
Eder. Óleo de Irene Gracia
Marcelo Figueras
Pocos días atrás, un hasta entonces ignoto senador llamado Joe Wilson interrumpió un discurso de Obama al grito de: “¡Usted miente!” Poco después, para sacar chapa entre sus amigos de derechas (a quienes, dicho sea de paso, no les gusta que se diga que son de derechas: Aznar entre ellos), el intendente de Buenos Aires, Mauricio Macri, dijo que el actual gobierno de la Argentina era “el más fascista en años”.
Semejantes exabruptos produjeron miles de comentarios en ambos extremos de América. En su edición del martes, sin ir más lejos, el diario Página 12 publicó un texto contundente de la legisladora porteña Gabriela Cerruti, que funciona como un verdadero listado de los coqueteos del mismo Macri con el fascismo y los fascistas locales: desde militares de la dictadura como Cacciatore, a quien le agradeció haberlo inspirado “con su ejemplo”, hasta íconos civiles del mismo régimen –empezando por José Alfredo Martínez de Hoz, el padre de la debacle económica de la Argentina.
Lo que llamó la atención fue que, al menos entre los comentarios que yo registré, faltase tan sólo la reacción que me parecía más natural. Joe Wilson le dijo a Obama que mentía justo cuando el Presidente mencionaba un punto del plan de salud que hacía referencia a los inmigrantes indocumentados. Más allá de la ruptura del protocolo, de las disculpas y los castigos formales, lo primero que habría que haber dicho sobre Wilson es, creo, que nadie mintió en ese instante que no fuese él mismo. Basta con consultar las fuentes para certificar que Obama no dijo otra cosa que lo que figura en los considerandos del plan. Si lo que mentó en el Congreso y lo que propone su administración por escrito es lo mismo, ¿dónde está la mentira?
Del mismo modo, creo que mencionar el pasado cuestionable de Macri viene a colación, pero lo fundamental es decir lo siguiente: Macri miente. No porque este gobierno carezca de aspectos reprochables –tiene una larga lista, que la prensa, los políticos opositores y mucha otra gente desgranan a diario-, sino porque a tan pocos años de una dictadura militar como la que padecimos, decir que este gobierno es fascista es simplemente una falacia.
Fascista fue el gobierno que llegó al poder por las armas y una vez allí secuestró, torturó y mató. Fascista fue la dictadura que no le permitía a nadie decir en público que la dictadura era fascista. (Muchos medios poderosos no dijeron sobre la dictadura ni la millonésima parte de lo que dicen contra la actual administración.)
Fascista es el gobierno de Micheletti en Honduras, por su origen espurio y su práctica represora. Fascista fue en el final el gobierno de De la Rúa, que se despidió con toque de queda y asesinato de gente en la Plaza de Mayo. (No así Menem, que fungió de adalid del laissez faire y dejó hacer, lo que por supuesto benefició a los más pueden hacer, esto es los ricos y poderosos –Macri entre ellos.)
Los exabruptos de Wilson y Macri deberían costarles caros. Si tienen cara para mentir respecto de cuestiones que son tan fáciles de refutar (cualquier alumno de primaria podría hacerlo, con sólo consultar internet), ¿cuánto más descaradamente mentirán sobre temas cuya verdad pueden mantener en secreto? Y sin embargo hablan y nadie –o más bien pocos- canta su bluff.
En el capítulo de la serie Lie to Me que Fox emitió el lunes, Cal Lightman (Tim Roth) dijo algo parecido a lo siguiente (cito de memoria): “En este mundo todo está en crisis, menos la industria de la mentira”.
Hablaba de Wilson, de Macri y de quienes los celebran, sin saberlo.