
Eder. Óleo de Irene Gracia
Jorge Eduardo Benavides
El tiempo y la estructura narrativa (I)
El tiempo, como hemos estado viendo hasta ahora, es el primer elemento de una estructura narrativa, después del lenguaje. Así, los acontecimientos de una narración, temporalmente hablando, pueden presentarse de múltiples formas, atendiendo a la elección que hagamos de nuestro tiempo cronológico y de nuestro tiempo narrativo o estructural. De manera que una historia puede escribirse de manera alternada, gracias a la técnica del contrapunto, que nos va contando dos historias intercaladas y por lo general diferenciadas entre sí gracias al uso de episodios o capítulos alternos. También puede presentarse fracturando su tiempo, intercalando fragmentos de la historia sin seguir un orden cronológico, como si fuera un collage temporal. Tan pronto vemos una escena del presente, como una del pasado remoto u otra del pasado inmediato, generando en el lector la necesidad de reorganizar cronológicamente los hechos. De igual modo, podemos contar la historia desde una múltiple perspectiva temporal, en la que cada personaje es seguido desde un tiempo distinto a fin de que sea el lector, nuevamente, el que organice la secuencia cronológica de los acontecimientos… Naturalmente estas organizaciones temporales se dan más bien en las novelas, cuya extensión permite este tipo de desenvolvimientos narrativos, pero sobre todo atienden a una estructura mucho más compleja habida cuenta de la participación de más personajes y tramas más arborescentes. Y a veces, esta perspectiva modifica también la apreciación de los hechos ocurridos o la de los propios personajes, pues alterando el ángulo desde donde se observan las cosas, estas pueden no parecer las mismas… Por ello, creemos necesario recomendar la lectura de La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, Mientras agonizo, de William Faulkner y Quién de nosotros, de Mario Benedetti.
La propuesta de la semana:
Dos personajes coinciden en un funeral. Cada uno de ellos ha conocido al difunto en ámbitos diferentes de su vida, pero no se conocen entre sí. X es amigo del club de tenis y Z es compañero del trabajo, por ejemplo. X y Z charlan acerca del amigo muerto y van entendiendo que su apreciación del mismo es distinta, pues -y esto es lo importante para el ejercicio- los mismos hechos son presentados de manera distinta por cada uno de ellos. Así por ejemplo, si el difunto le ha dicho a X que su matrimonio va estupendamente, por las mismas fechas Z se entera de que el difunto estaba a punto de divorciarse. Vamos pues a «reconstruir» la vida del personaje a través de dos puntos de vista distintos.