Javier Rioyo
La correspondencia de Rimbaud es tan sorprendente como lo fueron sus poemas, sus iluminaciones, su manera de contarnos una temporada en el infierno. Su obra, su vida me admira desde la adolescencia. Me gusta coincidir con él en algo que nos unirá de por vida. Nacimos el mismo día. No importa que casi cien años nos separaran. Me gusta ese poeta poderoso y ese ser fuerte en sus debilidades.
Nunca me escaparía con ningún Verlaine, pero sí podría fugarme con una de esas mujeres africanas con las que entretuvo sus años de negociante en Abisinia. Quince años africanos con historias emocionantes, duras, excesivas como excesiva fue casi toda su vida. Vida contada en fragmentos. Apuntes del natural. Necesidades básicas contadas por un joven que creció pronto y que no dejó de ser un joven al que atacaban las canas. Al que la sífilis ganó la batalla. De repente, el aventurero, el hijo de su mamá, el cariñoso hermano, no solo necesita de la familia, sino que necesita una mujer, una esposa y la quiere blanca.
Todo el diario tiene el interés de acercarnos al pulso vital de un escritor que nos conmociona, de una vida que nos sorprende. De una muerte que nos dan deseos de rebelarnos. Emociona la carta de su hermana Isabelle a su madre, una de esas cartas dónde se cuentan los últimos momentos de este ser luminoso. Está sufriendo, llora, no quiere morir, se queja: "Yo me iré bajo tierra mientras tú marcharás hacia el sol"
Un poco antes, un año antes, todavía pensaba en hacer otra vida. En buscar una compañera para seguir viviendo en ese duro lugar del mundo. Reproduzco parte de una carta a su madre desde Harar, del diez de Noviembre de 1890.
"Mi querida mamá:
…Cuando hablaba de casarme, me refería a que quería continuar siendo libre para poder viajar, para vivir en el extranjero e incluso continuar viviendo en África. Estoy tan desacostumbrado al clima de Europa que difícilmente podría adaptarme…Si contar con algo que me resulta imposible: la vida sedentaria.
Tendría que encontrar alguien que me siguiera en mis peregrinaciones.
Respecto a mi capital, lo llevo conmigo, puedo disponer de él como quiera.
…Trabajo también por mi cuenta, solo, además de ser libre para liquidar mis asuntos cuando me convenga.
Envío a la costa caravanas con productos de este país: oro, perfume, marfil, café…Nadie puede decir nada malo sobre mí en Aden, al contrario. Después de diez años todo el mundo me conoce bien.
¡Aviso para los amateurs!
Respecto a Harar no hay ningún cónsul, ningún correo, ninguna ruta: se llega en camello y se vive únicamente entre negros. Pero bueno, uno es libre y el clima es bueno.
Esta es la situación.
Hasta pronto:
Rimbaud"
No tardaría en encontrarse mal. No encontró la deseada compañera. Murió habiendo conocido unos cuantos paraísos y algunos infiernos. No quiso morir. No quiso ser malo. Prometió ser bueno. Consiguió ser un buen traficante de armas. Nunca dejó de ser un buen chico.