Edmundo Paz Soldán
El teórico esloveno Slavoj Zizek ha intentado entender el porqué de este fenómeno. En Looking Awry, Zizek argumenta que los muertos vivientes son "la fantasía fundamental de la cultura popular contemporánea". Según él, los muertos vivientes regresan porque algo ha fallado durante su entierro. Los ritos fúnebres son la forma que tenemos de inscribir simbólicamente a los muertos dentro de una tradición, hacer que sigan viviendo con nosotros; como algo ha fallado en este proceso, el regreso es un intento de cobrar esa deuda simbólica. Zizek diferencia entre deseo e impulso y menciona como ejemplos a Antígona, al fantasma del padre de Hamlet y a los zombis de George Romero; estos muertos no desean sino que tienen un impulso, una demanda, un requerimiento. Sólo podrán volver tranquilos a la muerte una vez que se cumpla su demanda.
Las ideas de Zizek no siempre funcionan cuando los muertos vivientes aparecen a escala masiva, en las narrativas apocalípticas. De hecho, parecería que el apocalipsis hace ver a los sobrevivientes de otra manera, como si ellos fueran los verdaderos "muertos vivientes"; eso ocurre en Zombie, la novela de Mike Wilson, y en The Walking Dead. En Zombie, el apocalipsis nuclear hace que sólo queden vivos unos cuantos adolescentes en un barrio otrora privilegiado de Santiago. No hay zombis literales en la novela, pero la metáfora funciona: enfrentados con tanta destrucción, los adolescentes comienzan a verse a sí mismos como muertos en vida. En The Walking Dead hay zombis por todas partes, pero el verdadero peligro se encuentra entre los mismos sobrevivientes. El deseo parece ser más peligroso que la demanda.
Hay consenso en señalar a George Romero como el más influyente creador de la versión contemporánea del zombi. Agregaría los nombres de dos escritores: Richard Matheson y H. P. Lovecraft. Curiosamente, ninguno de ellos utilizó la palabra "zombi" en sus obras. En Soy Leyenda (1954), Matheson se adelantó a todas las narrativas apocalípticas de plagas y de hombres solos contra el mundo; Robert Neville debe enfrentarse a estos hombres sin cerebro que lo rodean y que son puro impulso asesino. Los muertos vivientes de Matheson son vampiros venidos a menos; la conexión es directa entre el vampiro como el verdadero "no muerto" y estos muertos en vida. Matheson se pierde en explicaciones científicas, pero sus vampiros degradados serán la base para los "ghouls" de Romero.
Lovecraft escribió varios cuentos relacionados con el tema de los muertos vivientes; "Herbert West, Reanimator" (1922) es el mejor. La obsesión del doctor West es "superar artificialmente la muerte"; al principio se trata de un medio para un fin, pero luego esto se convierte en un fin en sí mismo. Una vez que no encuentra cadáveres para sus experimentos, se pone a usar "especímenes que habían estado vivos cuando los consiguió". Al final, en una escena escalofriante y magnífica, los muertos vivientes, inexpresivos y silenciosos, con movimientos espasmódicos, regresan en busca del doctor, "como autómatas guiados por un líder con cara de cera" (aquí, Zizek vuelve a tener razón). Son una "horda grotescamente heterogénea… humanos, semihumanos, una fracción de humanos y no humanos". West es despedazado, y el líder, que lleva un uniforme de militar canadiense (estamos en los años de la primera guerra mundial), se lleva su cabeza mostrando por primera vez una "emoción visible". Por lo visto, hacia 1922 Lovecraft fue capaz de imaginar cuál sería la fantasía fundamental de la cultura popular de nuestros días.
(La Tercera, 20 de diciembre 2010)