Edmundo Paz Soldán
Leo este chiste en El País: hace un par de años, a los mexicanos les preocupaba que "se colombianice" su país. Las cosas han cambiado tanto y tan rápidamente que lo que hoy les preocupa es que "se mexicanice" el infierno. En el D.F., el escritor peruano Santiago Roncagliolo le pregunta a un taxista cuánto cree que puede durar el problema del narcotráfico. El taxista, imperturbable, responde: "el infierno ya dura una eternidad, ¿no?"
El problema del narcotráfico está muy presente en las noticias y editoriales de los periódicos mexicanos. El grado de infiltración del narco en la justicia mexicana llega a niveles inverosímiles: los capos de los principales organismos que luchan contra el narcotráfico estaban comprados. En el Norte, la policía parece haber sido privatizada por el narco. Algunos piensan que Calderón es un valiente, que ya era de luchar contra esa lacra social; otros creen que el presidente mexicano cometió un error, que lo mejor hubiera sido seguir haciendo de la vista gorda.
Me pregunto: ¿qué novelas hablan de este tema y podrían orientarnos? Está Elmer Mendoza, que se ha dedicado a narrar las aventuras del narco en Culiacán. Y está Martín Solares, que en su primera novela, Los minutos negros (Mondadori), se enfrenta al problema del narco en el golfo de México (todo transcurre en una ciudad llamada Pacuarán, a unos minutos de Tampico). Fue publicada hace un par de años, pero recién cayó en mis manos, por azar: yo buscaba en la biblioteca de Cornell libros sobre Carlos Fuentes, para escribir un perfil, y de pronto vi la novela de Solares y me tincó.
Los minutos negros una novela policial que narra una historia escabrosa con humor y con altas dosis de suspenso. El entrañable Macetón, policía encargado de investigar la muerte de un periodista en una ciudad cercana a Tampico, descubre que ese caso conecta con otro caso sórdido ocurrido dos décadas atrás, y relacionado con la violación y muerte de unas adolescentes. La novela, aquí, se desestabiliza: Macetón se merece más páginas, pero Solares prefiere contar las descenturas de otros policías que tratan de resolver ese caso de dos décadas atrás.
Sí, nos falta el Macetón, pero al contar la historia de dos generaciones de policías mexicanos, Solares nos descubre las extrañas alianzas entre la ley y la delincuencia, nos muestra el lado valeroso de algunos policías y el corrupto de otros, y nos hace entender los límites de la lucha contra el narcotráfico en México. Una muy buena novela y también un libro urgente que nos ayuda a contextualizar esa violencia implacable que asola a México.