
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
MUÑOZ ROJAS, CIUDADANO DE CAMPO
Lo conocí tarde, quiero decir que no lo había leído hasta hace unos años. Quizá ya hayan pasado veinte años, pero es que Muñoz Rojas ya escribía, ya publicaba en los años treinta. Recordé haber leído algún poema suyo en "Cruz y Raya", pero para mí estaba perdido en el tiempo, entre sus campos andaluces éste poeta que ahora está tan vivo. Ahora, que acaba de morir- seguramente para no soportar los agasajos que se preparan con motivo de su centenario- el poeta se encuentra muy vivo en mis lecturas, en mi vida. Gracias sean dadas, sobre todo a Manuel Borrás, que desde Pre-Textos nos acercó a éste ciudadano de campo. No hace mucho, con motivo de la publicación de su obra completa en verso, hablaba aquí de ese poeta que perteneció a la imposible "tercera España". Un país que no pudo ser, que ya nunca será.
El poeta, enamorado y enamoradizo, muchas veces nos acercó, en sonetos, divertimientos, en cantos libres a sus lugares del corazón. A los seres humanos y a las cosas del campo. Buena idea de editor la de incluir un glosario para hacernos entender las perdidas palabras del campo. Hoy se le recuerda en esa condición casi extravagante de "cosmopolita de pueblo", viajero por el mundo y cercano a sus campos, rico y poeta y otras de las cualidades que llevó sin afectación. Un hombre extraordinario que, por suerte para nosotros, nos dejó escritas algunas de las cosas mejores que nos pudo regalar, sus escritos. Aquí tengo la edición de su poesía completa, esperando la llegada de su prosa. Hoy le despiden sus gentes en compañía de los habitantes del campo. Mañana estará bajo la sombra de una encina, allí dónde tantas veces se figuró querer estar.
Vuelvo a esos poemas finales, pasear con ellos es una forma de acercarnos al poeta que no quiso estar en su centenario.
"Amarrado a qué estoy sino a mi mismo.
A veces , dulce amarra, me sostiene
el beso o la caricia y es mi vida
aunque se llame amarra y lo parezca.
Jugando con palabras siempre estoy
sin saber dónde terminan por llevarme,
sabiendo que son nada y en nada quedan
salvo que la verdad, que es suya, las pronuncie…
Y así, entre la invención y el sentimiento
sin saber dónde el uno acaba y empieza el otro,
que no todo es puro juego, sino algo
que te duele o consuela,
y así, entre inventar y sentir
se va la vida, sin sentirla…"
Me llevo su libro al tren, quiero seguir entre la invención y el sentimiento.