidencias, tanta cosa metaliteraria sin mucha carne. Pero es cierto que algo te conmueve de escritores como Auster, que no son grandes todo el tiempo, que publican libros equivocados. Lo más probable es que Auster no quede, pero eso no anulará que hubo muchos momentos de placer a su lado. “Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti…”: así comienza Diario de invierno, así te engancha. En sus mejores momentos Auster tiene fuerza y puede ser persuasivo, te dices a contrapelo de Wood. Este libro son sus memorias, escritas de manera desordenada, yendo de un recuerdo de la infancia a otro del mundo adulto y volviendo luego a la infancia. Hay énfasis en el lado visceral de la experiencia (los golpes, los accidentes, “el viento en tu rostro durante la tormenta de nieve de la semana pasada”), y las páginas más interesantes están dedicadas a recordar los más de veinte hogares en que vivió, a narrar una película (D.O.A, o Con las horas contadas) y a intentar comprender a la madre con aires de estrella de cine, a la madre inconstante e infiel (La invención de la soledad [1982], su primer libro, se enfocaba en el padre ausente). El libro no te revela los secretos de cómo ese hombre que recuerda en segunda persona se convirtió en un escritor; quizás no lo sepa. Sí te enseña que está muy enamorado de su mujer y que cuando escribe sobre ella se pone cursi (“se preocupa [por ti] porque quiere que vivas eternamente”). Son un problema los lugares comunes, que comienzan con la imagen a la que alude el título (“Has entrado en el invierno de tu vida”), y un registro solemne que aparece cada tanto (“Sin duda eres una persona precaria y dolida, un hombre que lleva una herida en su interior desde el principio mismo”). Estas son las memorias de un hombre engañosamente sencillo, que prefiere pasar de soslayo por ciertas cosas notables de su pasado –por ejemplo, que ha sido un gran traductor de poesía francesa–. Un hombre que recuerda sin grandes aspavientos la particularidad de algunas experiencias universales (los juegos infantiles, el primer amor). Diario de invierno no cambiará tu relación con Paul Auster. Te dices nuevamente que no volverás a leerlo, que preferirás quedarte con la revelación de sus primeros libros.

 

(La Tercera, 28 de enero 2012) 

 

  

 

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Edmundo Paz Soldán

Edmundo Paz Soldán (Cochacamba, Bolivia, 1967) es escritor, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell y columnista en medios como El País, The New York Times o Time. Se convirtió en uno de los autores más representativos de la generación latinoamericana de los 90 conocida como McOndo gracias al éxito de Días de papel, su primera novela, con la que ganó el premio Erich Guttentag. Es autor de las novelas Río Fugitivo (1998), La materia del deseo (2001), Palacio quemado (2006), Los vivos y los muertos (2009), Norte (2011), Iris (2014) y Los días de la peste (2017); así como de varios libros de cuentos: Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores imperfectos (1988).Sus obras han sido traducidas a ocho idiomas y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Juan Rulfo de cuento (1997) o el Naciones de Novela de Bolivia (2002).

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