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Europa sigue siendo la solución

Por 11 de mayo de 2010 Sin comentarios

Lluís Bassets

Felipe González ha devuelto la pelota. Los 27 le hicieron en diciembre de 2007 un difícil encargo, presidir y dirigir la reflexión de un grupo de ?sabios? sobre el futuro de Europa. Lo hicieron justo después de resolver su último embrollo institucional, la salvación de los restos útiles de la Constitución Europea, tras su naufragio por los rechazos de Francia y de Holanda. Y con un mandato complicado, lleno de prevenciones y cuestiones que no convenía tocar: por ejemplo, nada de reformar las tan manoseadas instituciones europeas. Este pasado sábado entregó el documento, breve pero denso, y lleno de propuestas e ideas que darán que hablar y suscitarán el debate sobre el futuro europeo, y lo hizo en el preciso momento en que la UE atraviesa el momento más crítico de su historia en el que se juega incluso el presente de la moneda única.

La idea del Grupo de Reflexión pertenece al repertorio más espectacular con el que Nicolas Sarkozy llegó a la presidencia francesa. El irrefrenable Sarko desplegó una batería de ocurrencias e iniciativas para hacer avanzar sus ideas sobre Europa, buscando el protagonismo de Francia, la exclusión de Turquía y contrapesos a la nueva Alemania unificada y al desplazamiento del centro de gravedad de la UE hacia el norte y el Este. Dos eran los instrumentos más directos para conseguir estos objetivos, que Sarkozy ligaba a la conclusión del proceso de ratificación del Tratado de Lisboa y a la idea de una estabilización definitiva de la Unión Europea, en la que se dejara de reformar los tratados y de discutir sobre las instituciones: uno era este Grupo de Reflexión, y el otro el proyecto de Unión para el Mediterráneo, que debían servir para fijar las fronteras definitivas de Europa y organizar una especie de nueva arquitectura alternativa, que sirviera para ofrecerle a Turquía una especie de premio de consolación.
Sarkozy consiguió poner en marcha ambas iniciativas, pero después de que su debate con los otros socios europeos las dejara descafeinadas y desvirtuadas. El Grupo de Reflexión, planteado como un ambicioso proyecto de refundación de Europa, ha quedado en un trabajo muy bien hecho y muy sugerente, que hará un excelente servicio intelectual a todos, pero que no ha podido ni por sus medios ni por sus objetivos cumplir el sueño de la grandeur sarkozyana. "Soy de los que piensan que la marca de un hombre de Estado es la voluntad de hacer cambiar el curso de las cosas", había dicho en uno de sus discursos más inspirados, el día en que lanzó la idea: "Quiero que de aquí a final de año los 27 creen un comité de expertos de muy alto nivel, a imagen de los que presidieron Werner, Davignon y Westendorp o del comité Delors, para reflexionar sobre una cuestión que no por simple es menos esencial: ¿Cómo debe ser la Europa de 2020-2030 y cuáles sus misiones?". (El primer ministro luxemburgués Pierre Werner realizó en 1969 el primer informe sobre la Europa monetaria; el diplomático belga Etienne Davignon fue el autor del informe que lleva su nombre sobre política exterior europea, en 1970; el diplomático español Carlos Westendorp presidió el Grupo de Reflexión que preparó la revisión del Tratado de Maastricht; y Jacques Delors fue quien presidió el comité de donde salió el documento sobre la moneda única).
El Grupo de Reflexión, acotado en sus funciones, se formó sin el encargo de fijar las fronteras, hasta tal punto de que unas frases del documento final parecen dedicadas expresamente a recordar el fallido encargo de Sarkozy: ?La UE debe seguir abierta a la adhesión de nuevos miembros potenciales de Europa, evaluando cada candidatura por sus propios méritos y su cumplimiento de los criterios de adhesión. Éstos son en realidad los ?verdaderos límites de Europa??. Esa pelota que González devuelve a los 27 tiene algo de pelota envenenada. Seguro que a Zapatero no le gusta la apuesta por la energía nuclear, ni a Sarkozy el apoyo a la candidatura de Turquía, o a Berlusconi la reivindicación de las aportaciones de la inmigración o del derecho de asilo. Pero uno de los atractivos del documento es que se nota claramente la libertad de los sabios para pensar y para expresarse. También la prudencia y la moderación de quienes tienen una larga experiencia política. El documento es fruto de un consenso, desempatado en su fase final por votaciones por mayoría. El resultado es muy interesante, porque es una síntesis del europeísmo más genuino tal como se da en todo el espectro democrático y en todas las latitudes de la geografía europea. Y en todo caso una demostración de que los ex pueden ser de gran utilidad a la hora de iluminar los problemas, suscitar los debates y ayudar a buscar las soluciones a nuestros problemas.
El futuro de Europa tal como dibuja el Grupo de Reflexión corresponde a una doble visión: una está pegada a las tendencias más negativas observadas en la actual evolución y llega a pintar un cuadro de sombras aterradoras; mientras que la otra, vinculada a los éxitos obtenidos hasta ahora o a las soluciones que se proponen, se halla en las antípodas de un mundo ideal. Pero hay un pesimismo de fondo muy serio, sobre todo ante la escasa capacidad de reacción de las sociedades europeas, de sus élites y sus gobiernos, frente a los cambios que está experimentando el mundo. A fin de cuentas, el ?Proyecto Europa 2030? es una sirena de alarma, que suena en un momento especialmente oportuno, para que los europeos reaccionemos y salgamos de la inacción y la pasividad con que estamos enfrentando los grandes cambios que está experimentando el mundo. Todas las soluciones que propone parten de un mismo principio, que es el más genuinamente europeo: no es con menos Europa como llegarán las soluciones a los problemas y limitaciones de todos y cada uno de los países socios, sino con más Europa. Las naciones europeas son el verdadero problema, y Europa es la única solución. Nada distinto a lo que hemos podido contemplar este pasado fin de semana con la operación de salvación del euro.
(Enlace con eldocumento del Grupo de Reflexión sobre el futuro de Europa)

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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