Edmundo Paz Soldán
Más que un escritor, Dave Eggers es una industria cultural. Aparte de ser editor de McSweeney’s, una de las editoriales independientes más respetadas y creativas de los Estados Unidos, está a cargo de 826 Valencia, un centro de escritura para jóvenes en San Francisco. También ha organizado Voices of Witness, una colección de libros de historia oral con el tema de los derechos humanos en el mundo. En cuanto a textos, sólo el año pasado Eggers ha estado a cargo de dos guiones cinematográficos (El mejor lugar del mundo y Donde viven los monstruos), una novela (Los monstruos) y un libro de no ficción (Zeitoun).
Zeitoun redime a Eggers de un guión tan pretencioso e indulgente como el de El mejor lugar del mundo; es su mejor libro desde el sublime Una historia conmovedora, asombrosa y genial. Hay libros que cuentan de manera más detallada lo que significó el huracán Katrina; ninguno ha logrado el registro íntimo y confesional de Zeitoun. Eggers se centra en la historia de Abdulrahman Zeitoun, un inmigrante sirio, y su esposa Kathy. Cuando está a punto de llegar el huracán, Kathy decide evacuar Nueva Orleans con sus cuatro hijos; Zeitoun, terco como siempre, decide quedarse.
Eggers se mueve con soltura del mundo doméstico y ansioso de Kathy, al enfrentamiento épico de Zeitoun con Katrina. Cuando pasa el huracán, Zeitoun, que se ha guarecido en el segundo piso de su casa inundada, recuerda que tiene una canoa en el garaje, y sale en ella a recorrer el "nuevo mundo". Gracias a la canoa, Zeitoun, un musulmán muy religioso que siempre se ha sentido destinado para grandes cosas, podrá ayudar a sus vecinos. Hay momentos de gran poesía: cuando la canoa de Zeitoun golpea las antenas de los coches sumergidos en el barrio, o cuando se encuentra en un parque con tres caballos salidos de quién sabe dónde. También están los aullidos incesantes de los perros dejados atrás por sus dueños. Esos aullidos condensan el impacto emocional del huracán.
La última parte del libro es kafkiana: Zeitoun, confundido con un ladrón, es arrestado por la policía. En una ciudad con un sistema administrativo deshecho, Zeitoun pasará un mes en una cárcel improvisada en la estación de buses. Los soldados creen que pertenece a Al-Qaeda, y él comienza a asustarse: después del 11 de septiembre, esas cosas también pasan en los Estados Unidos. Zeitoun, humillado, se vuelve más humilde, pero eso no le impide perder su optimismo: es un buen hijo de su patria adoptiva.
Son muchos los méritos de Eggers en Zeitoun: haber logrado unir los dos grandes traumas norteamericanos de la década pasada (el 11 de septiembre y Katrina); contar una historia de gran alcance social sin perder de vista la microhistoria del individuo. Balzac decía que la novela es la vida privada de las naciones; Eggers demuestra que la no ficción a veces puede contar esa vida privada mejor que las novelas.
(Babelia, El País, 16 de octubre 2010)