Andrés Ortega
España interesa menos a los medios de comunicación internacionales. Y a la vez la política exterior interesa menos en España. Es una situación paradójica. Pero la campaña electoral la ha puesto de relieve. De política exterior se ha hablado, pero en ámbitos muy reducidos que han tenido poco eco mediático (lo que sería otro motivo de reflexión). Los debates no han traspasado esa barrera, y en los directos entre Zapatero y Rajoy, casi se ha pasado de refilón sobre esta materia. Es una paradoja que en la era de la globalización, cuando lo de fuera influye tanto sobre lo de dentro -como desgraciadamente se vio los atentados del 11 de marzo de hace cuatro años- , parezca interesar tan poco. La política sigue siendo esencialmente local.
España interesa menos quizás porque la política exterior no ha sido una de las prioridades del Gobierno de Zapatero. Quizás porque desde fuera ya no se vea ningún drama español. Pero quizás también porque, como otros en los que pasa lo mismo, somos un país europeo, y la dimensión europea domina, aunque tenga aún grandes lagunas en el campo de la política exterior común. Pero en esta campaña electoral se podía haber hablado más de EE UU, de Afganistán, Líbano, Bosnia y Kosovo (en los cuatro lugares España tiene soldados desplegados en misiones internacionales), de Cuba después de la retirada formal, que no se sabe si de hecho, de Fidel Castro, o en general de América Latina. Y, desde luego mucho más de la Unión Europea en todas sus dimensiones, desde la labor del Banco Central a la marcha de la economía, pues es, junto a la globalización en sí, la que nos marca en buena parte los márgenes de maniobra política.
Gane quien gane, previsiblemente la política exterior recuperará una mayor centralidad, entre otras razones porque le toca a España en la primera mitad de 2010 la presidencia de la UE, si bien ya con un presidente fijo del Consejo Europeo. Ese semestre concluirá con el informe del Grupo de Reflexión sobre el futuro de Europa, presidido por Felipe González. En fin es lamentable que tanto nos juguemos fuera y tan poco lo hablemos dentro.