Edmundo Paz Soldán
Segunda jornada, dedicada a Javier Marías. El sistema de presentaciones ha cambiado, se ha hecho más dinámico: todos los panelistas tienen cinco minutos para hablar, lo que obliga a eliminar ripios, a quedarse con una idea central, y permite tiempo para el debate. La presentación de Elide Pittarello señala que el eje de la poética y estética de Marías es la relación conflictiva entre el decir y el hacer; si el decir es el núcleo de la convivencia humana, en Marías más bien lleva a cometer actos atroces, al crimen y a la muerte.
La presentación de Marías es, de verdad, la lección de un maestro. Habla de su rechazo ante aquellas obras que para justificarse dicen que "están basadas en hechos reales". Si, los hechos reales son importantes, pero no un justificativo, pues una de las mejores maneras de contar el mundo es yendo "contra las groseras imposiciones de la realidad". Una paradoja se desprende de su presentación: cómo la gente dice "esto pasó así", para luego contarlo con los elementos de la ficción narrativa. Marías rememora a sus tías abuelas, habla de maldiciones familiares a sus antepasados cubanos, para concluir que el territorio de la literatura "es aquel en que la procedencia del material es indiferente".
Diez presentaciones diez: lo que queda, de manera contundente, es la cada vez mayor importancia de una obra como Negra espalda del tiempo, incomprendida cuando fue publicada, algo rechazada por la crítica y los lectores. Para Rodríguez Rivero, es la novela más "arriesgada" de Marías; para Alexis Grohmann, ha abierto una vía importante en la narrativa española contemporánea, que luego seguirán Molina Foix, Montero, Cercas (Grohman llega a afirmar que "Cercas no existiría sin Marías"; en otro congreso he escuchado también decir algo así como "Cercas no existiría sin Bolaño"; ambas frases, por supuesto, son injustas: habrá que darle tiempo a la crítica para que reconozca los méritos propios de la obra de Javier).
Por mi parte, lo único que digo es que, ante esas afirmaciones que señalan que Marías es un escritor solipsista e hiperintelectual, Tu rostro mañana es una de las mejores novelas sobre nuestro presente, sobre la sociedad de la imagen y de la vigilancia en la que poco a poco nos hemos ido acostumbrando a vivir. El diálogo de Marías con el presente puede verse en la cada vez más creciente papel del Estado en su obra (Jacobo Deza, después de todo, acepta trabajar para un servicio secreto inglés, encargado de vigilar a los ciudadanos), y la presencia ubicua de la tecnología en Veneno y sombra y adiós: en la batalla entre la presciencia y la ciencia como formas de conocer a las personas, parece que la ciencia gana la partida: Deza está armado de su presciencia –la capacidad intuitiva para conocer lo que harán los demás–, pero ésta puede equivocarse y al final uno nunca sabe cuál será el rostro de los otros mañana; la que no se equivoca es la cámara, que nos muestra a la gente cometiendo todo tipo de actos infames.