Lluís Bassets
El antiprogre más feliz es el que ha perdido la memoria de su progre juventud y piensa y siente como un auténtico reaccionario sin que ni un solo recuerdo perturbe su buena conciencia.
Pero el mejor antiprogre es el que se sabe un farsante y se esmera como un artista en inventarse un pasado y construir un monumento a las ideas que nunca profesó.
El genio antimoderno se refugiaba en la literatura, el antiprogre en las columnas de la caverna y en las tertulias televisivas. Es el único lugar donde encuentra de vez en cuando algún fraternal ejemplar de progre, objeto de una detestación que da sentido a su vida.