Lluís Bassets
He ahí la síntesis y clave de todo: el pudor y la prudencia. Finalmente creo que me toca hoy escribir aquí sobre el libro que acabo de fabricar a dos manos con Javier Solana y sobre Javier Solana. Y esas dos palabras pronunciadas por Jorge Semprún me dan el escabel donde encaramarme en este comienzo. El pudor y la prudencia definen la trayectoria y la actitud de Javier Solana en sus sucesivas responsabilidades políticas, que le han conducido a trenzar una trayectoria única en la historia contemporánea de España. Y el pudor y la prudencia definen también sus respuestas y su actitud ante las decenas de preguntas mías con que le he bombardeado durante las casi veinte horas de conversaciones que hemos mantenido para escribir ?Reivindicación de la política. Veinte años de relaciones ?internacionales?, que tal es su título.
Ayer lo presentamos en la Biblioteca Nacional de Madrid, con Semprún, que ha sido mucho más que un ministro de Cultura de un Gobierno socialista, y con Felipe González, que está demostrando todavía ser mucho más que un ex presidente del Gobierno, siendo ya muy difícil ser un buen ex presidente del Gobierno como lo es él. González abordó la clave del asunto con otro tipo de síntesis, en forma de contraposición. Solana es erasmista en vez de maquiavélico. No voy a entrar en detalles ni explicaciones y será el lector quien saque las consecuencias de tales conceptos. Sí puedo decir, por mi parte, que pude hacer y creo que le hice a Solana todas las preguntas que debía hacerle, incluidas las impertinentes a las que todo periodista está obligado.
Solana recordó que fue Semprún quien le introdujo en la cultura centroeuropea y concretamente le hizo leer ?La cripta de los capuchinos? de Joseph Roth. González apuntó también que nada le había ayudado a entender mejor los Balcanes que ?Un puente sobre Drina? de Ivo Andric, que bien pudo leer por recomendación de Semprún. Todo esto me hizo pensar, mientras charlábamos sobre el libro, en el papel que ha jugado Jorge Semprún, el escritor francés y español, el militante comunista y el disidente, el intelectual y el político, en la educación democrática y europeísta de las nuevas generaciones de españoles que llegaron a la vida pública a partir de los años 70.
Necesitaría algo de tiempo y mucho más espacio que el de un blog para desarrollar estas ideas, pero sólo quiero ahora mencionar un detalle, como una piedra blanca en el camino. España siguió viviendo durante el franquismo e incluso en parte la transición de espaldas a Europa y al mundo, y sobre todo, de espaldas a una experiencia primordial para sentirnos europeos en toda su profundidad y dramatismo. Semprún es quien rompe este aislamiento y establece un hilo rojo entre nuestra democracia y el europeísmo a través de su experiencia en los campos nazis y sus reflexiones sobre el Holocausto de los judíos de Europa. Gracias Jorge.