
Eder. Óleo de Irene Gracia
Marcelo Figueras
Hace pocos días, mientras cenábamos en el Urondo del barrio de Caballito, Cristian Alarcón me contó de las Aguilas Humanas. Eran un circo que hace ya muchos años solían levantar “al lado del río Cocule, en La Unión”, el pueblo chileno donde Alarcón nació. Volvían cada verano. Instalarse sobre el puente para ver el armado de las carpas y los preparativos era una ceremonia de rigor para los más pequeños. Según Alarcón, su abuela encontraba una ligazón científica entre el espectáculo recurrente y los fenómenos atmosféricos: “Llegó el circo, hoy llueve”, solía decir. Y esa misma noche, mientras las Aguilas Humanas que daban nombre a la troupe volaban al amparo de la carpa, llovía siempre –como que hay Dios.
Habíamos hablado de muchas otras cosas esa noche (entre otras, la del inminente lanzamiento del blog de crónicas que habían imaginado con la gente del taller que dirige), pero el sueño siempre separa la paja del trigo. Al día siguiente recibí un mail donde aseguraba haberse levantado “con cierta resaca, pero además con cierto deja vu, y todo el día tuve una sensación de extraño descubrimiento. …Al fin del día entiendo que nada es casual: me reuní con mi bloguera, y hemos, creo, decidido que el bendito blog se llamara Aguilas Humanas”.
Y allí está, ahora: deslumbrante como la carpa de aquel circo, y abierto a cualquiera que se presente en la dirección www.aguilashumanas.blogspot.com.
No contento con ser uno de los mejores cronistas de la lengua hispana (para comprobar que no exagero, basta con que lean el libro Cuando me muera quiero que me toquen cumbia), ahora Alarcón lanza a la pista a las estrellas de su semillero: gente que se floreció bajo su cuidado, malabaristas, magos, ecuyeres y trapecistas dispuestos a deslumbrarnos con esas historias que la realidad produce a borbotones y los escritores, como buenos tontos que somos, solemos pasar por alto.
Ya están ahí los retratos del Tula, uno de los personajes más fellinescos que ha producido el peronismo en este país, y del célebre delincuente el Gordo Valor. Pero, según asegura Alarcón, “ya vienen los narcos, los freaks y el glam que no deben faltar”. Después de lo cual invita, al mejor modo del maestro de ceremonias, a visitar “la carpa de Las Aguilas Humanas, que siempre habrá algo nuevo en el aire de los nuevos cronistas latinoamericanos”.
Allí estaremos.
¿A qué no saben qué? Hoy llovió sobre Buenos Aires.