Andrés Ortega
"Yes, we can", dice la campaña de Barak Obama. Lo que ha traducido al español, para los hispanos, en "Sí, se puede" (y no, "sí, podemos"). Sus asesores (él no habla español) demuestran un buen uso del español. Una frase suya colgada en su página web dice algo que coincide con el mensaje de Zapatero de "motivos para creer": "Os pido que creáis: No sólo en mi capacidad para lograr cambios en Washington … Os pido que creáis en la vuestra". Está muy en la línea de John Kennedy, a la inversa, con su discurso sobre no penséis en lo que vuestro país puede hacer por vosotros sino en lo que vosotros podéis hacer por vuestro país". Sólo que esta vez el sujeto es el ciudadano.
Un reciente artículo en The New York Times comparaba a Obama a un Mac y a Hillary Clinton a un PC. Uno con una página web clara, dentro de la lógica de lo intangible; la otra con una página frenética, llena de propuestas concretas, llena de estrategias (en plural). Pues Clinton, siguiendo a su principal asesor Mark Penn está haciendo una campaña basada en microtendencias, en propuestas para cada uno de los pequeños y grandes grupos, mientras Obama prefiere la brocha gorda del cambio y un mensaje emocional. Como indicaba Matt Browne, ex asesor de Blair, son dos tipos casi opuestos de hacer campaña.
¿Donde estamos en España? Pese al mensaje de la fe, de las creencias, Zapatero está lanzando unas propuestas mucho más de microtendencias, de medidas para los grupos de población cuyo voto se quiere atraer, que Rajoy con sus "ideas claras" que son más bien brochazos gordos, aunque efectivos y profesionales. Pero algo anda mal cuando propugna creencias el que no debería y el otro ideas.