Edmundo Paz Soldán
Se llama Tao Lin, nació en 1983 y en poco tiempo se ha convertido en el escritor más representativo de la nueva generación en los Estados Unidos. Lo ha hecho gracias a sus gestos promocionales y a su capacidad narrativa para capturar la anomia, la falta de dirección, la soledad de los jóvenes veinteañeros que pasan la mayor parte del tiempo en Internet chateando en Gmail, leyendo blogs, viendo YouTube. A falta de otros nombre, lo que hace Lin junto a otros escritores de su misma órbita es conocido como "nuevo minimalismo". Quienes lean sus dos últimas novelas (Shoplifting from American Apparel y Richard Yates, esta última de inminente publicación en España) estarán de acuerdo.
La prosa de Lin posee un vocabulario muy básico y no hay ningún intento de buscar metáforas, imágenes o descripciones originales; el ritmo es monótono hasta la exasperación: "Regresó al piso. Bebió una bebida energética. Escribió durante dos horas y media. Se echó en la cama de su hermano escuchando música. Leyó la mayor parte de la nueva novela de Stephen Dixon y se durmió a eso de las tres de la mañana". En cuestiones de estilo, Tao Lin es lo opuesto a Jonathan Franzen. La escritura es floja, pero lo es de manera intencional: se necesitan muchas horas al día para convertir una "mala escritura" en una estética.
Las novelas parecen versiones de películas indie para ser leídas en el metro. Shoplifiting from American Apparel narra dos años en la vida de Sam, un joven escritor de culto que es arrestado por robar en American Apparel. Buena parte de la novela son chats en Gmail. La pseudotrama cuenta las pseudorelaciones de Sam. No se sabe mucho de sus sentimientos. Cuando Hester, una de sus parejas ocasionales, le dice que a veces desearía saber lo que siente, Sam responde: "No tengo… nada de qué quejarme. Sólo estoy, no sé, no quiero seguir hablando" (en Richard Yates, Haley piensa: "Estoy aburrido de la vida. Espera. No lo sé. No importa").
No debe ser fácil escribir sobre personajes que no saben o no quieren decir lo que sienten. Lin captura el zeitgeist de su generación, aquello que Charles Dodd White ha llamado "la búsqueda de una neutralidad en los sentimientos que resulta ostensiblemente de una sobreexposición a los medios y quizás a la información en general". Lin también tiene algo de humor (en Shoplifting, se dice que Chopin es "emo"; en Richard Yates, hay una discusión acerca de quién ganaría en una pelea entre Bruce Lee y millones de hormigas), algo de ironía y juego (los personajes principales de Richard Yates se llaman Haley Joel Osment y Dakota Fanning) y es notable su capacidad, mencionada por Miranda July, para narrar estados de ánimo que otros escritores evitan ("la pereza, la vacuidad, el aburrimiento"). El problema principal es que su registro monocorde termina por cansar. Lin repite una situación una y otra vez y no la lleva a ninguna parte, ni tampoco explora esa falta de conexión de sus personajes consigo mismos y con los demás. Quizás esa es la idea. Si es así, funciona mejor en la teoría que en la práctica.
(La Tercera, 31 de enero 2011)