Basilio Baltasar
La búsqueda del eslogan perfecto, el que comprime en una sola frase la oferta electoral, el carisma del candidato y el estilo corporativo de su partido, dejará agotados a los publicistas.
Elaborar frases que convenzan al electorado, transmitan entusiasmo y fulminen al adversario no es tarea fácil cuando el efecto de las mejores ocurrencias apenas dura unas horas. Aunque los discursos de los candidatos denotan el empeño puesto en imitar el lenguaje coloquial y espontáneo de los grandes oradores, no siempre se tendrá la pericia de los buenos actores.
Zapatero afirma que "sólo gana quién está seguro de ganar". Y de este modo transmite la imagen medular de su liderazgo: la de un hombre que sabe a dónde va; la de un optimista "inasequible al desaliento".
Rajoy, después de capitanear durante casi cuatro años una insidiosa y envenenada campaña sobre el 11-M y la supuesta conspiración del Estado contra sus propios ciudadanos, se revela como un enérgico abogado de los desposeídos: "estoy con los currantes".
Sea cual sea el resultado, las elecciones nos ofrecerán un balance revelador sobre el poder de la publicidad y el alcance de la seducción. El 9 de marzo tendremos el detallado mapa emocional de una nación, efectivamente, dispuesta a creer lo que oye decir.