
Eder. Óleo de Irene Gracia
Marcelo Figueras
No dejen de ver District 9 de Neill Blomkamp. (Sector 9, aquí en Latinoamérica.) Hace mucho que no veo una película tan entretenida y a la vez tan inquietante.
La anécdota es simple. Blomkamp imagina que una nave extraterrestre ha quedado varada sobre el cielo de Johanesburgo, Sudáfrica, durante veinte años; y que sus tripulantes, una raza a la que los humanos llaman prawns (gambas, o camarones) porque se ven tan feos como un crustáceo, terminan hacinados en un ghetto llamado Distrito 9. El film -que se inicia como si fuese un documental- muestra la puesta en práctica de una iniciativa gubernamental para desplazar a los prawns lejos de la ciudad, a 240 kilómetros de Johanesburgo. La idea es convencerlos de que el nuevo emplazamiento es mejor que el actual. Pero está claro que el Distrito 10 no es más que un campo de refugiados, por no decir lisa y llanamente campo de concentración. El hecho de que el operativo de relocación esté a cargo de una empresa privada llamada MNU, cuya actividad más lucrativa es la fabricación de armas, no deja demasiadas dudas sobre la intención oficial.
El relato se centra en la peripecia de Wikus van der Merwe (deslumbrante Sharlto Copley), el empleado al que MNU pone al frente del operativo. Wikus desprecia a los prawns tanto como los demás. Le parecen desagradables, tontos e indignos de ser considerados en el mismo nivel de un humano. Pero un hecho fortuito (que no revelaré aquí, por cierto) lo obligará a cruzar la divisoria de aguas y a experimentar lo que los prawns experimentan. Lo cual, por cierto, no tiene nada de agradable. Una cosa es pertenecer al bando de los explotadores, y otra muy distinta encontrarte en el extremo inconveniente del látigo.
Los apuntes de Blomkamp sobre el racismo que los humanos (¡sin distinción de color!) practican sobre los prawns son punzantes. Resultan verosímiles dentro del universo alternativo del film (a cuyo realismo contribuyen los efectos del film, irreprochables), y al mismo tiempo son un espejo apenas deformante de las variantes de la segregación que los humanos practicamos con los otros humanos -aquellos que a tantos se les antojan tan feos, sucios y malos como los prawns.
Todos tenemos prawns viviendo cerca de casa. District 9 nos lo recuerda con las mejores armas de la ficción especulativa.